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Den gracias al Señor por su misericordia

Charles Spurgeon

“Den gracias al Señor por su misericordia

y por sus maravillas para con los hijos de los hombres” (Salmo 107:8). 

Si nos lamentáramos menos y alabáramos más, seríamos más felices y Dios sería más glorificado. Alabemos diariamente a Dios por los favores comunes: “comunes”, como los llamamos frecuentemente, pero, sin embargo, tan inespreciables que cuando nos vemos privados de ellos estamos propensos a perecer. Bendigamos a Dios por los ojos con que contemplamos el Sol; por la salud y la fuerza para andar por todas partes; por el pan que comemos y por la ropa que vestimos.

Alabemos a Dios, porque no somos arrojados entre los desesperados, ni confinados con los culpables. Démosle gracias por la libertad, por los amigos y por la unión y bienestar familiares. Alabémosle, en verdad, por todo lo que recibimos de su generosa mano, porque nosotros poco merecemos, pero, sin embargo, somos muy abundantemente enriquecidos. Pero, querido amigo, la nota más melodiosa y más alta de nuestros cantos de alabanza debería ser la nota del amor redentor. Las obras redentoras de Dios para con sus elegidos son para siempre los temas favoritos de sus alabanzas. Si sabemos qué significa la redención, no rehusaremos nuestros sonetos de acción de gracias. Hemos sido redimidos del poder de nuestra maldad, levantados del abismo del pecado donde por naturaleza estábamos hundidos. Hemos sido conducidos a la Cruz de Cristo. Nuestras cadenas de pecados fueron rotas. Ya no somos más esclavos, sino hijos del Dios viviente, y podemos anticipar el tiempo cuando seremos presentados delante del trono sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante. Aun ahora por la fe agitamos la rama de palma y nos cubrimos con el hermoso lino fino que ha de ser nuestro eterno atavío.

¿Cómo no hemos de dar gracias incesantemente al Señor, nuestro Redentor? Hijo de Dios, ¿puedes tú permanecer en silencio? Despertad, despertad, herederos de gloria, y conducid cautiva vuestra cautividad, mientras clamáis con David: “Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre” (Sal. 103:1 LBLA). Hagamos que este nuevo mes comience con nuevos cantos. 

Cortesía de Editorial Peregrino. 

Tomado de Lecturas vespertinas por Charles Spurgeon. Disponible en Cristianismo Histórico:

https://www.cristianismohist.com/lecturas-vespertinas-evening-by-evening-por-charles-h-spurgeon/

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