El enojo del necio se conoce al instante
George Lawson
El enojo del necio se conoce al instante, mas el prudente oculta la deshonra (Proverbios 12:16).
El sabio aquí utiliza una palabra muy clara como sinónimo de “enojo”. Lo llama “deshonra”, porque es una deshonra para el hombre consentir que sus pasiones descontroladas tiranicen su razón, de forma que su semblante se deforme y él mismo se vea impulsado a utilizar expresiones y efectuar actos más propios de un loco escapado del manicomio que de alguien a quien se supone en su sano juicio. El hombre se reconocería degradado si su cuerpo se transformara en una bestia salvaje; ¿y acaso es un ápice más respetable el estado del hombre cuando tiene la razón pisoteada y cuando el gobierno de su cuerpo y de su lengua está sujeto al espíritu de un tigre?
El necio se deshonra dando rienda suelta a las explosiones impetuosas de sus pasiones. Deja al descubierto su locura transitoria con su rostro pálido, sus labios temblorosos y sus ojos llameantes. Su lengua, habiéndose liberado del freno de la razón, derrama torrentes de furia, y quizá también de juramentos e imprecaciones; así anuncia su necedad a todos los que se cruzan con él. Con mucho esfuerzo impide que sus manos hagan lo que en un breve lapso de tiempo se convertiría en una fuente de amargura y un remordimiento incesante.
“Mas el prudente oculta la deshonra”. Cuando se da cuenta de que sus pasiones empiezan a fermentar, no les da campo libre, sino que analiza si hace bien en enfadarse y hasta qué punto es legítimo y conveniente para él dar rienda suelta a esa pasión turbulenta. No oculta su enojo, para que este tenga ocasión de actuar, ni sujeta sus facultades racionales al servicio de su enfado, para estallar con más fuerza en otro momento; sino que lo oculta, para poder tener tiempo para suprimirlo y destruirlo, teniendo en cuenta su locura e impiedad, meditando en el ejemplo y la gracia de Cristo y orando con fervientes súplicas para recibir el respaldo y la ayuda del Espíritu de mansedumbre.
Por estos métodos el prudente guarda su honor y oculta la deshonra de la vista de su prójimo, que probablemente sea ganado gracias a la gentileza y la mansedumbre. Así se obtiene la más noble de todas las victorias, cuando el cristiano somete no solo su propio espíritu sino el alma testaruda de su adversario y cubre, con su amor, multitud de pecados (cf. 1 P. 4:8).
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos. Este libro está disponible en Cristianismo Histórico.