¿Dios o mamón? Capítulos 1-2
¿Dios o mamón? Capítulos 1-2
Robin Compston
1 – Una advertencia esencial
¿Quién hubiera predicho que las iglesias cristianas serían infectadas por una enseñanza tan abiertamente antibíblica como el evangelio de la prosperidad, un error que contradice directamente el décimo mandamiento, y por el que todos los creyentes deberían tener una instintiva aversión? Sin embargo, esta enseñanza ha hecho un gran progreso, y sus promotores principales son altamente aclamados, aun en iglesias que afirman estar fundamentadas en la Biblia. ¿Cómo podemos explicar el éxito de este movimiento y por qué tantas personas son entusiastas defensoras de sus ideas? La razón debe ser que, aunque puede haber mucho pueblo de Dios verdadero en las iglesias afectadas, las doctrinas de la prosperidad han sido hábilmente diseñadas para apelar al gusto de quienes nunca han vuelto su espalda completamente al mundo, y que son susceptibles a un mensaje que les ofrece la posibilidad de servir tanto a Dios como a Mamón.
El movimiento de la «palabra de fe» es un desarrollo dentro de las iglesias pentecostales, que ahora está en su segunda o tercera generación. Los líderes modernos de este movimiento basan sus ideas en hombres como Kenneth Copeland, Frederick Price y Kenneth Hagin; y más allá de estos, Oral Roberts y E. W. Kenyon. El movimiento de la «palabra de fe» promueve el evangelio de la salud y la riqueza —o el evangelio del éxito—, siendo la parte de la riqueza de este mensaje conocida como el evangelio de la prosperidad.
Los maestros dentro del movimiento difieren en sus doctrinas y, en algunos casos, son críticos de las ideas de los otros; sin embargo, vemos una enseñanza central que es común a la mayoría de los que están en este movimiento. Los maestros de la prosperidad dicen que los cristianos deben aspirar a ser ricos en este mundo, ya que la voluntad de Dios es que Su pueblo sea bendecido tanto material como espiritualmente. Ellos dicen que una gran parte de la felicidad del cristiano viene de estar bien provisto en esta vida, provisión que, según ellos, es evidencia del favor de Dios. Las prohibiciones contra la codicia, que fueron enseñadas por todas las generaciones previas de cristianos, ahora son rechazadas por esos maestros bajo el argumento de ser escrúpulos esclavizantes que causan una privación innecesaria en los creyentes, y que les roban a las iglesias los recursos necesarios para evangelizar al mundo perdido. La pobreza se atribuye al diablo, y el escape de ese estado viene a través de la práctica de la «confesión positiva», por la que las palabras habladas en voz alta reclaman el enriquecimiento material, con la expectativa de que Dios convertirá eso en una realidad. Se hace una fuerte conexión entre la práctica del diezmo y el recibir una recompensa terrenal, por lo que las ofrendas económicas son consideradas como una semilla sembrada que cosecha un beneficio terrenal de alguna clase.
Puede parecer insensato escribir un libro que toma seriamente una enseñanza tan escandalosa como esta, pero hay creyentes verdaderos que sufren durante muchos años antes de escapar de sus garras. Por el bien de los creyentes genuinos atrapados en este movimiento, y para resistir su dañina influencia, este libro examina las enseñanzas claves del evangelio de la prosperidad a la luz de las Escrituras.
2 – El rechazo de la enseñanza cristiana del pasado
Los maestros de la prosperidad admiten de buena gana que su doctrina es un alejamiento de la enseñanza tradicional de la Iglesia sobre el tema de la riqueza. Lejos de estar avergonzados por eso, se enorgullecen por descubrir una verdad que aparentemente estuvo escondida para las generaciones pasadas.
En un esfuerzo para lograr que los cristianos cambien su manera de pensar, Kenneth Copeland manifiesta:
«A través de nuestras ideas tradicionales, hemos sido llevados a creer que la prosperidad es algo impío…».1 «Los cristianos han evitado la prosperidad como si fuera la peste, porque se les ha enseñado que la prosperidad es algo profano. Pero la prosperidad solo resultará perjudicial cuando aquel que la busca no tiene temor de Dios ni la sabiduría de Dios».2
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1 Kenneth Copeland, Prosperity: The Choice is Yours (La prosperidad es tu elección), p. 23, Kenneth Copeland Publications, 1985.
2 Copeland, Prosperity, p. 39.
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Disponible en Cristianismo Histórico como libro físico y libro electrónico