Albert Mohler
¿Adoran los Estados Unidos a cuatro dioses distintos? Cathy Lynn Grossman de USA Today presta una considerable atención a un reciente estudio llevado a cabo por dos sociólogos de la Universidad Baylor. Los profesores Paul Froese y Christopher Bader informan acerca de sus conclusiones en un nuevo libro titulado America’s Four Gods: What We Say About God — And What That Says About Us [Los cuatro dioses de los Estados Unidos: lo que decimos acerca de Dios — Y lo que eso dice acerca de nosotros].
La perspectiva recogida por USA Today es predecible y, a la vez, interesante. Con una importante fecha para las elecciones por delante, y un número de cuestiones que divide a los estadounidenses, cualquier argumento que lleve estas preguntas a un enfoque más claro probablemente captará la atención. Froese y Bader argumentan que los estadounidenses se agrupan alrededor de cuatro conceptos distintos de Dios. Identifican a esos «cuatro dioses» de la forma siguiente: El «Dios Autoritario»; el «Dios Benevolente»; el «Dios Crítico» y el «Dios Distante».
R.C. Sproul
Un controvertido libro publicado recientemente sobre este tema llevaba por título: When Bad Things Happen to Good People [Cuando a la gente buena le suceden cosas malas]. Una objeción común a la religión es: ¿Cómo se puede creer en Dios a la luz de todo el sufrimiento que vemos y experimentamos en este mundo?
John Stuart Mill elevó esta clásica objeción en contra de la fe cristiana: “Si Dios es omnipotente y permite todo este sufrimiento, entonces no es benevolente, no es bondadoso, no es amoroso. Y si es amoroso para con todo el mundo y permite todo este sufrimiento, desde luego no es omnipotente. Dado que existe el mal y también el sufrimiento, no podremos llegar jamás a la conclusión de que Dios sea omnipotente y, a la vez, benevolente”. Con todo lo brillante que pueda ser John Stuart Mill, no tengo más remedio que poner objeciones a este punto y comprobar qué es lo que dicen las Escrituras acerca de estas cosas.
Albert Mohler
Existe una amplia documentación que prueba que los niños varones se están quedando atrás en la lectura en todos los niveles de edad. En muchos casos, los niños son, en el mejor de los casos, medio analfabetos y muchos no llegan a desarrollar jamás una capacidad de lectura adecuada. No consiguen conocer los placeres de un libro.
En la edición de hoy del The Wall Street Journal, el editor Thomas Spence da un buen consejo en cuanto a “Cómo educar a niños que lean”. Tras expresar su agradecimiento por el hecho de que muchas autoridades y padres ahora reconocen el problema, Spence afirma: “Las malas noticas son que muchos de ellos tienen ideas absolutamente terribles para resolverlo”.
Albert Mohler
El Evangelio de Jesucristo declara la salvación y la redención a todos aquellos que crean en Él.
El tercer gran movimiento en la metanarrativa cristiana comienza con la afirmación de que el propósito de Dios, desde el principio, era redimir a un pueblo por medio de la sangre de su Hijo y que lo hace para mostrar cuán excelente es su nombre por toda la eternidad. El Dios de la Biblia no es un estratega divino, preparado con un nuevo plan por si acaso falla el original. El Dios de la Biblia es soberano y completamente capaz de cumplir sus propósitos. Así pues, cuando nos referimos al gran acto de Dios para nuestra redención, estamos tocando el corazón mismo de la autorrevelación de Dios.
Albert Mohler
Como cristianos sabemos que el mundo, tal y como lo vemos, contiene vestigios de la gloria de Dios que brillan a través de la corrupción de un universo arruinado por el pecado. Sin embargo, se nos recuerda constantemente que todo el universo gime bajo la carga de la pecaminosidad humana.
La experiencia que tenemos del mundo requiere que percibamos aquellas cosas que no son como deberían ser. No estamos experimentando ese mundo de inmaculada bendición que nos revelan los dos primeros capítulos del libro de Génesis. Al contrario. Estamos experimentando un mundo lleno de mosquitos, todo tipo de virus, terremotos y malevolencia en el mundo animal. La evidencia de la muerte y la decadencia nos rodean y podemos verlo en nuestro propio cuerpo.