James W. Alexander
Una carta a mi querido hermano:
Hay muchas cosas a las cuales es correcto que atiendas, pero hay una sola cosa que tiene importancia por encima de todas las demás: la salvación de tu alma. Aprender es bueno, pero si obtuvieras todo el aprendizaje posible, solamente te haría desgraciado si fueras echado al Infierno. Y así es con todo lo demás. Si, mediante la bendición de Dios, finalmente vas al Cielo, te irá infinitamente bien aun si has sido pobre y despreciado, miserable e ignorante.
Sabes que no deseo que descuides tu aprendizaje, pero tengo mucho más temor a que descuides las cosas eternas. Este es el verdadero aprendizaje; esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado1. Eso es lo que la Biblia llama sabiduría. Puede que un hombre sea un erudito en las cosas terrenales y, sin embargo, muy necio. ¿Qué puede ser más necio que regalar el gozo eterno para obtener unos cuantos años de placer? Eso es lo que hacen muchos hombres sabios según el mundo. El temor del Señor es el principio de la sabiduría2. Un niño a quien se le enseña sobre Dios sabe más de las cosas divinas de lo que sabía Sócrates.
Adaptado por D. Scott Meadows de «El matrimonio cristiano en un mundo cambiante»
Introducción
Chapel Library acaba de publicar un cuadernillo escrito por A. N. Martin en colaboración con otros pastores. Es un manual para una boda cristiana celebrada en una iglesia, y presidida por un pastor. Aboga por que se piense en ello como un culto de adoración pública que debería validar e ilustrar el evangelio, y no presentar ninguna piedra de tropiezo a los asistentes. Este manual trata algunas cuestiones muy prácticas como el voto de sumisión de la esposa a su marido, el requisito de un atavío modesto y advertencias en cuanto a la bebida y el baile en la recepción de la boda.
Los pastores implicados en la elaboración de este manual tomaron conciencia de la necesidad de unas normas al comprobar que quienes profesan ser cristianos se muestran cada vez más mundanos que en los años pasados, en su forma de celebrar las bodas. Este cuadernillo será de gran ayuda para los pastores y las parejas a la hora de evitar malentendidos y problemas ya que podrán ponerse de acuerdo con antelación sobre los temas que en él se tratan.
Las críticas recibidas por el autor con respecto a estos criterios y prácticas le han llevado a incluir una postdata sobre el legalismo que es de gran utilidad en un ámbito aún más amplio de la casuística cristiana. En agradecimiento, la resumimos a continuación.
Noble D. Vater
“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de ¡Qué buenísimo pastor es el Señor! Toda su palabra evidencia su gran amor y cuidado tierno para su pueblo escogido…
Albert Mohler
La separación efectiva entre sexo y procreación puede ser una de las marcas más importantes de nuestra era, y también una de las más siniestras. Los evangélicos estadounidenses se están dando cuenta, y esto amenaza con desatar una tormenta.
La mayoría de los protestantes evangélicos acogieron con aplausos y alivio la llegada de las técnicas modernas de control de la natalidad. Dado que carecían de una teología sustancial del matrimonio, el sexo o la familia, los evangélicos dieron la bienvenida a «la píldora» casi del mismo modo en que el mundo celebró el descubrimiento de la penicilina: como un hito en la marcha inevitable del progreso humano y la conquista de la naturaleza.
William Gurnall
La Palabra es el espejo en que vemos reflejado a Cristo, y al verle, nos transformamos a su imagen por el Espíritu Santo. Si el espejo está roto, nuestro concepto de él se distorsiona, mientras que la Palabra en su claridad real nos muestra a Cristo en toda su gloria. De lo que se deduce que Satanás no solo golpea a Dios cuando ataca la verdad, sino que también golpea a los cristianos. Si puede llevarlos al error, debilitará—si no lo destruye—el poder de la piedad en ellos.
El apóstol une el espíritu de poder y el de dominio propio (cf. 2 Ti. 1:7). Se nos exhorta a desear “la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis…” (1 P. 2:2). Al igual que la leche diluida, la Palabra mezclada con el error no es muy nutritiva. Todo error, por inocente que parezca, es un parásito. Así como la hiedra mina la fuerza del árbol en que se enreda, el error socava la fuerza de la verdad. El alma que se alimenta de la verdad contaminada no puede crecer sana.