El milagro que más importa
Muchos consideran que el mensaje cristiano es irrelevante. Con franqueza, gran parte de lo que se suele considerar como tal es, en verdad, irrelevante, aburrido y trivial. «Sé una buena persona» (¿Quién no sabe esto?). «Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida» (bueno, entonces, todos estamos bien). «Ten una vida con propósito» (prefiero divertirme). «Puedes tener la mejor vida ahora» (bueno, la verdad es que no es tan mala [bostezo]).
El moralismo, el universalismo, el «propósito-ismo», la salud y la riqueza, nada de esto es el mensaje cristiano. Parte del problema consiste en que esas personas ni siquiera saben lo que es. ¿Cómo podrían, pues, considerar de una forma razonable que es irrelevante?
Nada podría ser más relevante para usted que el mensaje cristiano bíblico. Esto se debe a la naturaleza (divina, práctica, consecuente) y la verdad (histórica, verificable) del mismo. Ese mensaje no es, fundamentalmente, un ideal, un programa, un desafío o, tan siquiera, un consuelo. Son nuevas que informan sobre algo que ocurrió de verdad, algo tan supremamente maravilloso, tan por encima de cualquier otra noticia, que merece recibir el nombre de Buenas Nuevas, evangelio, Evangel (gr.), Bona Annuntiatio (lat.).
Estrictamente hablando, lo que usted haga con el evangelio no forma parte de él. Lo que se denomina evangelio trata sobre lo que Dios ya ha hecho. Demuestra las mejores noticias de todas para aquellos que lo creen, y las peores nuevas para quienes persisten en un escepticismo no razonable. Básicamente, ninguna neutralidad es posible. Son unas noticias de suma importancia que dividen a toda la humanidad en dos grupos: los que irán a mejor y los que irán a peor, y, en última instancia, los eternamente redimidos y los que serán destruidos por toda la eternidad.
Este evangelio se declara de forma sucinta en 1 Co 15.3b-5a. (1) Trata íntegramente de Cristo. (2) Trata absolutamente de la misión que llevó a cabo. (3) Trata por completo de dos acontecimientos y su prueba (murió/fue sepultado; resucitó/lo vieron). (4) Trata de la interpretación bíblica de aquellos sucesos (sacrificio de expiación, realización de la profecía). (5) Es una revelación divina que ha de proclamarse, y no la opinión de alguien que se pueda debatir. (6) Tiene las implicaciones más profundas para tu vida y tu futuro. (7) Incluye el milagro que más importa de toda la historia humana, por encima de cualquier otro real o presunto, y más importante para ti, tanto en lo personal como en lo objetivo, creas o no.
Al final, todo gira en torno a la resurrección de Cristo. Si la predicación que hacemos de ella es falsa, los cristianos son «los más miserables de todos los hombres», «los más dignos de conmiseración». Si es cierta, entonces las cosas están totalmente a la inversa. El cristianismo es fundamentalmente verdadero o falso. Si es veraz, entonces debes creer como cristiano, y vivir y morir como tal. Si es falso, mejor que no hables bien de los que sí lo somos. No seríamos más que un fraude.
Ahora, considera la lógica impecable de 1 Co 15:12-23 (léelo).
EN LAS ENCRUCIJADAS (V. 12)
«Sí» no es hipotético, sino que establece la siguiente conjetura a considerar. La proclamación apostólica de la resurrección de Cristo es un hecho. Entonces, «¿cómo pueden decir algunos de ustedes que no hay resurrección de los muertos?». Deducimos que algunos de los miembros de la iglesia de Corinto, quizá tan solo unos cuantos, decían esto mismo. Su enseñanza exacta es difícil de determinar, por no decir imposible, pero, la mayoría de los comentaristas creen que pocos, si es que había algunos, negaban la resurrección de Cristo; no obstante, algunos no fueron capaces de seguir hasta el final las consecuencias lógicas, éticas y escatológicas de lo que significaba participar de la resurrección de Cristo (Comentario del Nuevo Testamento griego internacional).
¿Cómo podía negar la resurrección cualquiera que perteneciera a la iglesia cristiana? Es ultrajante, pero sigue ocurriendo (p. ej., el hiperpreterismo: la resurrección solo es pasado, 70 A.D.).
Aquí, «resurrección» no se refiere a un mero regreso a la vida física, como en el caso de Lázaro, que volvió a morir (cf. Jn. 12). Aquí, alude a la resurrección corporal, a una redención completa del cuerpo para la vida en la nueva creación. Hasta el momento, solo Cristo ha resucitado de este modo, pero su resurrección garantiza la de los demás.
«¿Cómo puedes decir esto?» sugiere una consideración más profunda de las implicaciones.
SI NO HAY RESURRECCIÓN (vv. 13-19)
1. Entonces ni siquiera Cristo ha resucitado (vv. 13, 16). Evidentemente, esto va más allá de lo que decían los falsos maestros dentro de la iglesia, pero es una consecuencia necesaria, aunque ellos se habrían negado a admitirlo. Cristo no solo no resucitó de los muertos, sino que «Cristo no ha resucitado», es decir que no es inmortal ahora. La gramática indica que «Cristo está ahora, y sigue estando, en la condición de alguien que resucitó de los muertos» (Lenski sobre 15.4), es decir, que está vivo eternamente en todos los sentidos. Esta «conclusión imposible» refuta la hipótesis.
2. Vana es entonces nuestra predicación, y vana también nuestra fe (vv. 14, 17). Esto se deriva, de forma más obvia, de la primera suposición anterior, ya que el mensaje cristiano fundamental y la fe de los cristianos son Su resurrección. «Vana» significa «desprovista de valor intelectual, moral o espiritual, vacía… sin ninguna base, sin poder alguno» (BAGD). Junto con esto viene, necesariamente, «todavía estáis en vuestros pecados», todavía estáis (plural) bajo la ira y tendréis que enfrentaros al Día del Juicio, nuestro problema más desesperado.
3. Entonces, los apóstoles han mentido sobre Dios (cf. v. 15). «Falsos testigos» es un lenguaje de tribunal, de gran seriedad (cf. 9c, Éx. 20:16; Pr. 19:5, 9), en especial cuando uno se toma a sí mismo, equivocadamente, como portavoz de Dios (cf. Ez. 13:8-9). ¡Traza una línea en la arena! Verdadero o falso; no existe otra alternativa.
4. Entonces, también los que han dormido en Cristo han perecido (v. 18). «Perecido» tiene el sentido adverso más fuerte estar perdido por completo y para siempre, el más muerto de los muertos, perdido en el sentido espiritual (trad. Comentarios). Sin resurrección, su fe vana los habría conducido a la perdición eternal.
5. Entonces, los cristianos vivos son los más dignos de lástima (v. 19). 19a: «Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente», es decir, que esa esperanza es un engaño que demuestra ser falsa en la vida venidera. Es como decir: «Si el cristianismo no es la verdadera religión que salva». 19b: «somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima» (es decir, miserables), porque 1) habremos vivido una vida de dificultad, abnegación, sufrimiento y posible martirio, pero sin razón; 2) las esperanzas decepcionadas son peores que no haber tenido ninguna; 3) sacrificaríamos el disfrute presente y perderíamos la vida eterna futura; 4) no hay perdón de pecado presente ni herencia en el Cielo; 5) esperan la restauración de todas las cosas en el Cielo (del resumen exegético de 1 Co 10—16).
PERO CRISTO HA RESUCITADO (vv. 20-23)
El v. 20a es el sonido de una trompeta gozosa y confiada, en contraste con el «si» de desaliento, con sus consecuencias lógicas en los vv. 13-19 de no haber resurrección. ¿Cuál es, pues, el glorioso y lógico resultado de que Cristo haya resucitado?
Por lo general, lo primero vuelve del revés todos los «entonces» pesimistas: 1) la predicación del evangelio y la fe cristiana son verdaderas, preciosas y beneficiosas. 2) Los apóstoles son verdaderos profetas de Dios con hermosos pies (Is. 52:7; Ro. 109:15). 3) Los cristianos fallecidos están felices en el Cielo ya en estos momentos, y los creyentes vivos están destinados a la gloria eterna. 4) Todos los cristianos son objeto de envidia, porque son los más bendecidos tanto aquí como más allá de la vida.
Todo esto se insinúa, pero Pablo sigue explicando con mayor detalle las implicaciones de que Cristo haya resucitado de los muertos.
1. Cristo es la primicia de aquellos que durmieron (v. 20b). «Los que durmieron» alude a aquellos cristianos que han muerto, y que se mencionan en el v. 18. Las «primicias» es una idea impregnada del pensamiento del Antiguo Testamento y de las costumbres judías (cf. Pr. 3:9-10).
Pablo usa aquí la imagen del primer ejemplar de una cosecha. Este fruto o grano se ofrecía a Dios, sobre todo en el día siguiente al día de reposo de la Pascua. Se entendía la primera producción de grano como símbolo de la promesa de Dios y la esperanza del pueblo de que el resto de la cosecha vendría después. Por tanto, la palabra «garantía» del título «Cristo, garantía de la resurrección», de esta parte del capítulo, es una buena traducción (UBS Handbook). La resurrección histórica de Cristo y su inmortalidad eterna es la garantía de que nuestra fe evangélica es sensata y nuestra esperanza de gloria (v. 19) ya se ha asegurado; con toda certeza, se cumplirá por completo al final.
Cualquier pecador sensato debe admitir que si el mensaje cristiano es veraz y Jesús ha resucitado verdaderamente de forma física y eterna, entonces este hecho lo cambia todo. Es decir que
La resurrección de Cristo es el milagro que más importa
Para ti, oh escéptico, equivocarte sobre esta cuestión equivale a estar perdido ahora y para siempre, ¡a menos que te arrepientas! ¿Por qué basar todo tu bienestar eterno en la absurda noción de que la Biblia es una mentira de principio a fin, un esmerado fraude, y que toda la fe cristiana es mala? Y esto es así: si no es la verdad, entonces ha de ser mala.
Dado que Cristo ha resucitado, los no cristianos son aquellos cuyas creencias son vanas, sin poder y meras mentiras; son los que perecen, los más dignos de lástima, etc.
2. Cristo es el Hombre representativo que salva a todo su pueblo (vv. 21-22). Pablo nos muestra la correspondencia entre la forma en que la humanidad se perdió y cómo se salva: mediante dos hombres, dos representantes, Adán y Cristo.
«La muerte entró por un hombre» la caída del hombre que pasó de la vida a la muerte. Adán, bajo supervisión, para toda su posteridad que descendiera de él mediante generación ordinaria (con la única excepción de Cristo). «Ya que» sugiere una idoneidad y una conveniencia con el plan divino de salvación. Dios también salva al hombre utilizando medios humanos, lo levanta de entre los muertos para vida. Dios asumió la naturaleza humana en Cristo con el propósito de matar a la muerte mediante la muerte, y triunfando sobre ella por la resurrección. «En Adán» y «en Cristo» los identifica como los dos grandes representantes de todos los seres humanos. En la caída de Adán todos pecamos (y todos fuimos sentenciados a muerte). Del mismo modo, todos los que están en Cristo serán devueltos a la vida (generación espiritual y resurrección física).
Esta salvación de todo su pueblo escogido es la consecuencia de que Cristo resucitara de entre los muertos.
3. Todo el pueblo de Cristo tendrá una vida de resurrección a Su regreso (v. 23).
Contraste y comparación entre la primera y la segunda venida de Cristo. Su resurrección ocurrió en Su primera venida; la nuestra tendrá lugar en Su segunda venida (ver 1 Ts. 4:13-18). Experimentaremos nuestra «glorificación», «una obra de poder transformador mediante la cual Dios nos convertirá por fin en criaturas sin pecados, con cuerpos inmortales» (Packer, Concise Theology, «General Resurrection» [Teología concisa, «Resurrección general»].
POR ESTA RAZÓN, ¡la resurrección de Cristo es el milagro que más importa!