Orando por sus pastores I
James Smith
Los ministros de Cristo necesitan las oraciones de su pueblo, pues su trabajo es arduo, sus enemigos son intensos, sus debilidades son grandes, y sus obstáculos son muchos. Ellos anhelan las oraciones de su pueblo, porque ellos saben que la oración tiene poder para con Dios y trae grandes e invaluables bendiciones.
Las oraciones del pueblo influyen en la predicación del ministro, y ningún pueblo debe esperar que su ministro predique provechosamente, o para el beneficio de sus almas, a menos que oren mucho por él. Así cómo las oraciones del pueblo influyen en la predicación del ministro, así la predicación del ministro influye en las oraciones del pueblo. El pueblo, por lo tanto, debe orar de tal manera que haga descender bendiciones y gracia sobre el ministro; el ministro debe predicar de tal manera que despierte las conciencias de la gente a buscar estas grandes bendiciones del Señor. Dependemos mutuamente el uno del otro. Los ministros no pueden progresar, excepto por la oración incesante hecha por la iglesia a Dios a favor de ellos, ni la iglesia puede prosperar, a menos que el ministro predique el Evangelio con la esencia, la unción y la fluidez del Espíritu Santo.
Estas reflexiones me llevan a plantear las siguientes preguntas con todo el afecto a cada miembro de una iglesia de Cristo: ¿Cuánto has orado por tus ministros? ¿Oras por ellos todos los días? ¿Tienen un lugar en tus oraciones privadas, y devociones familiares? ¿Alguna vez has separado un tiempo especial para orar por ellos? ¿Has orado por ellos en proporción a la importancia de su trabajo? Piense en la importancia de un ministerio fiel y próspero – en un mundo que está en oscuridad, y en sombra de la muerte. ¡Cuánto depende la iluminación, la regeneración y la salvación de los pecadores de la predicación del Evangelio!
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? (Romanos 10:14-15ª).
Ahora, es la obra de Dios calificar, comisionar y enviar ministros para predicar el Evangelio al mundo – y lo hace en respuesta a las oraciones. Por lo tanto, nuestro Señor dice:
“La mies es mucha, pero los obreros pocos. Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:37-38).
Por lo tanto, si usted tiene compasión por este pobre mundo agonizante, si concuerdas con el Señor Jesús, que no vino a condenar al mundo, sino que el mundo fuese salvo por medio de Él, sentirá la suma importancia que tiene el enviar ministros, ministros piadosos, a predicar el Evangelio glorioso entre todas las naciones; y por lo tanto orará ferviente y frecuentemente, que Dios levante y envíe los hombres adecuados a la mies. Ahora, ¿hay alguna relación entre la frecuencia y el fervor de sus oraciones sobre este tema y su importancia?
Cuando los hombres son preparados y enviados, su éxito depende totalmente de la bendición de Dios, y esa bendición es atribuida a las oraciones del pueblo de Dios. Por lo tanto, no es suficiente que oren por el hombre, sino que lo acompañen con su lealtad y sus oraciones donde quiera que él vaya. La oración debe ser hecha a Dios sin cesar por la iglesia, para que Su bendición asista a cada predicador del Evangelio de Cristo, y que acompañe cada sermón del Evangelio con poder y unción. Sin esto, no tenemos derecho a esperar ningúna bendición. Dios en Su santa y soberana gracia, puede otorgarla, pero no tenemos derecho a esperarla. Por lo tanto, siempre que, ustedes miren con atención este mundo pobre y piensen en sus miserias y penurias, cada vez que tengas la oportunidad de pensar en los ministros de Cristo predicando Su palabra, ya sea en la iglesia local o en países paganos, deberían tomar una decisión de orar con más seriedad, para que el Espíritu de lo alto se derrame sobre ellos, para que el desierto se convierta en un campo fructífero, y el campo fructífero sea transformado en un bosque frondoso. Hermanos, creyendo como ustedes lo hacen, que el progreso del Evangelio depende de la bendición de Dios, y que la bendición de Dios es prometida como resultado de las oraciones de los santos – ¿oran ustedes tanto como deberían por los ministros de Cristo?
Usado con permiso, AR