Noble Vater
En nuestro primer estudio consideramos unos datos biográficos de la vida de Jonathan Edwards y, a continuación, nos centramos en cómo Dios le llamó de un modo en que su vida fue dominada por una visión espiritual de la majestad, la gloria, el esplendor y la soberanía de Dios. Llegó a ser un pastor que deseaba que los demás vieran a Dios en Cristo de esta manera, y que lo amaran. Asimismo, vimos la bendición de Dios sobre él al proporcionarle la esposa que tuvo y cómo fueron ejemplo para muchos. Con una esposa así, Edwards pudo pastorear bien no solo por la ayuda que le prestaba (porque ella era una genuina ayuda idónea en todo el amplio sentido de la palabra), sino por el ejemplo que suponía para el pueblo del Señor.
Noble Vater
¿Quién era Jonathan Edwards?
Era un hijo de Adán por naturaleza.; bisnieto de un hombre inglés (William Edwards) y llevado a los Estados Unidos por su madre y su padrastro británico que, junto con otros santos, buscaban poder adorar a Dios conforme a Su Palabra. Estas personas vivieron en Hartford, Connecticut. Su pastor era Thomas Hooker, un conocido puritano de Nueva Inglaterra. El abuelo de Jonathan (Richard Edwards) nació en Hartford y llegó a ser un próspero hombre de negocios; y, lo que es más, era temeroso de Dios, a pesar de (o, quizás debido a) tener una esposa que sufría de una enfermedad mental. El padre de Jonathan, Timothy Edwards, tenía a su padre en alta estima, pero llegó un momento en que tuvo que testificar contra la infidelidad de su propia madre. Su padre estudió en Harvard, se graduó con buenas notas y, posteriormente, se instaló en el pueblo de East Windsor, Connecticut, donde fue pastor. Timothy se casó con Esther Stoddard, hija de Solomon Stoddard, pastor de Northhampton, Massachusetts, muy conocido en aquel tiempo. Los Stoddard eran de clase social alta, pero sobre todo eran personas que seguían al Señor conforme a la luz que tenían, confiando solo en Él para su justificación y su esperanza de vida eterna.
D. Scott Meadows
Con motivo del 500 aniversario del nacimiento de Calvino, muchos le han prestado más atención (por ej. mi lectura, esta fraternidad…).1
1. Los primeros años (1509-1535), desde su nacimiento hasta la edad de 26 años.
“Jean Cauvin”, nació el 10 de Julio de 1509 en Noyon, Francia y murió el 27 de Mayo de 1564 en Ginebra (400 millas al suroeste) a la edad de 54 años. Fue el mediano de tres niños que sobrevivieron más allá de la infancia (Charles, Jean, Antoine). Gerard, su padre, llegó a tener cierta influencia local entre los oficiales eclesiásticos. Jeanne, su madre, murió antes de que Juan cumpliera los seis años. La costumbre era que los hijos fuesen sacerdotes católico romanos. Juan, que fue muy precoz, ya era clérigo con estipendio a la edad de doce años.
Michael Boland
Nuestra historia comienza a la mitad de la vida de Guillermo Farel en 1536. El lugar es la ciudad de Lausana, en la orilla norte del lago de Ginebra, y la ocasión es un debate teológico para decidir la lealtad religiosa de la ciudad. Otros debates han tenido lugar durante la Reforma en Suiza que han sido de por sí más importantes que el que nos ocupa. Sin embargo, por razones incidentales y más personales, la reunión en Lausana ha de ser un punto decisivo en la historia del movimiento de Reforma.
Iain Murray
Viviendo como vivimos en días de ignorancia acerca de la Historia, hay, sin embargo, al menos una cosa que es por lo general recordada de John Knox: es que su nombre ha sido comúnmente tratado con desaprobación y crítica. Probablemente a ninguna figura en la historia de la Iglesia de Gran Bretaña le ha sido concedida tal permanente hostilidad. En su propia época fue injuriado, amenazado, proscrito, quemado en efigie y casi asesinado. Se le aplicó toda clase de lenguaje; él fue “ese sinvergüenza de Knox”, “un escocés renegado”, “ese pequeño zorro astuto”, “un puritano” y mucho más. Desde el palacio de la reina Elisabet, William Cecil escribió en 1559: “El nombre de Knox es el más odioso aquí.” El mismo año, forzado a dejar Edimburgo al peligrar su vida, el reformador describió la escena en estas palabras: “Las lenguas viperinas de los malvados caían sobre nosotros, llamándonos traidores y herejes: cada uno provocaba al otro para tirarnos piedras…Nunca hubiéramos creído que hombres y mujeres de nuestro propio país natal hubieran deseado nuestra destrucción tan despiadadamente.”