D. Scott Meadows
«Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mt. 6:12).
El pecado es la cuestión crucial en cualquier consideración de la vida cristiana. Si esto falla, todo lo demás se deforma. A pesar de todo, una contemplación bíblica del pecado es muy contracultural, demasiado «negativa»; sí, es negativa, pero necesaria. «El pecado es la falta de conformidad con, o la transgresión de, la ley de Dios» (WSC 14; cf. 1 Jn. 3:4). Un niño pequeño informó en una ocasión que el sermón que había oído trataba sobre el pecado. «¿De qué en concreto al respecto?», le preguntó su padre. «¡Estaba en contra de él!» (cf. Tit. 2:12).
D. Scott Meadows
Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día (2 Co. 4:16).
En este mundo existen muchas cosas que nos desalientan. La vida está llena de decepciones, dolor físico, angustia y sufrimiento de todo tipo. Nadie está exento de las circunstancias que amenazan con llenarnos de una sensación de desesperanza y melancolía.
Es evidente que ustedes están recibiendo su parte de dificultades, porque necesitan el cuidado especial de estas buenas instalaciones de SunBridge. Quiero asegurarles que cuentan con nuestro amor, nuestra comprensión y nuestras oraciones en la Iglesia Bautista Calvary.
J.C. Ryle
“Plata de deshecho” (Jeremías 6:30).
“[Nada] más que hojas” (Marcos 11:13).
“No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18).
“Tienes nombre de que vives, pero estás muerto” (Apocalipsis 3:1).
Si profesamos tener una religión, procuremos que esta sea auténtica. Lo afirmo enérgicamente y repito lo dicho: preocupémonos de que nuestra religión sea auténtica.
J.C. Ryle
A veces ves hombres desbordantes de celo por la vestimenta, los gestos, las posturas, la decoración de la iglesia, los servicios religiosos diarios y la comunión frecuente, cuando es evidente que sus corazones están en el mundo.
J.C. Ryle
Es curioso e instructivo observar cómo la historia se repite y cuánta semejanza hay entre los corazones humanos a través de todas las épocas. Ya en la iglesia primitiva, según afirma el canónigo Robertson, “acudían muchas personas a la iglesia para las grandes ceremonias cristianas, y a los teatros, y hasta a los templos para los espectáculos paganos.