¿Sola cultura?
D. Scott Meadows
Por todas partes oímos el clamor que pretende cambiar la Iglesia y su ministerio. Nadie niega que la Iglesia necesite un cambio, pero la pregunta es ¿en qué sentido?
Muchos aconsejan el cambio apelando a consideraciones básicamente «horizontales». «Mire a su izquierda, mire a su derecha, mire a su alrededor. ¿Ve lo que están haciendo? ¿Ve lo que dicen las encuestas? ¿Se da cuenta de lo que funciona en las iglesias que no paran de crecer?». Podríamos apodar esta perspectiva sola cultura, y con razón. Se define como cultura «las costumbres, los logros, los productos, las actitudes, etc. que son distintivos de una sociedad o grupo; su forma de vida”.1 Recurrir a lo meramente humano y cultural en busca de dirección para introducir un cambio en la Iglesia es, básicamente, una mirada horizontal. Cuando una oveja mira a otras ovejas para orientarse, el resultado es que todo el rebaño se pierde. Y todavía es peor si siguen a los lobos. Ninguna de nuestras iglesias locales es perfecta, y, por tanto, ninguna ha alcanzado el nivel de fiabilidad que sirva de referente a todas las demás. ¿Y quién podría expresar de forma adecuada la profunda insensatez de sondear a personas que nunca han asistido a una iglesia, como han hecho Barna y otros, en busca de dirección para el ministerio eclesial? Ponen patas arriba Romanos 12:2, distorsionándolo hasta dejarlo así: «Y sean conformados a este mundo, permaneciendo tal como están en sus pensamientos, para que puedan demostrar cuál es la voluntad impía, aceptada y pragmática de la gente».
El grito de batalla de la Reforma que puso al mundo boca abajo fue sola Scriptura. Era la mirada vertical, llena de fe y constancia de los creyentes sabios que buscaban dirección en todo, hasta en la doctrina de la Iglesia y en el ministerio. Sin repudiar lo verdadero, bueno y correcto de la antigua tradición de la Iglesia,2 esta postura y esta práctica espirituales siempre miraron hacia arriba, a la única Cabeza de la Iglesia: Jesucristo, el Pastor Supremo, con una fe implícita y escuchando obedientemente Su voz. El compromiso ejemplar de seguir Su Palabra en la Escritura llevó a los Reformadores, con la bendición de Dios, a recuperar el verdadero evangelio y a restaurar la adoración y el ministerio de la Iglesia a un nivel de pureza y poder rara vez observado antes o desde aquel momento.
Los oponentes de sola Scriptura insistieron en que seguían tomando en cuenta las Escrituras. Afirmaban argumentar tan solo que la Tradición tiene un lugar junto a ellas en igual consideración. Los Reformadores vieron más allá de todo esto. Se dieron cuenta de que, en realidad, la Tradición estaba usurpando la autoridad exclusiva de las Escrituras sobre la Iglesia y que se había ido alejando del estándar verdadero y correcto de Dios.
Las mismas viejas excusas se escuchan hoy de la boca de quienes defienden la sola Cultura. Insisten en que no le están negando su lugar a las Escrituras y que nosotros, quienes consideramos que solo las Escrituras tienen la autoridad determinante, carecemos de compasión para alcanzar a las personas. Pero sabemos que no hay consejo más compasivo que el de Dios. Además, otorgar a las consideraciones culturales un lugar igual al de las Escrituras es algo de todo punto imposible. Ninguna iglesia puede servir a dos señores. Lo que ellos aconsejan equivale a rebelarse contra Cristo el Señor.
La verdad no queda determinada por el resultado de una encuesta. La política de los sujetos es peligrosa. La muchedumbre vociferó alrededor de la cruz: «¡Crucifícale!»; y lo consiguió sin resistencia de manifestantes que defendieran la Escritura solamente. La conciencia horizontal de la gran necesidad de nuestro mundo actual es una buena cosa, desde luego. Pero cuando se trata del camino hacia adelante de la Iglesia de Cristo, debemos mantener los ojos fijos en el Señor y escuchar tan solo Su Palabra.
—Dr. Scott Meadows, Pastor
Calvary Baptist Church (Reformada)
Exeter, New Hampshire USA
http://cbcexeter.sermonaudio.com
Notas:
1. Según el Shorter Oxford English Dictionary (sixth edition) [traducción literal] 2. Sola Scriptura: «Solo las Escrituras»; la consigna de la Reforma al establecer la base de una declaración doctrinal cristiana renovada y reformada. Encontramos el concepto de sola Scriptura [solo las Escrituras] como norma principal y absoluta de la doctrina en los cimientos de los primeros intentos protestantes del sistema teológico […]. Las Escrituras se identificaban como el principium cognoscendi, el principio del conocimiento o fundamento cognitivo de la teología y se describía doctrinalmente en términos de su autoridad, claridad y suficiencia en todos los asuntos de fe y de moral. Finalmente, se debería puntualizar que sola Scriptura nunca pretendió ser una negación de la utilidad de la tradición cristiana como norma subordinada en teología. Las opiniones de los Reformadores se desarrollaron a partir de un debate en la teología medieval tardía en cuanto a la relación de la Escritura y la tradición; una parte consideraba que ambas eran normas equivalentes, y la otra opinaba que la Escritura era la norma absoluta y, por tanto, previa, pero que le permitía a la tradición un papel derivado, aunque importante, en la declaración doctrinal. Los Reformadores y los protestantes ortodoxos sostuvieron el segundo punto de vista» (Muller, R. A. (1985), Dictionary of Latin and Greek Theological terms [Diccionario de términos teológicos latinos y griegos], extraído principalmente de la teología escolástica protestante. Grand Rapids, Mich.: Baker Book House).