Daniel Chamberlin
El ateísmo es una locura que reduce al hombre a la nada. Le quita significado y propósito a la vida y no nos deja más que la mera casualidad. El hombre acaba no siendo hombre en absoluto. ¡Qué triste ver cómo se entregan a la mentira mentes educadas e inteligentes!
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Daniel Chamberlin
¿Qué significa esta doctrina para nosotros? ¿Qué deberíamos aprender de ella? Tiende a destruir el mundo en su conjunto. Los fundamentos mismos de una sociedad ordenada descansan sobre el conocimiento y el temor de Dios. Sin Él no puede haber una norma absoluta del bien y del mal.
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Edward Pearse
Porque Dios no cambia, los santos son inalterablemente felices, y tienen un refugio bendito al cual huir bajo todos esos cambios y emergencias que les pueden suceder en cualquier momento. Les ruego, mis amados, que noten que Dios es el Dios de los santos y su porción. Y la felicidad de ellos está en él.
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J.C. Ryle
El origen del pecado
La pecaminosidad del hombre no comienza de afuera, sino de adentro. No es resultado de una mala formación en los primeros años. No se contagia de las malas compañías y los malos ejemplos, como les gusta decir a algunos cristianos débiles. ¡No! Es una enfermedad de familia, que todos heredamos de Adán y Eva, nuestros primeros padres, y con la cual nacemos. Creados “a la imagen de Dios”, inocentes y rectos al principio, nuestros padres cayeron de la rectitud y justicia original, y pasaron a ser pecadores y corruptos. Y desde ese día hasta ahora, todos los hombres y mujeres nacen caídos, a la imagen de Adán y Eva, y heredan un corazón y naturaleza con una predisposición al mal.
La doctrina de la cruz es la sustancia de la verdad cristiana y el gran apoyo de la moral cristiana. La mente y el corazón del apóstol estaban repletos de esto. ¿Hace hincapié en la humildad? ¡Sí! Lo hace así: “Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús”.* ¿Una devoción sin reservas hacia Dios? ¡Sí! De esta manera: “no sois vuestros. Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo, en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.*