Mi delicia constante (Sal. 119:16)
Me regocijaré en tus estatutos;
No me olvidaré de tus palabras (Sal. 119:16).
Como ocurre en las escrituras con muchas de las declaraciones del alma piadosa, este texto presenta inmediatamente un rasgo espiritual compartido, hasta cierto punto, por todos los creyentes verdaderos; así mismo, establece la meta espiritual que debemos buscar fervientemente. Esto es porque el salmista declara tanto su sincero testimonio, como el anhelo de su corazón renovado. Por consiguiente, es útil como prueba de nuestra sinceridad y de exhortación a una madurez espiritual. ¡Meditemos principalmente sobre estos versículos como exhortación!
Dios le llama para que se deleite usted constantemente en Su Palabra
DELICIA Y CONMEMORACIÓN
El texto hebreo solo consta de cinco palabras, y una es de negación:
[Me regocijaré] [en tus estatutos]; [No] [me olvidaré] [de tus palabras]En hebreo, la primera palabra de cada línea suena de forma parecida: shaw-ah, y shaw-kakh (esta es la pronunciación. Obviamente, hay un fuerte juego de palabras aquí que conecta las dos ideas de deleitarse y [no] olvidarse. Como observó Thomas Manton hace mucho tiempo,
Están adecuadamente combinadas. El deleite evita el olvido: la mente se concentra en aquello en lo que el corazón se deleita; y éste está donde está el tesoro (Mt. 6:21). Los hombres mundanos, que persiguen ansiosamente los intereses naturales, olvidan la Palabra: no es su delicia. Si algo nos desagrada nos alegramos al poder olvidarlo, pero nuestro placer se duplica cuando se trata de algo que nos gusta recordar y rememorar. Un estudiante al que le desagrada el tema de la lección se olvida de lo que le enseñan; le entra poro un oído y le sale por el otro. El maestro que consigue que las lecciones no se olviden hace que los estudiantes se deleiten en lo que aprenden.1
A estas alturas ya deberíamos estar convencidos y aceptar el reto. ¿Nos resulta difícil recordar las palabras exactas de los pasajes de las Escrituras que hemos oído, y quizás leído muchas veces? Una vez tenidos en cuenta los obstáculos naturales ¿no es cierto que una gran parte de nuestro problema radica en la maldad que queda en nosotros y que estropea el placer que, de otro modo, hallaríamos en la Palabra de Dios? ¿No confesaríamos algunas veces una sensación de tedio al leer la Biblia o al escuchar un sermón, como un estudiante aburrido? Esto es para sentirse culpable ya que es una demostración de nuestra vergonzosa carnalidad.
DELEITE EN SU PALABRA
La palabra hebrea para deleite es sorprendentemente expresiva.
Ainsworth traduce la primera clausula de la siguiente manera:
me consolaré y me recrearé. ¡Grande es el placer que siente el corazón renovado en la palabra de Dios! Produce deleite; es habitual y destierra el olvido; es práctico y da vida a la piedad… La palabra es muy fuerte. Clarke dice: “brincaré y daré saltos de alegría.”… Dickson: “el gozo espiritual en objetos espirituales excede con creces cualquier felicidad por las posesiones mundanas.”2
Seguramente, como cristiano sincero, usted ha experimentado lo que casi se podría denominar euforia en sus mejores momentos con la Palabra. Esto puede y debería convertirse en algo más frecuente para nosotros. El verdadero hombre bienaventurado que se describe al principio del Salterio es aquel cuya delicia está en la ley del Señor, y en ella medita de día y de noche (Sal. 1:1-2).
Manton ofrece tres consejos para obtener ese gozo en la Palabra. El primero es conseguir una “idoneidad” para con la Palabra. Con esto quiere decir que debe haber una correspondencia entre las Escrituras y su alma: así como la Palabra de Dios es santa, usted también debe serlo si desea amarla. Esto no ocurrirá nunca sin la regeneración, avivamiento interno milagroso e instantáneo de los que están muertos en sus delitos y pecados. El evangelio nos llama al arrepentimiento de los pecados y a creer en Cristo. Cuando hemos cumplido con estos mandatos por gracia, descubrimos que Dios nos ha dado una afinidad fundamental con las palabras exactas de la Santa Biblia. Si usted no tiene esta afinidad todavía tendrá que nacer de nuevo.
En segundo lugar, Manton aconseja a los creyentes que “estén en condiciones de deleitarse en la palabra,” es decir, de acercarse a Dios empíricamente de manera que su seguridad de estar en estado de gracia esté bien fundada y sea firme. Entonces, cuando lea las Escrituras no le parecerá un mensaje de desastre, sino la promesa del favor de Dios ahora y de aquí en adelante. No es de extrañar que los no creyentes no sientan ningún entusiasmo por la Palabra de Dios ya que les reprueba por sus pecados y anuncia su inminente ruina a menos que se arrepientan.
En tercer lugar, Manton insta a “purgar el corazón de la falta de moderación carnal [aquí en figurado como enfermedades; “mala constitución de pensamiento” (1828 de Webster): lujuria, envidia, codicia, amor a los placeres.” Estos pecados crecen cuando descuidamos la Palabra y nos revolcamos en los placeres pecaminosos. “Un corazón terrenal no se deleitará en las cosas espirituales.” Incluso los creyentes verdaderos son propensos a una apostasía parcial o a una recaída. Por fe, debemos discernir esta infidelidad espiritual hacia el Esposo de nuestras almas, este flirteo con el mundo, y volvernos voluntariamente hacia el Señor (por gracia, claro está) para retomar nuestra comunión con Él. Así como una pareja de casados que se siente distanciada debe, aunque en un primer momento solo sea basándose en los principios más que por atracción romántica, decidir vencer muchas distracciones y pasar tiempo juntos en privado. Solo entonces podrán esperar razonablemente que las ascuas ardientes del amor marital se reaviven y sean una hoguera.
RECUERDE SU PALABRA
“No me olvidaré de tus palabras.” Esto es una decisión solemne anunciada en la presencia de Dios, y de confiada esperanza por gozar la gracia futura, basándose en que ésta ya ha sido concedida para que el salmista se deleite en la Palabra de Dios. Un anuncio semejante es a su vez una expresión de fe y glorifica el fiel amor de Dios para con el salmista. No está haciendo alarde de su auto suficiencia sino que se está regocijando en la constancia de la gracia de Dios que le guarda para siempre.
Debemos recordar la Palabra de Dios de forma intelectual, emocional y volitiva — es decir, debemos proponernos pensarla (no solo pensar en ella), amarla y ponerla por obra. Este es el tipo de recordatorio que surge de deleitarse habitualmente en ella. A medida que vamos sintiendo placer en ella, irá siendo cada vez más fácil meditar en ella, comprenderla y llevar a cabo sus mandamientos.
Charles Bridge es de gran ayuda pastoral aquí:
Se deben usar los medios, y se pueden sugerir ayudas. Estar alerta contra la influencia del mundo es de primordial importancia. ¡Cuánta semilla buena se ve ahogada por las espinas que brotan (Mt. 13:22)! Si nuestro corazón se refresca alguna vez con deleite espiritual, deberíamos tener el mismo cuidado de dar un paso fuera de lugar que nos meta en el mundo que de exponer el cuerpo sensible de un inválido a un ambiente húmedo e insalubre. Cualquier calor encendido en los deberes espirituales puede enfriarse por precipitarse imprudentemente, por un solo momento, en un clima poco amable. Recomendaríamos también una creciente atención a la Palabra… el ejercicio de la fe… el hábito activo del amor… todos ellos acompañados de una incesante oración por los dones del Espíritu Santo… Bajo su enseñanza celestial y el recuerdo ¡qué deleite encontraremos en los estatutos! ¡Qué bendito recuerdo de Su Palabra!3
Hermanos, no hay ningún secreto profundo e incomprensible para crecer en el deleite y el recuerdo de las palabras de las Escrituras. Los verdaderos hijos de Dios saben lo que se necesita, casi por intuición. Dedique mucho tiempo a la propia Palabra. Corte por completo de su vida cualquier entretenimiento que disminuya su amor por las Escrituras; quizás sean cosas legítimas que ha consentido con exceso. Cuando esta euforia que conoció una vez empiece a volver, usted se sentirá feliz de haber actuado basándose en el principio de recuperar el deleite en la Palabra de Dios.
Notas:
1. Works [Obras] VI.146 (considerablemente parafraseado)
2. Plumer, in loc.
3. Diccionario Merriam-Webster’s Collegiate.
4. Exposición sobre el Salmo 119, in loc.
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