Paz y gracia de Dios
James B. Ramsey
Gracia y paz os sean multiplicadas en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor (2 Pet. 1:2).
Todas las bendiciones que vienen del cielo al hombre culpable e impotente, trabajando bajo la terrible carga del pecado no perdonado y el temor de la ira inminente y la miseria de pasiones contrarias, deseos insatisfechos e infortunios terrenales, son a la fuerza y conmovedoramente incluidas en esta palabra, “paz”, la paz que es de Dios y que concilia con Dios. Sin ella, puedes reunir todo lo que la tierra denomina como bueno, todo aquello en lo que los hombres derrochan sus mayores energías, la entusiasta lucha que llena la tierra con “grandes olas de agitación humana”, pero no habrás conseguido más que polvo y cenizas.
Sin ella, cuantos más honores, placeres y riquezas del mundo hayas obtenido, más cargas humillantes de vanidad tendrás que soportar y más amarga será la copa de aflicciones que te servirán al final. La falta de paz convierte las mejores bendiciones terrenales en veneno y facilitarán tu descenso hacia la perdición más profunda.
Por el contrario, si la posees, todas las cosas buenas de la tierra no tendrán más que su valor real, sus aflicciones, dolores y lágrimas se convertirán en medicina que curan el alma y te preparan para el gozo eterno. No puede hacer menos; porque se llama “la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento” 3 — es la paz que Dios da y por medio de la cual Dios esta reconciliado. ¿Qué más puede desear una criatura? La lleva a una amorosa comunión con Dios, su Hacedor, asegura una dulce serenidad y armonía en la propia alma, satisface todos los deseos.
La naturaleza, en sus mil procesos, la Providencia, en todos sus movimientos más diminutos, en los más amplios y complicados, e incluso las huestes invisibles de ángeles, todos se alinean como siervos que ministran al alma para que esté en paz con Dios.
“Gracia” es la única fuente. Por ello, este mensaje del Reino es “gracia y paz”. La verdadera paz no puede entrar en ningún alma si no es por medio de la gracia. No permitas que la frecuencia y la ligereza con la que se suele repetir esta palabra te insensibilicen con respecto a la fuerza y la gloria de este bendito significado. Es el gratuito, inmerecido favor soberano de Dios, brotando de las profundidades de Su propia naturaleza y con toda la fuerza de la divinidad, es tan inagotable como Su propia plenitud, ya sea por las ambiciones de la criatura o por el transcurrir de las épocas, y encontrando su verdadero símbolo en ese rio de agua de vida que Juan vio saliendo del trono de Dios y del Cordero.
¡Esas son las alegres nuevas que el Evangelio nos trae a ti y a mí, infelices pecadores! Todas las fuentes de este Reino espiritual de Dios se emplean para concedernos bendiciones de esa naturaleza. Muestra bien en las dos grandes verdades que enseñan las palabras “gracia y paz” en cuanto a tu carácter natal y condición ante los ojos de Dios.
Las propias palabras que te llegan, repletas de las más ricas misericordias del cielo para alegrar y salvar tu alma, implican que Dios te ve en enemistad con Él por naturaleza y que mereces el castigo de Su santa ley; la liberación del estado de pecado y miseria no puede obtenerse por obras o por méritos propios de ninguna criatura, sino por [Jesucristo], Su don perfectamente gratuito.
por medio de la redención que es en Cristo Jesús (Rom. 3:24).
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3. Filipenses 4:7
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