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Muchos son los planes en el corazón del hombre

113702252016George Lawson
Muchos son los planes en el corazón del hombre, mas el consejo del SEÑOR permanecerá (Proverbios 19:21).
Los corazones de los hombres están siempre llenos de proyectos y rara vez se paran a pensar si son agradables a la mente de Dios o no. Pero el consejo del Señor, revelado en su Palabra, permanecerá mucho después de todos los planes que puedan formar. El camino de la felicidad es escuchar el consejo y recibir la corrección; porque “el mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Jn. 2:17), y debe prosperar mientras actúe bajo la dirección de estos consejeros infalibles que son los testimonios del Señor (cf. Pr. 19:20; Sal. 1:4).
Pero en la Escritura se utiliza la expresión “consejo de Dios” (cf. Hch. 20:27 RVR 1960) en el sentido del propósito de Dios respecto a los acontecimientos que han de suceder; y este consejo comprende todo lo que ha acontecido y todo lo que va a suceder en el mundo, tanto por obra directa de Dios como por medio de cualquiera de sus criaturas; porque la providencia de Dios emplea a los peores hombres y a los demonios mismos para ejecutar sus decretos. Los hombres y los demonios actúan conforme a su propia voluntad hasta donde alcanza su poder, pero siguen estando bajo el dominio absoluto del Señor; y tanto si son capaces de poner por obra sus propios planes como si no, están ejecutando sus órdenes. ¡Qué extraña es la sabiduría de la providencia divina! Millones de criaturas que no saben nada del verdadero Dios, millones de personas que son sus enemigos permanentes no cesan, no obstante, de hacer planes y ejecutar propósitos que tienen por único objeto la satisfacción de unos deseos egoístas y corrompidos, llenos de enemistad contra Dios; y, sin embargo, todas esas criaturas coinciden en cumplir la voluntad secreta del Señor. Sus consejos dejan al hombre a su libre albedrío; y la voluntad del ser humano, por muy corrupta que sea, está bajo el gobierno de la santa Providencia y al servicio de sus gloriosos planes, y Él controla hasta dónde van a llegar los hombres en su desobediencia, todo de forma invisible a través de su poder.
Es inútil que los hombres se hagan ningún propósito y que piensen en llevarlo a cabo sin reconocer la providencia de Dios. El apóstol Santiago nos advierte con palabras muy fuertes contra este tipo de ateísmo práctico (cf. Stg. 4:13-17).
Cuando tropecemos con dificultades por la crueldad de los hombres, tengamos presente esta verdad y comportémonos con mansedumbre y humildad. Los hombres no hacen nada sin que Dios lo vea y dé su permiso. Cristo se sometió en silencio a esos sufrimientos que padeció a manos de hombres bárbaros, porque era necesario que se cumpliese la Escritura y que se ejecutasen los designios de la mano de Dios y de su consejo. Lo que hacía David agradaba a todo el pueblo (cf. 2 S. 3:36), ¿y no nos agradará lo que haga el Rey del Cielo?
El pueblo de Dios puede regocijarse. Los consejos del Señor respecto a ellos son gloriosos en sabiduría y gracia y, aunque los hombres unan sus fuerzas para oponerse a la voluntad del Creador, los planes divinos no quedarán sin cumplirse. Los consejos de sus enemigos son peligrosos, pero “[…] ningún arma forjada contra [Sion] prosperará” (Is. 54:17). Todos los consejos de los impíos se ejecutan o se frustran según el beneplácito de Dios, cuyos ojos “[…] contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él” (2 Cr. 16:9 RVR 1960; cf. Mi. 4:10-13).
Tiemblen los pecadores, porque sus consejos y sus obras están en manos de Dios. Puede que les consienta que prosperen durante un tiempo en la maldad y que se realicen algunos de sus perversos planes, pero sus maldades se volverán contra ellos, y sus pies quedarán prendidos en sus propias redes (cf. Sal. 9:15). Puede que Dios los utilice durante una temporada para cumplir sus planes de gracia, aunque también de corrección, respecto de su pueblo, pero en breve les pedirá cuentas y los castigará por todas las maldades que han cometido y por las barbaridades aún mayores que han pasado por sus mentes (cf. Sal. 21:11; Is. 10:12).
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos.

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