Levantaré mis ojos a los montes
Eugenio Piñero
“Levantaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra” (Salmo 121:1-2).
El Salmo 121 es otro de los salmos que cantaban los judíos devotos durante su peregrinación hacia Jerusalén para adorar a Dios durante las fiestas anuales (Sal. 122:1-5). Este viaje les llevó a cruzar valles, montes, montañas y ríos por donde no era fácil transitar.
Al acercarse a Jerusalén, centro religioso de toda la nación Israelita, podían ver las colinas de Judea. Tal visión les llevaba a prorrumpir en un cántico de confianza y gratitud al Señor por la protección que habían recibido. Ellos cantaban: “Levantaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra”.
El socorro y la ayuda oportuna del creyente no procede de la creación y sus recursos ni de las criaturas y sus capacidades e invenciones. El socorro del creyente, de las asechanzas del maligno, de las calumnias, las insinuaciones difamantes, los ataques y seducciones del mundo, de sus enemigos, los jefes irrazonables y las aflicciones, viene del Señor, de Jehová, el Dios del Pacto, que hizo los cielos y la tierra y que con Su poder los sostiene en su lugar y los usa para lograr sus propósitos eternos.
Charles H. Spurgeon escribió:
“En el Salmo 121 los ojos del salmista miran a su alrededor con angustia, mientras que así se elevan hacia los montes en esperanza. La constante repetición de la palabra ‘guarda’ (v. 3, 4, 5, 7, 8) nos invita a titularlo «Cántico al Guardián de Israel». ¿De dónde viene mi socorro? Viene de Jehová. Lo que necesitamos en este mundo es socorro: ayuda poderosa, constante, eficiente: ‘Necesitamos un pronto auxilio en las tribulaciones’.
¡Qué misericordia tan grande la que tenemos en nuestro Dios! Nuestra esperanza está en Jehová porque nuestra ayuda viene de Él. Una ayuda que está en camino y que llegará a su debido tiempo, porque sabiendo de quién procede, sabemos que nunca llega tarde. Jehová, que creó todas las cosas, cuenta con la fuerza y el poder necesario para cualquier emergencia… por tanto, gocémonos de cantar con semejante Ayudador infinito y todopoderoso.
…Hemos de mirar más allá del cielo y de la tierra hacia Él, que creó ambas cosas; es en vano confiar en las criaturas; lo sabio es confiar en el Creador”.
Él nos dice en Su Palabra: “Teniendo, pues, un gran Sumo Sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna” (Hebreos 4:14-16).
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