Sáname, oh Señor, y seré sanado
C.H. Spurgeon
Sáname, oh Señor, y seré sanado (Jeremías 17:14).
Curar las enfermedades espirituales es prerrogativa exclusiva de Dios. Las enfermedades corporales se pueden sanar por medio de instrumentos humanos; pero, aun en este caso, la honra se le debe dar a Dios, quien confiere virtud a la medicina y le proporciona al cuerpo la fuerza para que expulse la enfermedad. En cuanto a las enfermedades espirituales, solo el gran Médico es capaz de curarlas.