Gran oposición y su remedio (Sal. 119:23)
Aunque los príncipes se sienten y hablen contra mí,
tu siervo medita en tus estatutos (Sal. 119:23).
La mayoría de nosotros nos sentimos heridos cuando alguien nos critica, ¡pero cuánto mayor sería la prueba si aquellos que tienen autoridad suficiente sobre nosotros ejercieran su poder oficial para condenarnos! Aunque hoy en día sería algo raro, muchos de nuestros hermanos tuvieron que sufrir esa terrible experiencia a lo largo de la historia de la iglesia. El salmista testifica que ha soportado ese tipo de aflicción personal y nos dice cuál es el remedio que ha encontrado.
No utilizamos el término “remedio” en el sentido de una cura, que le saca de las circunstancias dolorosas, sino como de una “terapia”, que le reconforta mientras las está atravesando con la ayuda de saber lo que debe hacer y fortalecido para llevarlo a cabo.
Un verdadero cristiano recurre a la meditación de la Palabra de Dios cuando se enfrenta a una gran oposición.
Aunque no nos enfrentemos exactamente al mismo problema, tenemos la posibilidad de beneficiarnos de un cuidadoso examen de este precioso texto.
GRAN OPOSICIÓN
“Aunque los príncipes se sienten y hablen contra mí”. La Palabra hebrea para “príncipes” no significa necesariamente que sea alguien de la realeza, pero implica que se trata de personas que tienen autoridad gubernamental de un tipo u otro. Significa “gobernantes [aquellos] que tienen dominio sobre [otros]” (TWOT). Estos estaban “sentados” en su cargo, como en una asamblea o tribunal y hablaban de alguna manera como por ejemplo conspirando contra alguien o condenando judicialmente. Las personas que le hacían reproches y menospreciaban al salmista no eran las únicas (Sal. 119:22), sino que también lo hacían los gobernantes que tenían poder para hacerle un gran daño.
David experimenta esto personalmente tras haber sido elegido de forma divina y ungido para servir como próximo rey de Israel, antes de ascender al poder, mientras el infiel Saúl permanece aún sobre el trono asistido por sus conspiradores. Saúl, celoso de que David hubiese conseguido matar a Goliat y sintiéndose amenazado por el meteórico ascenso a la fama y popularidad de éste, le menospreciaba y había decidido eliminarlo. Las circunstancias de David fueron tan precarias durante un largo tiempo que tuvo que huir para preservar su vida, escondiéndose como un fugitivo en el desierto, teniendo incluso que refugiarse entre los filisteos que adoraban a los ídolos. Durante ese periodo de su vida, dijo: “Ciertamente, vive el SEÑOR […] que apenas hay un paso entre mí y la muerte” (1 S. 20:3). A través de los registros históricos sabemos que Dios guardó a David de todos los obstáculos y llegó a ser uno de los mayores reyes de Israel.
Siglos después, el Hijo de David también tuvo que enfrentarse a una gran oposición de las autoridades gubernamentales tanto judías como gentiles. Jesús fue condenado por los dirigentes judíos (el Sanedrín), Herodes y Poncio Pilato, y fue sentenciado a morir en una espantosa crucifixión.
¿Qué hicieron estos hombres de Dios en el crisol de tan grande y amenazante oposición opresora?
UN REMEDIO BAJO UNA GRAN OPOSICIÓN
En ambos casos, y junto con los santos de todos los tiempos, recurrieron a la comunión con Dios en Su Palabra, las Santas Escrituras, y por medio de ella: “tu siervo medita en tus estatutos.” Sal. 119:161 está muy cerca de este pensamiento: “Príncipes me persiguen sin causa, pero mi corazón teme tus palabras.” Este temor inspira la meditación sobre el texto sagrado y, la reflexión aumenta el temor reverencial.
Que la persecución del gobierno sea solo temporal o que finalmente llegue al martirio, esta disciplina de meditación espiritual sobre la Palabra de Dios es siempre el camino más seguro y más confortable para los verdaderos creyentes. La meditación bíblica nos fortalece para permanecer fieles a Dios a pesar de tantas presiones intimidantes a la transigencia. Nos distrae para que no pensemos solo en nuestros problemas. Nos consuela haciéndonos sentir que las pruebas son solo temporales, y que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada (Ro. 8:18). Nos inspira con la valiente fidelidad de nuestros hermanos de otros tiempos, y en las peores circunstancias imaginables, de manera que seamos más atrevidos a la hora de hablar la Palabra sin miedo. (Fil. 1.12-14).
Christopher Love fue un fiel ministro puritano de Dios, sumamente piadoso que tuvo que enfrentarse a la ejecución por decapitación el 22 de agosto de 1651. Había sido injustamente condenado a muerte por el gobernador de Inglaterra, pero Love “tuvo control de sí mismo” con impresionante y valiente elegancia. Mientras estaba sobre el cadalso con el verdugo, se le permitió hablar. Hizo declaraciones sobre el caso para los registros y luego predicó las verdades que le parecieron más beneficiosas para los que le oían. Nos gustaría compartir algunos extractos importantes de su discurso final para que puedan ustedes apreciar su espíritu, aunque esto no es más que una porción. Merece la pena leer el relato completo.1
En este día me convierto en un espectáculo para Dios, los ángeles y los hombres. Entre estos últimos, soy dolor para los piadosos, motivo de burla para los perversos y un espectáculo público para todos. Con todo, bendito sea mi Dios porque no soy un terror para mí mismo. Aunque solo queda muy poco entre yo y la muerte, esto conforta mi corazón: hay muy poquito entre yo y el cielo…
Muchos consideran que no sufro por la Palabra de Dios, o por conciencia sino por entrometerme en temas de estado. A esto diré brevemente que es un antiguo pretexto del diablo imputar la causa de los sufrimientos de la gente de Dios a artimañas contra el estado, cuando en realidad su religión y su conciencia son las que se ven perseguidas por…
Este cadalso es el mejor púlpito en el que he predicado. En el de mi iglesia y por medio de Su gracia, Dios hizo de mí un instrumento para llevar a otros al cielo. Pero en éste púlpito Él me llevará a mí al cielo. Estas son las últimas palabras que pronunciará en este mundo, y es posible que le dé más gloria a Dios por este discurso sobre un cadalso de lo que he hecho por muchos sermones en un púlpito…
Bendigo a mi Dios porque no siento la más mínima aflicción en mi espíritu, sino que con mucha serenidad me echo sobre el tajo (espero hacerlo) como si fuese a acostarme sobre mi cama, o a tomar mi descanso… Y ahora voy a encomendar mi alma a Dios y a recibir mi golpe fatal. Me siento reconfortado con esto: aunque los hombres me maten, no pueden condenarme; y aunque me echen del mundo, con todo no pueden dejarme fuera del cielo. Voy a mi hogar lejano y vosotros al vuestro cercano; pero os digo que yo estaré en casa antes que vosotros. Estaré en la casa de mi padre antes de que vosotros estéis en vuestras propias casas…
Ahora bien, ¿cómo puede nadie sentirse fortalecido para mantenerse firme ante un gobierno que tiene poder sobre su vida y hablar así, momentos antes de que le cortaran la cabeza? Solo por la fe que va creciendo al ir dedicando largas horas a la meditación acerca de los estatutos de Dios. Como explica Don Kistler, biógrafo de Love:
Christopher Love era covenanter. Una de las cosas que los hace únicos es el compromiso que tienen con la salmodia exclusiva y su estricta observancia del Sabbat […] Mary Love (amada esposa de Christopher) recordaba esto acerca de los días que su esposo pasó en las torres de Londres: “Se observó muchas veces que cantaba el salmo 56 y el 35, junto con otros muchos que convirtió en sus canciones en las horas de su peregrinación.” Las palabras de estos salmos son dignas de observar, y nos dan una apreciación adicional de cómo veía Love la grave situación en la que se encontraba (ibid.)
Sabiendo que estos salmos en concreto fortalecieron a nuestro hermano que sufrió el martirio, ayudándole a mantenerse firme, con todo el valor frente al gobierno de su tiempo y mirando a la muerte directamente a la cara, debemos leerlos con un interés mayor. En resumen, el salmo 35 es una súplica para que Dios trate con los enemigos y justifique a su santo que está oprimido. El salmo 56 es similar, excepto que enfatiza el consuelo que experimenta un creyente perseguido al recordar que Dios se compadece de él y que le concederá la liberación final.
Si la Palabra de Dios es un remedio en semejantes circunstancias catastróficas, entonces debe ser benditamente útil en problemas menores, pero tenemos la responsabilidad de aplicarla a las enfermedades de nuestra alma. No puedo insistir demasiado en la urgente necesidad que cada uno de ustedes tiene de llevar a cabo una meditación decidida, con mucha oración previa sobre cortos pasajes de las Escrituras y convertir esto en una disciplina diaria, excepto en aquellos días en que se vean real y providencialmente estorbados. Sin esto, perderán su resolución espiritual, al menos en gran parte. Sin meditar en las Escrituras se obsesionará con problemas mucho menos importantes y sufrirá sin necesidad. Empezará a perder la perspectiva y a pensar que las pruebas a las que se está enfrentando son mucho más grandes y largas de lo que lo son en realidad. Empezará a sucumbir a la cobardía y hará cosas que sabe que están mal porque otros le presionarán para que las haga. Permanecerá en silencio cuando deba hablar, y se odiará a sí mismo después por su propia timidez.
Un verdadero cristiano recurre a la meditación sobre la Palabra de Dios cuando se enfrenta a una gran oposición, e incluso antes de que ésta llegue. ¿Vivirá usted como un verdadero cristiano y disfrutará de las bendiciones que eso conlleva? ¡Que el Señor nos de su gracia para hacerlo así! Amén.
A Spectacle Unto God: The Life and Death of Christopher Love [Un espectáculo para Dios: vida y muerte de Christopher Love], por Don Kistler Soli Deo Gloria publications. Disponible en el Ligonier Ministries en: https://store.ligonier.org/product.asp?idDept=B&idCategory=PU&idProduct=SPE01BH
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