Historia del protestantismo en España Parte I: Breve recuento de la historia protestante en España
Bonifacio Lozano
Estamos acostumbrados a considerar que nuestro tiempo es la verdadera y hasta casi única época de los grandes cambios y los sorprendentes avances. Cada día amanece con un nuevo descubrimiento, con hallazgos que nos abren caminos para la investigación, y para mejorar la vida cotidiana, de forma que lo extraordinario se ha convertido en algo cotidiano, y que cuando se hecha la vista atrás y se hace balance de lo que ha ocurrido, no ya en el ultimo siglo, sino en las ultimas décadas, comprobamos con admiración que el cambio es tan grande que se colapsa nuestra capacidad de asombro. Sin embargo, cada época tiene ocasiones de sobra para llenarse de asombro frente al cambio, y eso también es lo que ocurría en el siglo XV. De entrada, un acontecimiento de primera magnitud ha trastocado el conocimiento que se tenia de la tierra, se ha descubierto un nuevo continente por parte del reino de España, una nueva civilización, con todo lo que eso supone para la investigación y también para la codicia. Supone el encuentro de dos mundos que hasta entonces habían vivido independientes el uno del otro, sin que ninguno de los dos supiera de la existencia del otro.
Pero hay otro descubrimiento no menos importante: Ya en el siglo XVI, un navegante portugués al servicio del emperador Carlos V, llamado Magallanes, ha navegado siempre hacia el occidente, ha atravesado un paso que le ha dejado en el mar pacifico, y aunque murió antes de completar su odisea, Juan Sebastian Elcano, culminó el proyecto llegando a las rutas orientales, demostrando que la tierra es redonda, regresando a España en Julio de 1522. Este acontecimiento no puede pasarnos desapercibidos, porque conmociona la mente de los hombres sobre su concepto del lugar en el que habitan y sobre su fe basada en la tradición, trayéndoles preguntas inquietantes: ¿Cómo pueden sostenerse la tierra que siempre hemos creído que era plana? ¿Qué ocurría con los que vivían en las antípodas, que se hallaban boca abajo y, lógicamente, deberían precipitarse al abismo? Evidentemente los que viven en las antípodas no se caen al vacío, porque … quien es realmente el que vive en las antípodas, el español o el australiano? ¿Quien de los dos está andando boca abajo respecto al otro?
Precisamente por aquel tiempo, un clérigo polaco llamado Copérnico, gran matemático y conocedor de los cielos, ha encontrado que los cálculos de los astrónomos de su tiempo, no son correctos, y ha estado estudiando una curiosa teoría de un sabio de la antigüedad llamado Aristarco de Samos. La cuestión es nada menos que un desafío a todo lo que nos señalaban los sentidos….¿Y si la tierra se mueve aunque los humanos sean incapaces de percibirlo? Lo que aparece ante los sentidos empieza a fallar. La realidad no es realmente lo que percibimos, hay otras cosas que no percibimos y son reales, mientras que las cosas que percibimos dejan de ser tal cual nosotros creemos que son para dar paso a otra realidad que está fuera de nuestros sentidos.
Toda la gente afirmaba, y el mundo científico de aquel tiempo también, que la tierra era el centro del universo, lo cual era lo mas sensato que se podía creer, bastaba con ver como salía el sol cada mañana por el firmamento, y como recorría toda la bóveda celeste hasta la noche. ¿Pero esto es realmente así? ¿Es el sol el que se mueve o es la tierra? ¿Qué es verdad respecto a que? Estamos ante una nueva concepción de la tierra y del cosmos. De la vida del hombre y de su conocimiento sobre aquello que le rodea. Todo esto trae preguntas también de índole espiritual. Es lo que nos dictan nuestros sentidos lo real, o ¿hay algo mas real que lo que los sentidos nos dicen?
¿Es el hombre quien decide sobre su salvación, o ¿es Dios quien en su gracia lo salva? ¿Es el hombre quien tiene la fe para creer en Dios, o es Dios quien le da la fe para que crea en El? ¿Es la tierra el centro del Universo en torno a la cual gira el sol, o es a la inversa?. ¿Es el hombre el que pone todo para su salvación, o es Cristo el centro de la Salvación? Precisamente en esta época de grandes cambios trascendentales para el conocimiento del hombre y su lugar en la tierra y en el Universo, surgen las incógnitas tan grandes que empiezan a ser respondidas por un resurgir de la Palabra de Dios en medio de una enorme oscuridad en la Europa medieval, cumpliéndose así las Escrituras cuando dicen: 2Co 4:6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
En la época de la Reforma surgieron en todo su esplendor, las tres columnas que marcarían una gran época: Sola Fide, Sola Gratia, Sola Scriptura. La mente de los hombres, su concepción de la tierra, su visión sobre la vida del hombre en ella, la respuesta a las preguntas cruciales: “Quien soy”, “de donde vengo” “ a donde voy”, todo lo que el hombre había creído estaba tambaleándose con los nuevos descubrimientos, y a la vez, como una convulsión que afectaba a toda conciencia humana, vino la nueva fe que era predicada recorriendo el continente de un extremo al otro.
Dado que la iglesia de Roma se había inmiscuido en hacer sus planteamientos sobre que la tierra era en efecto plana, cualquier opinión en contra de tal idea era tomada como atentado contra la fe, y por lo tanto condenable con la pena máxima. Esto es lo que pasa cuando la iglesia se dedica a otra cosa que no es su labor.
La semana pasada hacíamos referencia a la labor de la iglesia, que no es otra sino la de predicar el evangelio y traer luz a las conciencias de los hombres para que encuentren en Cristo al Único que les puede salvar.
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos, que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a pecadores…”.
Si este fuera el trabajo de la iglesia, y no otro, ya que precisamente es lo que enseñan las Escrituras, muchas cosas habrían cambiado. Pero tristemente la iglesia se dedica a todo menos a predicar. Le gusta la política, le gustan los servicios sociales, le gusta marcar el ritmo político. Pero la iglesia no es esto, es columna y baluarte de la verdad, y cualquier cosa que le saque de su propósito lleva la marca de la derrota y de su infidelidad al reino de Cristo.
Vamos a ver un poco más de cerca lo que ocurría en España y su influencia sobre Europa y los movimientos de reforma. Hoy es 19 de Octubre del año de nuestro Señor de 1469. Se están casando los reyes Católicos. Este evento significó el tránsito del mundo medieval al llamado mundo moderno. Con su enlace se consiguió la unión de las Coronas de Castilla y de Aragón. Esto suponía el fin de una época de cambios en los que cabe destacar que lo que una vez fue una parte del Imperio Romano, y luego tras su decadencia, un reino importante de los visigodos, quienes se establecieron a partir del siglo III en gran parte de lo que hoy se conoce como Francia y España, llegaría un nuevo orden político. La religión de los visigodos era más bien arriana, la cual defendía que Cristo no era Dios, sino una creación suya. Esto guarda algunos rasgos con los que hoy son los testigos de Jehová. El resto de sus creencias eran similares al Catolicismo, y establecieron en sus dominios tal religión. Sin embargo el concilio de Nicea declaró herejía tal posición y fue fuertemente corregida.
Tras 250 años de dominio sobre este territorio, los árabes empiezan a tomar poder sobre parte de Europa. Los turcos terminan con la capital del imperio Romano en Bizancio, arrasando con muchas iglesias de Asia que habían sido establecidas desde los tiempos apostólicos. La península ibérica es invadida, exceptuando la franja norte, que no pudieron traspasar por su sistema montañoso, y es donde los llamados reinos cristianos se empezaron a hacer fuertes. Esta invasión duró 8 siglos, hasta que de nuevo la decadencia de los invasores se hizo patente, y la fortaleza de los nuevos reinos era manifiesta.
Las convicciones católicas estaban fuertemente atadas y esto también impulsó la unidad de los reinos del norte contra el invasor. Poco a poco se fue reconquistando esta parte de Europa. Los hijos de los distintos reyes se casan entre si, y esta acción culmina con las bodas de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Los Reyes, apoyados por las ciudades y la pequeña nobleza, establecieron una monarquía fuerte frente a las apetencias de poder de eclesiásticos y nobles. Con la conquista de Granada, Navarra, Canarias, Melilla y otras plazas africanas consiguieron la unión territorial bajo una sola corona sobre la totalidad de los territorios que hoy conforman España. Por lo tanto estamos hablando de la nación mas vieja de Europa, siguiendo el esquema político actual.
El resto de naciones tenían los mismos problemas de pequeños reinos, que se fueron uniendo hasta llegar a lo que hoy conocemos, y donde tuvo un papel importante la religión, ya fuera la católica o la protestante. Los Reyes establecieron una política exterior común marcada por el carácter diplomático de Fernando el Católico, que supondría la hegemonía Española en Europa durante los siglos XVI y XVII. El descubrimiento de América en 1492 supuso un hito en la historia, y fue el despegue del imperio Español que duraría un par de siglos.
Cuando Isabel y Fernando heredaron la corona de Castilla, la iglesia española se hallaba en una urgente necesidad de reforma. Los obispos se dedicaban mas a los temas políticos que a los pastorales.
El bajo clero aunque privado del poder y los lujos de los prelados, no estaban en mejores condiciones de servir al pueblo. Los sacerdotes eran en su mayoría ignorantes, incapaces de responder a las mas sencillas preguntas de la fe por parte de sus feligreses y muchos de ellos no sabían mas que decir de memoria la misa, y esta en latín, sin entender qué era exactamente lo que estaban diciendo, lo cual sumía en un estado de frustración y de pérdida de tiempo a los que se congregaban para, supuestamente, escuchar la Palabra de Dios. Era difícil poder salir edificados cuando únicamente los símbolos y las imágenes llenaban su vacío espiritual, puesto que al ser el latín una lengua usada por la alta clase social, era inentendible para el resto de personas que con un buen espíritu se acercaban a la iglesia, pero que no obtenían absolutamente nada, especialmente porque no entendían aquello que se hablaba.
Además, los sacerdotes se veían sumidos en una pobreza humillante, lo cual les llevaba en muchas ocasiones a descuidar sus deberes pastorales para atender sus ingresos de otras maneras poco éticas. Vemos así como el pecado en la vida del hombre se repite, y tal y como ocurría en el pueblo de Israel, donde en la época anterior a los jueces cada uno hacía lo que mejor le parecía, los pueblos son llevados a la mas absoluta desolación cuando no hay una enseñanza clara y especifica de la Palabra de Dios que pone los principios en la mente y que da las normas que regulan la vida del hombre, para su propio bien, para el bien del prójimo y para el progreso de su sociedad.
En los conventos y monasterios, la situación no era mucho mejor. Las casas religiosas de la época no eran gobernadas según las reglas de la orden en cuestión, sino según los deseos de los monjes o monjas de alta alcurnia que dirigían estos monasterios, puesto que estaba socialmente muy bien visto pertenecer a una de estas órdenes religiosas.
A todo esto se le sumaba el poco caso que se le hacia al celibato. Es decir, no se podían casar oficialmente, pero salvo ese requisito, lo demás estaba relativamente permitido. Los hijos bastardos de los obispos se movían en medio de la nobleza reclamando abiertamente la sangre de la que eran herederos. Y esto también ocurría en el bajo clero.
Muchos curas vivían abiertamente con sus concubinas y con los hijos que habían tenido de ellas, y dado que tal concubinato no tenia la permanencia del matrimonio, eran muchos los sacerdotes que tenían hijos de diversas mujeres. Lo cual traía un ejemplo de caos, un desorden, y una situación de oscurantismo en el seno de la Iglesia, que la sometía al mas completo reproche social.
Isabel de Castilla era una mujer devota, y las costumbres licenciosas del clero eran un escándalo para ella. A fin de reformar el alto clero y desde ahí seguir el camino para reformar toda la iglesia, los reyes católicos obtuvieron de Roma el derecho de nombrar a las autoridades eclesiásticas directamente desde la Corona. Para Fernando se trataba de una medida necesaria desde el punto de vista político, pues la corona no podía ser fuerte en tanto en cuanto no constase con el apoyo y la lealtad de la alta jerarquía católica.
Pero Isabel aunque veía esta realidad, también estaba convencida de la urgente necesidad de reformar la iglesia en sus dominios y el único modo de hacerlo era teniendo a su disposición el nombramiento de quienes debían ocupar altos cargos eclesiásticos, para desde ahí, llegar a todas las áreas de la iglesia.
De todos los nombramientos que la reina pudo hacer gracias a sus gestiones en Roma ante el Papa, ninguno tuvo consecuencias tan notables como el de Francisco Jiménez de Cisneros, que era un fraile franciscano en quien se combinaban la pobreza y austeridad franciscana con el humanismo erasmista. Era conocedor del hebreo y el griego, y era un hombre extremadamente humilde. Cuando recibió el nombramiento de Cardenal, de manos de la reina, se negó a aceptarlo, y fue necesaria una bula papal para obligarlo a ceder.
La Reina Isabel y el ya nombrado Cardenal Cisneros, colaboraron en la reforma de la Iglesia en España, pero no fue una reforma en el sentido que se desarrolló en los países centroeuropeos. El interés de Cisneros en las Sagradas Escrituras ocupó un puesto preferente en el proyecto reformador de la iglesia en España. La reina estaba convencida de que tanto el país como la iglesia tenían necesidad de dirigentes mejor instruidos y se dedicó a fomentar los estudios. Ella misma era una persona erudita, conocedora del latín.
Cisneros estaba de acuerdo con la reina en la necesidad de reformar la iglesia, no solamente mediante medidas administrativas, sino también con el cultivo de las Sagradas Escrituras. En la providencia de Dios, se acababa de inventar la imprenta, y en esta empresa de divulgar las Escrituras, la imprenta era una gran aliada. Y por tanto Isabel con el consentimiento de Fernando, fomentó su desarrollo en España.
Sin embargo, cuando se empieza a reformar la Iglesia en España, dos corrientes importantes invaden Europa. El mensaje del evangelio de Cristo, los movimientos de reforma, se vieron envueltos en medio de lo que se llamó el humanismo, que dura hasta nuestros días, y que en vez de tomar de las fuentes de la Escritura para nutrirse, toma de las fuentes grecolatinas, de hombres ilustrados en el saber, para propugnar un cambio en el hombre, a expensas del evangelio.
Las reformas exteriores es lo que impera, pero el corazón sigue siendo el mismo. Las obras meritorias para acceder a Dios, sin tener en cuenta que la salvación es por la fe en Cristo.
Cabeza de este movimiento humanista, casi sin querer, puesto que estuvo muy cerca de Lutero y aparentemente había abrazado la nueva fe, lo encontramos en Erasmo de Rotterdam. El fue quien tradujo el nuevo testamento a la lengua del pueblo, y quien contribuyo para romper con el oscurantismo, sin embargo, mantuvo una posición sumamente ambigua entre las dos corrientes que se enfrentaron en la época: la Reforma y la Iglesia de Roma. Esto le llevó a que su doctrina del humanismo cristiano fuera entendida dentro de la iglesia de Roma como una muestra de reforma, cuando realmente no estaba sino admitiendo su misma esencia: la tradición, y la importancia del hombre como centro de todas las cosas.
La reforma de Cisneros en España fue arrastrada por el estilo humanista, dándole cierto aire de frescura con los tiempos que corrían en el resto de Europa, admitiendo las novedades en el pensamiento, que se materializó en la universidad de Alcalá de Henares,
Hubiera podido esperarse mucho más, debido a la fuerte corriente reformada, pero los intereses políticos y la unión de la Corona con el papado, tuvieron un peso específico tan importante que no se toleró cualquier discrepancia fuera de lo que directamente tenía que ver con la moral y las buenas costumbres.
Es decir, se quedó en la forma, y se olvidó del fondo. Tomó para sí los mismos principios que regían en los judíos de la época de Pablo. Buen conocedor de la ley, y con una enorme fuerza de voluntad para cumplirla. Un alto concepto de sí mismo, y la seguridad de que todo cuanto hacía no era sino poner méritos delante de Dios para obtener lo que, como buen judío, necesitaba: entrar al reino de los cielos por su justicia propia. Este era el mismo sentir que se estaba implantando desde la alta jerarquía y su reforma, y vemos con ello una tremenda similitud con los tiempos de Pablo.
Tanto Pablo, antes de ser convertido, como el siglo que estamos estudiando, se olvidaron de Cristo, Aquel a quien Dios había designado para llevar a cabo la salvación de su pueblo. La fe en el hombre les hizo alejarse de la fe en el Dios vivo y verdadero.
La conversión de Pablo y su enseñanza expuestas en las epístolas no siguieron aquí sus pasos. La predicación fiel de las Escrituras y su proclamación rechazando doctrinas de hombres y la fuerza de las tradiciones, fue pasada por alto, desembocando en lo que era previsible.
El cardenal Cisneros empieza por darle importancia a la erudición, y para ello inicia la construcción de la universidad de Alcalá en 1498, terminándola en 1508. El propósito de Cisneros era que aquel centro docente se volviera el núcleo de una gran reforma de la iglesia. En parte se cumplió, porque aquí estudiaron los mas grandes e ilustres personajes del siglo de oro español: Cervantes, Lope de Vega, Ignacio de Loyola, Francisco de Quevedo, Calderón de la Barca, Tirso de Molina ….
En su afán reformador, y siguiendo los pasos de Erasmo, quien había traducido el nuevo testamento, Cisneros comienza a traducir la Biblia, y toma para ello durante diez años, a eruditos del texto bíblico. Tres conversos del judaísmo se encargaron del hebreo, un cretense y dos helenistas españoles se responsabilizaron del griego, y los mejores latinistas de España se dedicaron a preparar el texto de la Vulgata.
Cuando por fin apareció la traducción completa, contaba con seis volúmenes. Cuatro
Con esta acción en la que aparentemente se vuelve a las fuentes de las Sagradas Escrituras para un resurgir espiritual, es posible que pudiera parecer que el gobierno de los reyes católicos permitía la libertad de opiniones, la libertad de culto y el libre examen, pero lo cierto es que nada más lejos de la realidad.
Las mismas personas que abogaban por el estudio de la Biblia y de las letras clásicas, estaban convencidas de la necesidad de que no hubiere en España más que una religión y que esa fe estuviese centrada en la única válida para la salvación, que no es otra que la Católica, apostólica y romana.
Tanto Isabel como Cisneros creían que la unidad del país y la voluntad de Dios exigían que se arrancara todo vestigio de judaísmo, de mahometismo, y de herejía protestante, proveniente esta ultima de los países centro europeos. Con el fin de limitar la acción del resto de religiones, se creó la institución llamada: “tribunal del santo oficio”, conocida vulgarmente como “La inquisición”.
No sabemos si Saulo de Tarso les dio algunas ideas para tal empresa, pero lo cierto es que actuaron de la misma manera.
Es realmente sorprendente ver como hay que esforzarse tanto para que el hombre aprenda acerca de los principios de la Escritura, y de qué manera, sin que nadie le enseñe, el ser humano actúa con la misma lógica natural de maldad, en cualquier sociedad y en cualquier época en la que el hombre deja a su corazón seguir sus propios caminos.
La novedad que presentaba este tribunal del Santo Oficio es que no estaba sometido al poder religioso, sino al político, por lo tanto este tribunal se prestaba desde su nacimiento a malos propósitos y a una codicia desmedida por parte del poder civil que lo tenía que aplicar, y que lo hacía según sus intereses.
Durante su puesta en marcha se llevo a cabo la expulsión de los judíos en tiempos de Isabel, y un número de entre 50.000 y 200.000 judíos salieron de España. Esto trajo numerosos problemas económicos a la corona, puesto que gran parte de estos judíos expulsados tenían grandes fortunas, y actuando de banqueros y comerciantes, proporcionaban un buen soporte a la economía nacional.
Los musulmanes también fueron invitados a salir del país, y tuvieron que escoger entre el bautismo cristiano o el destierro.
La política religiosa de Isabel fue también la de España por varios siglos. Al mismo tiempo que se buscaba reformar la iglesia mediante la regulación de la vida del clero y el fomento de los estudios teológicos, se era extremadamente intolerante hacia todo lo que no se ajustara a la religión del Estado.
Por lo tanto el nombre de Isabel la Católica se mezcla con toda la historia de la reforma del siglo XVI, tanto por ella como por sus descendientes, que no nos pueden pasar desapercibidos en el panorama de la Europa moderna ya que fueron personajes decisivos en la historia del continente y quienes llevaron a la muerte a miles de antepasados en la
Los hijos de Fernando e Isabel fueron cinco:
La hija mayor se caso con el infante don Alfonso de Portugal y al morir este, con Manuel I de Portugal. De este tuvo un hijo que al nacer le quitó la vida, y luego el niño no vivió mucho tiempo. l segundo hijo fue Juan, el presunto heredero de los tronos de Castilla y Aragón, quien murió poco después de casarse sin dejar descendencia. La heredera y tercera en la línea de sucesión era Juana, quien se casó con Felipe, llamado “el hermoso”, hijo del emperador Maximiliano I de Austria. Con él tuvo dos hijos y cuatro hijas. A la muerte de Isabel la católica, Felipe reclamó para si el reino de Castilla, pero murió inesperadamente y sumió en la locura total a su mujer, que ya daba síntomas de ello. De hecho, Juana hizo embalsamar el cuerpo de su marido en 1506 y vivió con él hasta 1555 cuando murió.
Así que Carlos, el hijo de Juana y Felipe, se convirtió en el sucesor legítimo de la España unificada, y también de Alemania, junto con los países bajos y el resto de tierras sobre las que tenían dominio sus padres. La cuarta hija de los reyes católicos se llamaba María, quien fue la segunda esposa de Manuel I de Portugal, con quien se caso a la muerte de su hermana. Por ultimo, la hija menor de Fernando e Isabel, Catalina de Aragón, contrajo matrimonio en Inglaterra con el príncipe Arturo, heredero de la corona, pero murió, y ella se caso con el hermano, Enrique VIII. La anulación de ese matrimonio fue lo que provocó la ruptura entre el vaticano e Inglaterra.
La hija de Catalina y Enrique, y por tanto nieta de los reyes católicos, fue la reina María Tudor, a quien se le conoce también como María La sanguinaria, o Bloody Mary, por su especial disposición a acabar con cuantos protestantes encontrase a su paso. El futuro Emperador vino al mundo en el Palacio de Ten Walle de Gante, en Flandes, hoy Bélgica, a las 3:30 de la madrugada del martes 24 de febrero de 1500. Fue bautizado como Carlos.
Sus títulos:
Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Rey de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, Duque de Milán, Duque titular de Borgoña, Soberano de los Países Bajos, Archiduque de Austria. Como Soberano, después de la imposición de la Corona Imperial por mano del pontífice (1530), Carlos se sentía obligado a dedicarse completamente a la solución de los problemas que el luteranismo había creado en Europa y en Alemania en particular, con el fin de salvaguardar la unidad de la fe cristiana contra el embate de los turcos. Así que para supervisar lo que estaba pasando, el emperador convocó a Lutero para que se retractara de sus 95 tesis y de sus escritos en contra de la Iglesia de roma.
El tema de fondo no era solo la podredumbre de la iglesia, que como acabamos de ver estaba en su peor momento, sino como puede entrar un pecador en el reino de los cielos. La iglesia de Roma, al igual que los judíos de la época de Pablo, mantiene que es por las obras. Pero la luz del evangelio empieza a surgir de la oscuridad y se hace patente el mensaje de que “El justo por la fe vivirá”. No es por tanto por las obras, las cuales son la consecuencia de la fe las que dan la salvación, sino que la fe es la base de la salvación,
Cuando Martín Lutero fue llamado a la Dieta de Worms y se le pidió que se retractara de todo cuanto había escrito, se presentó delante del emperador Carlos V. Pero había mucha mas gente: seis electores, entre ellos Federico III quien luego le proporcionaría un salvoconducto para librarlo de la muerte, 28 duques, 11 marqueses, 30 obispos, unos 200 príncipes y señores, y más de 5,000 concurrentes, Allí Martín Lutero pronunció estas famosas palabras:
Si no me convencen con testimonios sacados de las Sagradas Escrituras, o con razones evidentes y claras, de manera que quede convencido y mi conciencia sujeta a la Palabra de Dios, yo no quiero ni puedo retractarme de nada, porque no es bueno ni seguro para un cristiano obrar contra lo que dicta su conciencia. Heme aquí; no puedo hacer otra cosa; que Dios me ayude. Amén”.
Lutero estaba desafiando en ese momento a los dos hombres más poderosos de la tierra en aquellos días: al papa y al emperador, y todo por no violar su conciencia. Y esto nos da una idea de lo que significa ser cristiano.
Pablo hizo algo semejante cuando tuvo que presentarse delante de grandes autoridades de su época. Los amigos de Daniel y Daniel mismo, no temieron a Nabucodonosor cuando tuvieron que manifestar su fe.
Esto nos muestra que uno de los rasgos característicos del verdadero creyente es el valor para defender su fe en situaciones en las que está en peligro su vida. En la llanura de Dura, cuando Nabucodonosor obligó a todos sus súbditos a inclinarse ante la estatua que exaltaba su nombre, hubo tres hombres que no se inclinaron. Seguramente había miles de judíos que rápidamente pusieron sus rodillas y su rostro en tierra para adorar, convenciéndose a si mismos de que al no hacerlo de corazón no estaban adorando a la estatua. Pero las formas son necesarias y el corazón también. Una cosa no elimina la otra. Es necesario que lo hagamos de todo corazón, pero también tenemos que estar en el lugar que nos corresponde para dar defensa de nuestra fe.
Dan 3:14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?
Dan 3:15 Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?
Dan 3:16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto.
Dan 3:17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.
Dan 3:18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
El valor es una característica cristiana demandada por las Escrituras. Es dudosa la fe de aquel que llamándose cristiano se escuda en ocasiones como esta en que como no lo hace de corazón, aquel acto de arrodillarse ante una imagen no tiene validez. Pero…¿Tu que piensas de los judíos que se inclinaron ante la estatua aunque no lo hicieran de corazón?
¿Y que piensas de los amigos de Daniel?¿Quién actuó de acuerdo a la fe de los escogidos de Dios? El corazón es imprescindible, pero los hechos son necesarios. Las dos cosas unidas, muestran la verdadera fe y dan testimonio del Dios a quien servimos.
Encontrándose frente a la Dieta reunida, Lutero hizo un número de declaraciones en su defensa que serían célebres. Lutero admitió la autoría de los escritos que llevaban su nombre, pero rechazó abjurar de sus enseñanzas. Sostuvo que no podría desistir al menos que no estuviese convencido por el testimonio de las Escrituras. Esta argumentación golpeaba al corazón de las enseñanzas de la Iglesia Católica Romana, según las cuales la Iglesia es pilar y fundamento de la verdad, y el depósito de la fe. No se aceptaba ninguna contradicción formal (axiomáticamente la Iglesia no puede contradecirse nunca a sí misma), y se insistía en que Lutero erraba al intentar seguir sólo las Sagradas Escrituras, que según la doctrina católica son sólo una parte de la revelación divina, junto con la Sagrada Tradición, y sólo son interpretables siguiendo las directrices del Magisterio de la Iglesia.
De hecho una de las grandes aportaciones que hizo la reforma fue el libre examen, que no la libre interpretación, para acercarse a las fuentes bíblicas. El Papa redactó y propuso las denuncias del Edicto de Worms, promulgado el 25 de mayo. Éste declaraba a Lutero como un bandido y prohibió la lectura y posesión de sus escritos. Permitía a cualquiera matar a Lutero sin sufrir consecuencias penales. Para protegerlo de este destino, el príncipe Federico lo capturó en el camino a su casa y lo escondió en el Castillo de Wartburg. Durante este período, en Wartburg, Lutero inició su traducción de la Biblia al Alemán.
Cuando al fin Lutero salió de su refugio, el emperador Carlos estaba preocupado por cuestiones militares, y a causa del creciente apoyo público a favor de Lutero entre las poblaciones alemanas, el edicto de Worms no llegó a ser jamás obedecido. Lutero continuó con la reforma hasta su muerte, en el año 1546.
En 1509 había nacido Calvino, y la reforma siguió su curso como todos sabemos en los países centro europeos donde la llama del evangelio era prendida sin descanso, y tal y como ocurrió en tiempos de Pablo en el que los perseguidos por él mismo llevaban la fe a los lugares mas distantes, así también los perseguidos por la iglesia de Roma llevaban su fe a las regiones mas aisladas del continente, y atravesando los pirineos llegó también a España. Muchos de ellos huyeron a Ginebra, que para aquel entonces era una ciudad refugio, llevando consigo lo único que tenían en su haber, que no era otra cosa sino su fe y su ingenio.
La mayoría eran artesanos. Allí, bajo las enseñanzas de las Escrituras, honrando a Cristo en medio de su generación, y sirviendo a los demás, aquellos hombres huidos de sus lugares de origen por la persecución pudieron trabajar con sus manos, mostrando la evidencia de su fe en un trabajo hecho con precisión. Hoy, cuando hablamos de precisión, y no hay mejor precisión que un reloj, nos viene a la mente los relojes suizos. Esto es el fruto del evangelio en la vida de hombres y mujeres que huyendo de la feroz persecución, mantuvieron su fe en contra de muchas dificultades y fueron rigurosos con todo aquello que Dios puso en sus manos.
Durante el reinado de Carlos I de España y V de Alemania, Hernán Cortés conquistó Nueva España (México), Francisco Pizarro conquistó el Imperio Incaico formando el Virreinato del Perú y Gonzalo Jiménez de Quesada conquistó el pueblo de los Chibcha, en la actual Colombia. Juan Sebastián Elcano dio la primera vuelta al mundo (1522), terminando el viaje que comenzó Fernando de Magallanes y sentando las primeras bases de la soberanía española en Filipinas y las Marianas. Pedro de Mendoza, por su parte,
Poco tiempo después Juan de Salazar y Gonzalo de Mendoza fundaban Asunción que se convertiría en el centro motor de la conquista de la cuenca rioplatense. Todo esto contribuiría a sentar el primer imperio global de la Historia bajo el reinado de su sucesor, Felipe II, donde se decía que en el imperio del rey de España se ponía el sol. El hijo de Carlos I fue Felipe II. Nacido el 21 de mayo de 1527.
El 25 de julio de 1554 Felipe se casó con la reina María I de Inglaterra. Al final de la ceremonia fueron proclamados:
Felipe y María, por la gracia de Dios, Rey y Reina de Inglaterra, Francia, Nápoles, Jerusalén, Irlanda, Defensores de la Fe, Príncipes de España y Sicilia, Archiduques de Austria, Duques de Milán, Borgoña y Brabante, Condes de Habsburgo, Flandes y el Tirol, en el primero y segundo año de su reinado. Soberano de los países bajos y duque de borgoña, rey de España Sicilia y las Indias, Rey de Portugal.
Los Países Bajos fueron dejados a Felipe II en herencia por su padre, Carlos I. Allí, Felipe II avisaba de sus intenciones al Papa:
Podéis asegurar a Su Santidad que antes de sufrir la menor cosa en perjuicio de la religión o del servicio de Dios, perdería todos mis Estados y cien vidas que tuviese, pues no pienso, ni quiero ser señor de herejes…
Este era el panorama de la Europa ya entrada en lo que se llama “edad moderna” en la que vemos dos claras posiciones muy enfrentadas por la cuestión religiosa. Por una parte, el imperio español, ferviente defensor de la religión católica, y por otra parte lo que hoy conocemos como Alemania, países bajos, Suiza, Reino Unido, Austria, y países del Norte de Europa, que abrazaron la nueva fe, con mayor o menor euforia, pero que marcaron definitivamente el rumbo de la historia como hoy la conocemos.
Lo que nos queda de este panorama principalmente es que la Escritura nos muestra cómo los imperios aparecen y desaparecen, y cómo Dios dirige los destinos del hombre sobre la tierra y de qué manera todo redunda para la Gloria de su Nombre y el bien de su pueblo.
Aún en las épocas más sombrías del pueblo de Israel, cuando todo parecía perdido, Dios siempre tuvo un remanente fiel que elevó su corazón al Dios de los cielos, manteniendo viva la llama de la fe. En tiempos de Elías, 7000 no doblaron sus rodillas ante Baal. En tiempos de Daniel, 4 hombres no se dejaron arrastrar por la corriente, y se sostuvieron como viendo al Invisible.
Los imperios y las naciones se construyen unas sobre otras, pero de toda su fuerza y su poder nos dice la Escritura lo que representan delante de Dios:
Isa 40:15 He aquí, las naciones son como gota en un cubo, y son estimadas como grano de polvo en la balanza;
El hombre cree en su propia gloria, en el triunfo de la cultura humana, en los logros extraordinarios de la humanidad, en el pensamiento de los filósofos griegos, en sus artistas; en el poder de la Roma de los cesares; en la grandeza de la Europa del Renacimiento, en los logros científicos y tecnológicos del siglo XX: la conquista del espacio, todo el avance científico y técnico que nos proporciona gran cantidad de comodidad en nuestras casas y en nuestros trabajos. Los logros del hombre a través de los siglos son dignos de admiración. Y el hombre se queda absorto mirándose a si mismo y a sus logros, y piensa lo realmente grande que es. Pero esa no es la única perspectiva que podemos tener de la historia humana.
Esta moneda tiene otra cara, terrible. Y es que el hombre fue creado a la imagen de Dios, como un ser racional e inteligente; pero es al mismo tiempo una criatura pecadora que se rebeló contra su Creador y tiene en su misma naturaleza, en su misma esencia, una corrupción natural con la que nace, que de forma innata, contagia todo cuanto le rodea. En contra de la doctrina humanista, lo que nos enseña la Escritura es que cuando contemplamos al hombre debemos verlo por una parte a la luz de su creación original, pero por otra debemos verlo también a la luz de la caída, a la luz de ese terrible suceso que narra la Escritura en Génesis 3, cuando el hombre decidió seguir por su propio camino, y convirtió la tierra en un lugar de dolor y de miseria.
Desde una perspectiva la historia humana es el recuento de logros extraordinarios; pero esa misma historia es también una crónica depravada y corrupta. Llena de maldad. Cuando los hombres toman el poder según sus propias inclinaciones naturales, llegan a cometer autenticas y terribles calamidades contra el propio hombre.
Dios en su Palabra nos revela que la meta final de las naciones y de los sistemas políticos de esta tierra, es dirigir su ataque contra los santos del Altísimo, es decir, contra el pueblo de Dios y la iglesia de Cristo. El órgano de gobierno al que pertenecía Saulo de Tarso no estaba haciendo nada diferente de lo que hacía el tribunal del Santo Oficio, y de lo que incluso hoy, esta ocurriendo en muchos países. El actual presidente de España, Zapatero, en uno de sus primeros discursos, dijo que el mayor mal que tenía la humanidad es el cristianismo. Esto es lo que piensan aquellos que dirigen las naciones.
Los reinos de este mundo tienen una enemistad patológica contra el reino de Cristo. De esto debemos darnos cuenta los creyentes, y estar precavidos. Es de animo vivir en un país donde aún podemos predicar la Palabra de Dios en libertad, y es una responsabilidad el que usemos todo lo que está a nuestro alcance para cumplir este propósito mientras podamos, porque la historia del hombre sobre la tierra, y las advertencias de las Escrituras, nos dirigen precisamente a que esto es un oasis en medio del desierto de la persecución.
Tenemos el gran privilegio de poder abrir la Palabra de Dios, acercarnos a ella para recibir consuelo, y ser enseñados juntamente con nuestros hermanos cuando nos reunimos en la casa de Dios, en su día, para rendir un culto racional. Esto que parece algo cotidiano y natural, es un gran privilegio que hoy podemos disfrutar. Aprovechemos esta gran oportunidad para que la fe sea divulgada, y que cumplamos con fidelidad el propósito que tenemos como iglesia de servir a Cristo en medio de nuestra generación proclamando su Palabra con los medios que tenemos a nuestro alcance.
North Bergen, 14 de julio de 2008
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