Un corazón apacible es vida para el cuerpo
George Lawson
Un corazón apacible es vida para el cuerpo, mas las pasiones son podredumbre de los huesos (Proverbios 14:30).
La mayoría de los hombres reconocen que la religión es lo mejor para el alma. Pero por lo general se presta más atención al cuerpo que al alma, y la gente tiene prejuicios contra la religión porque la considera desfavorable para los intereses y el bienestar del hombre exterior. Salomón se esfuerza por eliminar este falso concepto en muchos de los pasajes de este libro. Según su doctrina, la santidad es salud para el alma y extiende su influencia por todo el cuerpo; pero el pecado, que es la enfermedad y la muerte del alma, también es un veneno lento para el cuerpo en su condición presente.
El corazón purificado por la gracia de Dios está libre de pasiones corrosivas y turbulentas, disfruta del placer de tener una conciencia tranquila y siente un dulce gozo que otorga gracia al rostro y comunica salud y vigor a los huesos. El corazón alegre que es buena medicina (cf. Pr. 17:22) es principalmente don de la sabiduría sagrada; y esa benevolencia que nos inclina a hacer bien a los demás sin duda nos hará bien a nosotros, de modo que los frutos de la caridad siempre empiezan en casa (cf. Pr. 3:8).
“Mas las pasiones son podredumbre de los huesos”.
Son un tormento y un castigo, además de un pecado, de modo que la falta de caridad, al igual que la virtud opuesta, también empieza en casa. El envidioso se empobrece por las riquezas de los demás y es atormentado por la felicidad de su prójimo; todos los que buscan su propia dicha tratan de hacer desgraciado al envidioso. Cierto escritor cuenta que una vez se diseccionó a una mujer después de muerta y se halló una serpiente en su corazón. Pero el envidioso tiene ya una serpiente en su corazón estando aún con vida, y esta le atormenta constantemente. Su envidia no solo le desfigura, sino que le hace languidecer por la enfermedad que consume sus huesos; y es más enemigo suyo que de cualquier otro hombre. Tiene un infierno en su interior y va camino de otro, del Infierno “[…] que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41), donde tiene reservado un lugar junto a los adúlteros y los asesinos (cf. Gá. 5:19-21).
La envidia del diablo fue la causa de nuestra desgracia; la envidia de los fariseos llevó a nuestro Señor a la Cruz; la nuestra es podredumbre para nuestros huesos y condenación para nuestras almas. ¡Que el Dios de amor nos libere de esta funesta pasión!
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos. Este libro está disponible en Cristianismo Histórico.