J.C. Ryle
Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. “Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano.” Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, ten piedad de mí, pecador.”
J.C. Ryle
Estos versículos nos enseñan la gran importancia de perseverar en oración. Nuestro Señor transmite esta lección contando la historia de una viuda sin amigos que consiguió, a fuerza de una gran importunidad, que un juez malvado hiciera justicia.
C.H. Spurgeon
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3).
Dios nos estimula a la oración. Algunos dicen que orar es un ejercicio piadoso que solo influye en el alma de quien lo efectúa. Nuestra experiencia desmiente tal afirmación incrédula.
La oración y la meditación eran la base de la fortaleza del carácter y la vida de los puritanos. En aquella práctica, el espíritu de oración se consideraba de la mayor importancia, así como la mejor forma de oración, puesto que la espiritualidad genuina se caracteriza por una oración viva. Sin embargo, la oración también es oral y, en ocasiones, cabe ponerla por escrito.
Dr. Joel Beeke
Este artículo trata la oración en el pensamiento puritano.
1. Los puritanos son hoy famosos por la importancia que daban a la adoración corporativa y la familiar. ¿Habrían integrado también la adoración privada (o los devocionales personales) en sus vidas? ¿En qué habría consistido esa adoración?