R.C. Sproul
“La pecaminosidad del pecado” suena como redundancia insustancial que no añade ninguna información al tema que vamos a debatir. Sin embargo, la necesidad de hablar de la pecaminosidad del pecado nos viene impuesta por una cultura e incluso una iglesia que ha reducido la relevancia del pecado en sí. En nuestros días, el pecado se define como “cometer equivocaciones” o “hacer malas elecciones”. Cuando paso un examen o una prueba de deletrear palabras, cometo un error si me salto una palabra en concreto. Una cosa es cometer un error y otro mirar el papel de mi vecino y copiar sus respuestas con el fin de conseguir una nota mejor. En este caso, mi error se eleva al nivel de una transgresión moral.
Noble Vater
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó (Josué 1:7).
En el primer capítulo del libro de Josué leemos las instrucciones que el Señor dio a ese hombre escogido para conquistar y repartir la tierra prometida. El Señor usa en tres ocasiones la locución “esforzarse y ser valiente”. La primera vez dice: “Nadie te podrá hacer frente […] estaré contigo […]. Esfuérzate y sé valiente porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra…” (1:5, 6). Es decir, mirando a las inevitables guerras, Josué tenía que esforzarse. Luego dijo también: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (1:9), es decir, en las campañas de guerra y frente a todo lo que puede causar temor o desmayo.
Dave Chanski
Nuestra generación ha sido testigo de una gran agitación social. Parte del legado de los años sesenta ha sido el abandono de todos los principios morales absolutos. Como ocurre con cualquier otra tendencia perjudicial, lo que ocurre en la sociedad en general también contamina a la iglesia que profesa creer en Jesucristo. Mientras que los cristianos protestantes piadosos han venido creyendo, durante siglos, que la ley de Dios y sus mandamientos tenían una gran importancia en su vida y su conducta, ahora se ha difundido la opinión entre los cristianos evangélicos de que éste ya no es el caso. Aquellos que profesan ser cristianos citan alegremente, y a la ligera, textos como Romanos 6:14: «Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia» ¡e imaginan que no tienen que volver a preocuparse jamás por los «No debes»!