Lecciones prácticas de los puritanos para nosotros hoy
Dr. Joel R. Beeke
1. Al acercarnos a la conclusión de Una teología puritana sugieres que la dedicación a los escritos puritanos nos servirán ayudándonos a mantener un equilibrio bíblico en la predicación. ¿Han perdido muchos predicadores de hoy el equilibrio? ¿Qué es el equilibrio bíblico y por qué necesitamos mantenerlo?
Desconozco cómo muchos predicadores no guardan un equilibrio, pero cada uno de ellos debe mantenerse vigilante sobre sí mismo, porque todos tenemos tendencia a desviarnos, tanto en teología como en personalidad (1 Ti 4:16).
Existen tantos planteamientos a la predicación como pasteles, pero igual que estos, nuestra predicación siempre debe ser la mezcla de ciertos ingredientes básicos. El equilibrio en la predicación incluye una mezcla saludable de ingredientes bíblicos, doctrinales, experienciales y prácticos. El ingrediente bíblico significa que debemos “predicar la Palabra” (2 Ti 4:2), haciendo una exposición del significado de uno o más textos bíblicos y arraigando en las Escrituras todo lo que decimos. Sin esto, nuestra predicación no tiene autoridad divina. El ingrediente doctrinal significa que debemos declarar la “forma de doctrina” (Ro 6:17), incluido “todo el consejo de Dios” (Hch 20:27) en distintas enseñanzas, en especial las que se resumen de un modo tan hermoso en la confesión y los catecismos reformados. Esto le proporciona claridad a nuestra predicación. El elemento experiencial aplica la doctrina bíblica en el corazón de los pecadores, siendo este la fuente de toda nuestra actividad (Pr 4:23). Esto empieza con el corazón del predicador, de manera que pueda predicar desde su corazón al corazón de sus oyentes. Esto convierte nuestros sermones en algo simultáneamente idealista, realista y optimista en cuanto a la vida cristiana. El ingrediente práctico aplica la doctrina bíblica en asuntos específicos de dirección, exhortación, autoexamen, advertencia, y consuelo dependiendo de una condición espiritual de la persona. Una predicación así va dirigida a llamar a las personas a una nueva vida.
Si Dios lo permite, espero publicar un libro sobre la predicación experiencial reformada en los próximos años, en el que trataré este mismo tema con ejemplos sacados de la historia.
2. Los puritanos enfatizaron la importancia de catequizar. Yo crecí en una tradición que hacía gran hincapié en la memorización y la recitación de los catecismos. ¿Es esto el corazón de la catequesis? Si no es así, ¿cuál es? ¿Qué logramos si recuperamos este énfasis?
El medio de la catequesis es memorizar y recitar preguntas y respuestas. Pero estos no son los componentes más importantes. Su propósito consiste en inculcar en la persona una estructura básica para entender la vida, y proporcionarle material para la meditación y la aplicación al corazón durante los años venideros. Los puritanos comprendían que “el entendimiento es el guía y el piloto del hombre en su totalidad”. Por tanto, al recomendar la Confesión y los Catecismos de Westminster, dicen: “El antídoto más soberano contra todos los tipos de errores tiene que basarse y establecerse en la fe”. Con todo, hacían esta aclaración: “Pero, aún así, el conocimiento que recomendamos de forma especial, no es un conocimiento cerebral… sino un conocimiento del corazón, interno y sabroso”.1 El catecismo no solo tiene por objeto la memoria y la comprensión de la verdad, sino también un gusto experiencial de la dulzura de Cristo (que es lo que querían decir con “sabroso”).
3. La prueba y la persecución estaban constantemente presente durante la época de los puritanos y también lo estaban las realidades de la enfermedad, la dolencia, una breve duración de vida y la mortalidad infantil. Vivimos con mucha más seguridad y confianza, ¿pero sigue habiendo cosas que podemos y deberíamos leer de los puritanos en cuanto a la perseverancia en la dificultad?
A pesar de nuestra tecnología moderna (y, a veces, por medio de ella), los bebés siguen muriendo, la culpa perturba el alma, las guerras traumatizan y despojan, y los accidentes incapacitan y matan. Los puritanos nos ayudan a responder a tales tristezas recurriendo a Dios en Cristo y experimentando su consuelo. Nos enseñan a considerar el dolor por medio de las humildes lentes de la soberanía de Dios. David oró en el Salmo 39:9: “Mudo me he quedado, no abro la boca, porque tú eres el que ha obrado”. Thomas Brooks enseñó sobre esta base que es gran deber de los cristianos permanecer en silencio bajo la más tristes de las aflicciones, no con un silencio estoico, sin sentimiento, o taciturno, enojado o desesperado y sin esperanza, sino con el silencio interno que nace de mirar más allá de lo terrenal que hace que se vea la mano santa de Dios sobre todas las cosas.2
Los puritanos pueden enseñarnos sobre todo cómo encontrar la paz por medio de la fe. William Bridge escribió: “La fe acalla el corazón de uno en tiempos de desaliento”.3 Isaías 25:3 nos da la promesa de Dios: “Al de firme propósito guardarás en perfecta paz, porque en ti confía”. Cómo obra Dios la paz por medio de la fe? Bridge dijo que la fe trae luz al entendimiento, refrena los temores más exagerados, asegura nuestra conciencia delante de Dios y nos acerca a Dios con valentía (Sal 37;1.7; He 10:22; Ef 3:12).4
Aunque nuestra fe sea débil, no tenemos por qué desesperar, porque aunque la fe débil acarrea muchos problemas, todavía podemos clamar: “Ten piedad de mí, Señor, pues languidezco” (Sal 6:2). Nuestra debilidad no nos excluye de su misericordia, sino que atrae su misericordia.5 Los puritanos entendían que, en ocasiones, el Señor lleva a sus hijos a una oscuridad aterradora y tormentosa del ama. Timothy Rogers, que sufría de profunda depresión, dijo que Dios ordena tales cosas para conformar a su s siervos a Cristo (Is 53.3), para desintoxicarnos de los placeres mundanos por los que el hombre cayó primeramente, conducirnos a través de un tiempo de tristeza hasta alcanzar el gozo y mostrar su soberanía sobre la aflicción y el consuelo.6
4. Los puritanos iban a la guerra contra el orgullo. ¿Qué querían enseñarnos sobre el orgullo y cómo deberíamos matarlo?
Los puritanos nos exhortan a amar la humildad, porque Dios es Señor. ¿Queremos acercarnos al Rey y recibir su favor? Henry Smith proclamó que el Rey había declarado que el orgullo y todos los amigos de este son Sus enemigos, pero quienes se visten de humildad pueden acercarse valientemente a él. Y es que el hombre orgulloso “se pone contra Dios… se hace igual a Dios, porque todo lo hace sin Dios, y no ansía ninguna ayuda de él; se exalta por encima de Dios, porque quiere tener su propia voluntad, aunque sea contraria a la de Dios”.7 ¡Qué feo es el orgullo! Instan a atesorar humildad si amamos a Cristo. Andrew Gran escribió que Cristo no se ofreció nunca tanto como modelo para nosotros como en esto, en que Él era humilde (Mt 11.29; Jn 13.12-14).8 La humildad es la belleza de Jesucristo, el siervo del Señor.
Nos advierten de lo sutil que puede ser el orgullo. Nos hacemos tan egoístas sobre las cosas más pequeñas. Smith dijo: “El hombre se enorgullece de una pluma”.9 El orgullo espiritual es especialmente tramposo. Puede construirse un trono para sí mismo en el escalón más bajo de la humildad. Gray dice: “Es difícil ser humilde en nuestra humildad”.10 El orgullo puede hacer un mal uso de nuestras experiencias culminantes de la gloria de Dios y distorsionarlas hasta convertirlas en ocasiones para la autoexaltación (2 Co 12:7).11 ¡Debemos velar y orar!
Los puritanos nos dicen que recibamos con humildad las aflicciones que proceden de la mano de Dios, aun cuando estas revelen el pecado dentro de nosotros. Gray afirmó: “Un cristiano no conoce nunca mejor la fuerza de sus deseos que cuando está bajo las aflicciones”.12 Pero los creyentes deben recordar que Dios nos envió a atravesar el desierto de los sufrimientos para humillarnos y revelarnos lo que hay en nuestro corazón (Dt 8:2).13
Nos llaman a recordar lo poco que entendemos de Dios. John Owen escribió: “Medita mucho en la excelencia de la majestad de Dios… ¡lo pequeña que es la porción que conoces de él!”14 Cuando Job vio un vislumbre de la gloria de Dios, exclamó: “Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:6). Owen dijo que los hombres más espirituales sobre la tierra “saben muy poco de él y de su gloria”.15 ¡Qué ridículo es que nos sintamos envanecidos por nuestro conocimiento de la teología, cuando esta nos enseña la gloria infinita y lo insondable que es Dios!
5. Ahora hemos alcanzado el capítulo final, con los últimos ocho que hemos leído. ¿Cómo nos beneficiaría si volviéramos al principio y leyéramos los capítulos 1—51?
Existen muchos temas útiles que no hemos tocado aún. ¿Deseas aprender sobre los atributos de Dios y la Trinidad? ¿Te gustaría entender mejor su control de todas las cosas para bien? ¿Quieres ver más de la belleza y la gloria de Jesucristo? Estas no son más que unas pocas de las gemas preciosas encontradas en los demás capítulos. Este libro te permite sentarte a los pies de algunos de los mayores maestros de la Biblia que el mundo ha conocido jamás. En la misma medida que ellos eran fieles a las Escrituras, Cristo habla en ellos.
Para quienes estén interesados en entender el corazón de la teología puritana, me gustaría elogiar de forma especial los capítulos brillantes de Mark Jones sobre los puritanos y los pactos. Estos se encuentran en el centro mismo de la doctrina reformada, y sigue entendiéndose poco entre los calvinistas profesantes.
Notas:
1. Henry Wilkinson, Roger Drake, William Taylor, et al., “To the Christian Reader”, en Westminster Confession of Faith (Glasgow: Free Presbyterian Publications, 1994), 6.
2. Thomas Brooks, The Mute Christian under the Smarting Rod, en The Works of Thomas Brooks, ed. Alexander B. Grosart (1861:1867; reed. Edimburgo: Banner of Truth, 2001), 1:287.
3. William Bridges, A Lifting Up for the Downcast, Puritan Paperbacks (Edimburgo: Banner of Truth, 1961), 262.
4. Bridges, A Lifting Up for the Downcast, 265-66.
5. Bridges, A Lifting Up for the Downcast, 91.
6. Timothy Rogers, Trouble of Mind and the Disease of Melancholy, ed. Don Kistler (Morgan, Pa.: Soli Deo Gloria, 2002), 339-43.
7. The Works of Henry Smith (1866; reed. Stoke-on-Trent, UK: Tentmaker Publications, 2002), 1:203-204.
8. Andrew Gray, Loving Christ and Fleeing Temptation, ed. Joel R. Beeke and Kelly Van Wuck (Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2007), 254.
9. Smith, Works, 1:208.
10. Gray, Loving Christ and Fleeing Temptation, 255.
11. Gray, Loving Christ and Fleeing Temptation, 255, 267.
12. Gray, Loving Christ and Fleeing Temptation, 323.
13. Gray, Loving Christ and Fleeing Temptation, 324.
14. John Owen, Mortification of Sin in Believers, in The Works of John Owen (Edimburgo: Banner of Truth, 1967), 6:63.
15. Owen, Mortification of Sin in Believers, 6:64.
El Dr. Joel R. Beeke es presidente y catedrático de Teología Sistemática y Homilética en el Seminario Teológico Puritano Reformado, y pastor de la Heritage Netherlands Reformed Congregation de Grand Rapids, Michigan.
Publicado en Reflexiones con permiso. Traducción de IBRNJ. Todos los derechos reservados. © 2014 IBRNJ.