Cómo desarrollarse como cristiano
Warren Peel
¿Cómo respondería usted a estas preguntas?
¿Cómo podemos glorificar más a Dios en la tierra? ¿Cómo podemos experimentar más de su presencia? ¿Cómo podemos verle revelado con mayor claridad? ¿Cómo podemos conseguir el máximo posible de beneficios espirituales del Señor? ¿Cómo podemos hacer el mayor bien a nuestros hermanos creyentes? ¿Cuál es el mejor antídoto para no resbalar en la apostasía? ¿Dónde podemos experimentar las mayores obras del Señor en la tierra? ¿Cuál es la experiencia más cercana al cielo que podamos tener en este mundo?
¿Qué opina? ¿Qué sugeriría?
No son preguntas triviales, ¿verdad? Con seguridad, todo verdadero hijo de Dios debería interesarse profundamente en las respuestas a estas preguntas. Pero me pregunto a cuántos de nosotros nos sorprenderían las respuestas. Y es que la contestación es la misma para cada una de ellas, al menos según el pastor puritano David Clarkson, quien ministró en Londres en la década de 1680, en primer lugar como ayudante de John Owen, y después como sucesor suyo. La respuesta —afirma Clarkson— es: los cultos de adoración de su iglesia.
¿Fue esta su respuesta? Me pregunto cuántos cristianos responderían hoy que asistir a la iglesia es la mejor forma de llevar a cabo todas estas cosas.
La tesis de Clarkson se basa en Salmos 87:2: El SEÑOR ama las puertas de Sión más que todas las otras moradas de Jacob. Su idea era que el Señor se deleita en la adoración pública de su pueblo congregado (en Jerusalén) más que en su adoración privada como individuos o familias (en las otras moradas de Jacob). Desde la muerte y la resurrección de Cristo, en el Nuevo Testamento el pueblo de Dios son las piedras vivas que componen el templo de Dios, edificado sobre Cristo como piedra angular principal (1 Co 3:16; Ef 2:21s.; 1 P 2:5). Por tanto, las puertas de Sión se encuentran hoy dondequiera que se reúna una iglesia verdadera para adorar al Dios Trino en espíritu y en verdad. Y el Señor se deleita en esa adoración más que en todos nuestros devocionales personales.
Esto no significa que al Señor no le encante cuando leemos la Biblia y oramos a Él a solas, solo que prefiere más aún nuestra reunión pública para adorar. Clarkson proporciona doce argumentos bíblicos de por qué la adoración pública debería ser más agradable para Dios que la privada (las enumeraré al final).
Su desafío es claro, simple e incluso más relevante hoy que en el siglo XVII. Si el Señor se deleita más en la adoración pública, su pueblo también debería hacerlo. ¿Es su caso?
Si la adoración pública es lo más espiritualmente relevante y trascendental que podamos hacer en la tierra, no es de extrañar que el diablo la ataque más que a cualquier otra cosa. Nos tienta de forma constante para que devaluemos los cultos de adoración pública de nuestra iglesia, por todo tipo de razones.
• Tal vez, a través del individualismo: lo que de verdad importa es lo que yo hago por mi parte, lo que Dios me indica de manera personal.
• Tal vez, por medio del orgullo: «Puedo cuidar de mí mismo espiritualmente; no necesito pastores, ancianos, diáconos ni a otros cristianos».
• Para algunos, la tentación podría radicar en la autopreservación: quizás otros cristianos le hayan herido de mala manera y quiera protegerse retirándose de la vida de la iglesia.
• Para otros podría ser la arrogancia: a usted no le gusta ser retado con respecto a sus pecados; la comezón de sus oídos solo quieren escuchar cosas hermosas, agradables, alentadoras.
• Es posible que usted sea un poco introvertido y le resulte agotador y abrumador estar rodeado de personas. Hasta las mejores iglesias son lugares desordenados y frustrantes. Si pone a un montón de pecadores —incluso a aquellos que están siendo santificados— en un mismo lugar, habrá problemas. Las personas afirmarán cosas carentes de sensibilidad, existirán distintas perspectivas, habrá cristianos débiles e inmaduros con los que tratar. ¡Sería mucho más fácil quedarse en casa y evitar todo esto!
Y, además, tenemos el atractivo de la «iglesia» online. La inmensa mayoría de nosotros tuvimos que sacrificar la adoración pública durante los meses de confinamiento y nos vimos obligados a conformarnos con un sustituto vía Internet. Sin embargo, es posible que a lo largo de esas semanas y esos meses muchos cristianos empezaran a preferirlo a la asistencia real a la iglesia. Después de todo, ¡era muy conveniente! No hace falta vestirse bien; no hay que viajar hasta un edificio; no hay más que unos pocos pasos hasta su salón. Podría visitar cualquier iglesia del mundo. Si quiere escuchar a un predicador mejor que su propio pastor, solo en SermonAudio encontrará a 34.891 oradores y 1.974.764 sermones con solo un clic. Si no se siente cautivado por un mensaje, puede clicar en otro distinto. Si resulta demasiado difícil, demasiado ligero, demasiado seco o demasiado desafiante, buscar otra cosa. No es de sorprender que muchas iglesias se preocupen de que las personas no solo trabajen desde casa después de que se levanten las restricciones del COVID, sino que también quieran adorar desde su hogar.
Ahora bien, es posible que la inmensa mayoría de los lectores de Gentle Reformation no cedan a esta tentación, pero es necesario que vigilemos nuestros corazones y que recordemos que la adoración pública de Dios es lo más importante que podamos hacer jamás, y que es en ella donde hallaremos mayor bendición.
Por consiguiente, le recomiendo el sermón de Clarkson como un gran antídoto para la tentación de restarle importancia a la adoración pública, y como forma tremenda de prepararse para regresar a la adoración pública, si es que todavía no lo ha hecho. Puede leerlo gratis aquí, y existe un bosquejo práctico de sus doce razones por las que la adoración pública debe preferirse a la privada, producido por Kensit Evangelical Church de Inglaterra. Aquí puede descargar una versión para imprimir, y ellos sugieren que se haga ¡y que se conserve junto a su despertador para las mañanas del Día del Señor! De manera alternativa, ¿por qué no tomar las seis primeras razones para meditar en ellas y orar al respecto en sus propios devocionales o en la adoración familiar de lunes a sábado, durante toda una semana, y a continuación las otras seis durante la siguiente semana?
1. El Señor es más glorificado en la adoración pública que en la privada. Le glorificamos nosotros cuando reconocemos que Él es glorioso, y es más glorificado cuando este reconocimiento es más público.
2. Hay más de la presencia del Señor en la adoración pública que en la privada. Él está presente en medio de su pueblo en el uso de la adoración pública de una forma especial: de un modo más efectivo, constante e íntimo.
3. Dios se manifiesta con mayor claridad en la adoración pública que en la privada. Por ejemplo, en Apocalipsis Cristo se manifiesta «en medio de las iglesias».
4. Existen mayor ventaja espiritual en el uso de la adoración pública. Cualquier beneficio espiritual debe hallarse en los deberes privados que se pueden encontrarse —y, de hecho, se encuentran— en la adoración pública cuando se usan como es debido.
5. La adoración pública es más edificante que la privada. En privado, usted provee para su propio bien, pero en público usted hace lo bueno tanto para usted mismo como para los demás.
6. La adoración pública es una seguridad mejor contra la apostasía que la privada. Aquel que carece o rechaza de la adoración pública, por mucho que disfrute de los medios privados, se encuentra en peligro de apostasía.
7. El Señor hace sus mayores obras en la adoración pública. La conversión, la regeneración, etc., suelen llevarse a cabo a través de los medios públicos.
8. La adoración pública es la similitud más cercana al cielo. En las descripciones bíblicas del cielo nada se hace en privado, nada se realiza en secreto; toda la adoración de esa gloriosa compañía es pública.
9. Los siervos más renombrados de Dios han preferido la adoración pública antes que la privada. El Señor no se retiró de las ordenanzas públicas, aunque fueran corruptas. La adoración pública fue más preciosa para los apóstoles que su seguridad, su libertad y sus vidas.
10. La adoración pública es el mejor medio para procurar las mayores misericordias, impedir y eliminar los mayores juicios.
11. La preciosa sangre de Cristo se interesa más en la adoración pública. A Adán se le exigió adoración privada, y tanto él como su posteridad la llevaron a cabo, incluso en un estado no pecaminoso, pero la predicación pública del evangelio y la administración de los sacramentos tienen una dependencia necesaria de la muerte de Cristo.
12. Las promesas de Dios se dan más a la adoración pública que a la privada. Existen más promesas para la adoración pública que para la adoración privada, e incluso aquellas que parecen hechas para los deberes privados son aplicables y más poderosas para la adoración pública.
Usado con permiso. Cortesía de Gentle Reformation.