J.C. Ryle
La inconsecuencia, la ostentación y el deseo de preeminencia entre quienes profesan la fe, son particularmente desagradables para Cristo. Por lo que respecta a la inconsecuencia, hay que destacar que lo primero que nuestro Señor dice acerca de los fariseos es que “dicen, y no hacen”.
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D. Scott Meadows
No te jactes del día de mañana, porque no sabes qué traerá el día (Proverbios 27:1). Entre otras cosas, la sabiduría es la conciencia de la realidad, y actuar de forma coherente con ella.
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Todos ofendemos en muchas cosas, pero no todos despreciamos la Palabra de Dios. Los buenos tienen razones para lamentar sus múltiples transgresiones contra el mandamiento y, sin embargo, sienten un amor y un cariño sinceros hacia él y desean de todo corazón que “[sus] caminos sean afirmados para guardar [los] estatutos [de Dios]” (Sal. 119:5).
J.C. Ryle
Ninguna otra virtud debería distinguir al cristiano tanto como la humildad. Quien quiera ser grande a los ojos de Cristo tiene que fijarse una meta totalmente distinta de la de los fariseos: su objetivo no debe ser gobernar la Iglesia, sino servirla. Con razón dice Baxter que “La grandeza en la Iglesia consiste en ser grandemente servicial”.
J.C. Ryle
Observemos el impresionante relato que ofrece nuestro Señor de la verdadera grandeza cristiana. Les dice a sus discípulos que el mundo mide la grandeza según el ejercicio de señorío y autoridad. “Mas no así vosotros—dice—, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve”.