Dr. Albert Mohler
El modelo del año cristiano es un ejercicio de la disciplina de la iglesia. Las celebraciones anuales de la Navidad y del Día de Resurrección obligan a la iglesia a considerar de nuevo las verdades de la encarnación y la resurrección de Cristo.
Los cristianos entienden que cada Día del Señor es un Día de Resurrección, pero este domingo es la festividad que pone a todo cristiano frente a frente con la tumba vacía y la verdad del Señor resucitado.
El domingo de resurrección es el acontecimiento central en el año de la iglesia, el punto culminante de la adoración, la expectación y la celebración. Ésta última es también como la prueba de fuego de la fidelidad y la convicción de la iglesia.
Dr. Albert Mohler
La cruz y la resurrección representan los acontecimientos fundamentales que se encuentran en el centro de la fe cristiana. El cristianismo se sostiene o se viene abajo con la expiación sustitutoria llevada a cabo por medio de la muerte del Hijo de Dios encarnado, en la cruz y su resurrección al tercer día. La iglesia celebra cada año esta celebración de la resurrección porque debemos traer constantemente a nuestra memoria y también recordar al mundo la resurrección de la esperanza, y de la realidad del Cristo resucitado. La iglesia del Señor Jesucristo debe ser siempre una compañía de testigos de la resurrección, que hablan del Evangelio de la cruz y del Cristo resucitado a un mundo que desespera por una esperanza genuina.
El filósofo positivista francés Auguste Comte dijo una vez a Thomas Carlyle que planeaba comenzar una nueva religión que remplazara al cristianismo. “Muy bien —replicó Carlyle—. Lo único que tiene usted que hacer es dejar que le crucifiquen, resucitar al tercer día y conseguir que el mundo crea que sigue usted vivo. Entonces su nueva religión tendrá una oportunidad”.
Dr. Albert Mohler
El teólogo J. I. Packer hizo una defensa histórica de la relevancia objetiva de la cruz en “What Did the Cross Achieve? The Logic of Substitutionary Atonement” [¿Qué logró la cruz? La lógica de la expiación sustitutiva], la conferencia teológica bíblica que dio en la Universidad de Cambridge en 1973, de Tyndale. Packer comienza describiendo que la comprensión penal substitutiva de la expiación “en conjunto, es una marca característica de la fraternidad evangélica a nivel mundial”. Merece la pena destacar que Packer esperaba que su audiencia aceptara esta declaración y se la tomara en serio. Hace más de treinta años se podía asumir que la mayoría de los evangélicos entendía que la visión penal substitutiva era primordial.
J.C. Ryle
En estos versículos se nos enseña la inutilidad de los conocimientos religiosos si no se ponen en práctica. Leemos: “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”. Suena como si nuestro Señor deseara advertir a sus discípulos que jamás serían felices en su servicio si se contentaban con conocer su deber de forma meramente intelectual y sin vivir en concordancia.
Alan Dunn
En 1 Co. 15:44, 45 Pablo define al Jesús resucitado como el último Adán. En la victoria de la resurrección, Él consiguió un orden nuevo para la existencia humana: el Espíritu que da la vida, la vida humana resucitada, un cuerpo vivo cuyo principio de animación será la energía del Espíritu de Dios. Este es el contraste que hay con el cuerpo natural del primer hombre. Pablo no sólo contrasta nuestro cuerpo de resurrección con el de la post-Caída, plagado de pecado, perecedero, deshonrado y débil. Asimismo, establece un contraste entre el cuerpo resucitado de Jesús y el cuerpo natural de Adán que se convirtió en un ser viviente (cita de Gn. 2:7 con respecto al cuerpo de Adán en la pre-Caída). El cuerpo resucitado de Jesús se ha convertido en el postrer Adán. Pero, ahora, recuerde: Adán no es “Adán” sin la tierra, la suciedad, el planeta que debe estar sujeto a él. Sin la tierra, Adán no es un hombre. Para que el hombre sea hombre, debe haber tierra. Por consiguiente, Jesús, el postrer Adán resucitado ¡tiene que tener una tierra resucitada! Este mundo de tsunamis tiene, pues, esperanza porque Jesús resucitó y su cuerpo resucitado es la garantía de una tierra resucitada.