Thomas Brooks
En segundo lugar, considera que los pecados secretos serán revelados. Las obras más ocultas de las tinieblas, se manifestarán abiertamente. Aunque las acciones del pecado estén en la oscuridad, los juicios del pecado estarán en la luz. “Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz” (Lc. 8:17)… “Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ec. 12:14).
Thomas Brooks
No hay mayor estorbo para la oración secreta en todo el mundo que los pecados secretos. Por lo tanto, estén alerta y ármense con todas sus fuerzas contra ellos. Hay una antipatía1 entre pecar en secreto y orar en secreto, en parte por la culpa, que hace que el alma rehúya ponerse bajo el ojo secreto de Dios; y en parte por esos temores, dudas, disputas y desórdenes que los pecados secretos suscitan en el corazón. No es más opuesta la luz a las tinieblas, Cristo a Belial o el cielo al infierno, que la oración secreta a los pecados secretos.
Charles H. Spurgeon
“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos” (Salmos 19:12).
Me dirijo a cierta clase de hombres que tienen pecados no desconocidos para sí mismos, pero secretos para sus semejantes. De vez en cuando, levantamos una hermosa piedra que yace sobre el verde césped de la Iglesia profesante, rodeada del verdor1 de la aparente bondad y para nuestro asombro, encontramos debajo de ella, toda clase de insectos inmundos y repugnantes reptiles.
Obadiah Sedgwick
“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos” (Salmos 19:12).
Los pecados ocultos son los que más nos engañan: Por tanto, límpialos. Hay engaño en todos los pecados: El alma es engañada por el pecado siempre que peca. ¡Pero los pecados ocultos son los que más nos engañan! Son los que más fácil prevalecen entre nosotros.
Obadiah Sedgwick
“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos” (Salmos 19:12).
El deseo de una persona santa es ser limpiada, no sólo de los pecados públicos, sino también de los pecados privados y ocultos. “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará?” (Ro. 7:24), dijo Pablo. ¡Oh bendito Apóstol! ¿Qué es lo que te aprisiona? ¿Qué es lo que te perturba?