La seguridad del cristiano I
Arthur Pink
“Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
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Arthur Pink
“Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
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Arthur PinkArthur Pink
“Ahora, pues, ninguna condenación hay”. El octavo capítulo de la Epístola a los Romanos concluye la primera sección de esa maravillosa carta. La palabra “pues” puede considerarse de dos formas..
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Albert Mohler
El 3 de noviembre del 1921, J. Gresham Machen presentó un discurso titulado «¿Liberalismo o cristianismo?». En aquel famoso alegato, posteriormente ampliado y convertido en el libro Cristianismo y Liberalismo, Machen argumentó que el cristianismo evangélico y su rival liberal eran, en efecto, dos religiones sumamente distintas.
Su afirmación se convirtió en una de las cuestiones polémicas que formaron parte de las controversias fundamentalistas/modernistas de la década de 1920 y más allá. En realidad, Machen tenía toda la razón: el movimiento que se autodenominó cristianismo liberal estaba destrozando las doctrinas fundamentales de la fe cristiana, mientras seguían afirmando que el cristianismo era «una forma de vida» y un sistema de significado.
El mundo entero cambió el martes. Al menos, eso fue lo que muchos querían que creyéramos. La revista Smithsonian, publicada por la Institución Smithsonian, declaró que las noticias emitidas ese día eran «capaces de estremecer al mundo de la erudición bíblica y demás». ¿De veras?
¿Cuáles eran estas noticias? La catedrática Karen King, de la Escuela de Teología de Harvard, anunció en una conferencia en Roma que había identificado el fragmento de un papiro antiguo que incluía la frase: «Jesús les dijo: “Mi esposa”».
La infidelidad es uno de los pecados mas preponderantes en esta época impía en que vivimos. En el mundo de los negocios, dar la palabra de uno, con muy raras excepciones, ya no es algo en que se pueda confiar. En el mundo social, la infidelidad matrimonial abunda por todas partes, los vínculos sagrados del matrimonio se rompen con la misma facilidad que se descarta una vieja prenda de vestir. En el terreno eclesiástico, miles han prometido solemnemente predicar la verdad que no tienen ningún escrúpulo en atacarla y negarla. Ni puede el lector o el escritor declararse completamente inmune a este terrible pecado: ¡De cuántas maneras hemos sido infieles a Cristo y a la luz y los privilegios que Dios nos confió!
© 2019 Heraldo de Gracia