La justicia engrandece a la nación
George Lawson
La justicia engrandece a la nación,
pero el pecado es afrenta para los pueblos (Prov. 14:34).
Este proverbio se verifica en toda la historia del pueblo de Israel y en aquellas promesas y advertencias que recibieron su cumplimiento en los acontecimientos que le sucedieron.
Algunos alegan que Dios no dispensa recompensas y castigos a las naciones, mas que los que son consecuencias naturales de su comportamiento, sin ninguna intervención especial de la Providencia respecto a su buena o mala conducta; afirman que la historia de las cosas que sucedieron a Israel como nación no constituye un ejemplo para las naciones que no están bajo el pacto mosaico. Pero, aparte del hecho de que la Providencia ha determinado la prosperidad o la desgracia como consecuencias naturales de la virtud o el vicio, está claro que Dios castiga los pecados de muchas naciones con calamidades que no eran las consecuencias naturales de sus maldades.
Como prueba de esto podríamos citar los relatos de Génesis, Éxodo y Josué, y las predicciones de todos los profetas acerca de las naciones paganas; y hasta en el Nuevo Testamento encontramos profecías que anuncian las desgracias que acontecerán a las instituciones públicas por causa de sus pecados (cf. Mt. 22:1-7; Ap. 8:21).
Grande es la estima que el Dios justo tiene por la Justicia. Hasta la virtud de las naciones paganas ha sido recompensada con prosperidad y sus vicios les han acarreado reprensiones y ruina. La Justicia, tal como la podían practicar los paganos, hizo de Grecia y Roma imperios florecientes y los exaltó hasta la gloria. Pero la última de estas potencias, después de haber alcanzado su grandeza máxima en el mundo, enseguida cayó en una ruina extrema y se vio reducida a la más desdichada servidumbre cuando la corrupción y la impiedad, en contraposición a los dictados de la naturaleza humana, se hicieron habituales entre sus gentes. Por tanto, si amamos a nuestro país, opongámonos todos a la impiedad hasta el máximo de nuestras fuerzas, porque a veces un remanente de justos puede ser durante un tiempo el pilar que sostenga el Estado (cf. Is. 1:9). Los reyes deben interesarse por fomentar la Justicia y poner freno a la iniquidad entre sus súbditos; y así lo harán, si son merecedores del noble título que ostentan.
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos.