El chisme
El que anda en chismes revela secretos, pero el de espíritu leal oculta las cosas (Proverbios 11:13).
La mayor parte de nuestra sabiduría yace en la elección prudente de nuestros amigos. Un amigo bien escogido endulza la vida presente y nos ayuda en nuestro caminar hacia la vida celestial. Un amigo indigno nos decepcionará, nos afligirá y nos llenará de remordimientos. ¿Pero qué tipo de personas debemos evitar o escoger por amigos? No debemos escoger a quien se complace en decir todo lo que sabe. Puedes estar seguro de que tal persona traicionará tus confidencias; porque aunque no lo haga con malignidad, sus ansias por repetir cualquier secreto que haya oído le resultarán una tentación irresistible de sacar a la luz todo lo que le hayas contado.
La Escritura, no obstante, no condena todas las revelaciones de los secretos. Hay algunas cosas que las leyes de la justicia y la caridad nos obligan a desvelar (cf. Lv. 5:5; 1 S. 20).
Pero cuando un hombre es capaz de arriesgarse a inquietar y disgustar a su prójimo publicando asuntos que no pueden beneficiar a quienes los oigan, entonces eso es señal de que tal hombre no tiene dominio sobre su lengua.
Por el contrario, debes escoger por amigo a aquella persona que tenga un espíritu sincero y fiel. Tu corazón se sentirá aliviado de sus penas al descargarlas sobre su seno; y podrás tener la plena seguridad de que ese amigo no te alarmará divulgando con su parloteo aquello que no deseas que sepa todo el mundo.
Aquí vemos que un espíritu bien gobernado sabe dominar su lengua. Una lengua descontrolada demuestra que hay ligereza en el corazón, o alguna cualidad peor. Y si el espíritu es fiel, la lengua será prudente y amable. La comunicación entre el espíritu y la lengua es tan fluida que la una descubrirá con toda certeza la calidad del otro, “[…] porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt. 12:34).
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos. Este libro está disponible en Cristianismo Histórico.