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¿Qué más da que un aborto acabe con una vida?Una franqueza poco usual en la cultura de la muerte

Albert Mohler

¿Es el bebé no nacido “una vida que vale la pena sacrificar”? La sola pregunta resulta horripilante, pero el argumento es más que real. En un reciente artículo, Mary Elizabeth Williams de Salon.com admitió lo que el movimiento pro-vida ha venido sosteniendo durante todo el tiempo: que desde el momento de la concepción, el niño no nacido es innegablemente una vida humana. A pesar de todo, Williams argumenta que esta vida humana no nacida debe concluir si una mujer desea el aborto. El niño es una vida, pero, según su grotesca opinión, “una vida que vale la pena sacrificar”.

La mujer prudente viene del Señor

George Lawson

Casa y riqueza son herencia de los padres, pero la mujer prudente viene del SEÑOR (Proverbios 19:14).

Las casas y las tierras son don de Dios, pero Él nos las da por medio de nuestros padres o progenitores, que las adquirieron con esfuerzo. La Providencia resplandece más notablemente al otorgar buenas esposas a los hombres, porque estas no pueden venir por herencia; y nadie puede saber de antemano qué esposa le va a tocar en suerte a un determinado hombre.

En la esposa, la prudencia no solo incluye su habilidad en el gobierno de los asuntos domésticos, sino también el buen sentido que la convierte en una compañera agradable y la mueve a comportarse de tal forma que haga feliz a su marido en la relación. Si a estas cualidades se añade la piedad, la mujer resulta una bendición mucho más grande que cualquiera de las posesiones que los padres puedan legarnos.

La adoración: ¿Bendición de Dios o bendición del hombre?

Paul Christianson

Hoy día, muchos cristianos hablan de las bendiciones que reciben en la alabanza, la oración y la predicación, en el contexto de la adoración del Nuevo Testamento.

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Una lección de humildad

J.C. Ryle

Y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno (Mateo 2:23).

Observemos que lección de humildad nos enseña el lugar donde habitó el Hijo de Dios, cuando estuvo en la Tierra. Vivió con su madre y con José “en la ciudad que se llama Nazaret”.

Nazaret era una ciudad pequeña de Galilea. Era un lugar oscuro y apartado, que no se menciona en el Antiguo Testamento ni una sola vez. Hebrón, y Silo, y Gabaón, y Ramá y Bet-el eran lugares mucho más importantes. Pero el Señor Jesús los pasó por alto a todos, y escogió a Nazaret. ¡Eso era humildad!

El Señor Jesús vivió en Nazaret unos treinta años. Fue allí donde creció y pasó de la infancia a la niñez, de la niñez a la adolescencia, de la adolescencia a la juventud y de la juventud a la madurez. No sabemos mucho acerca de cómo pasó esos treinta años. Lo que sí se nos dice expresamente es que “estaba sujeto a María y José” (Lucas 2:51). Es muy probable que trabajara en la carpintería de José. Solo sabemos que casi cinco sextas partes del tiempo que el Salvador del mundo estuvo en la Tierra las pasó entre los pobres de este mundo y totalmente apartado. ¡Ciertamente, eso era humildad!

Soledad en un mundo de miles de amigos

Jeremy Walker

Con anterioridad, hemos tratado en este blog las limitaciones que tienen Facebook y otras páginas de redes sociales a la hora de utilizarlas como medio de conseguir y mantener amistades verdaderas. Asimismo, soy consciente de que esta regla general tiene innumerables excepciones. A veces, una amistad ya existente no solo se mantiene sino que se ve reforzada.

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