El peligro de la ignorancia
Eugenio Piñero
«El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. Él restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento. Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días» (Salmo 23:1-6).
¿Por qué debemos estudiar el Salmo 23?
- Por el peligro de la ignorancia de su significado
Aunque este Salmo es universalmente conocido, muchos desconocen su verdadero significado y aplicación correcta. Sectas satánicas y ocultistas lo usan en sus ritos para recibir consuelo. El supuesto consuelo que reciben no procede de Dios, pues el consuelo de este Salmo no es para los hijos del diablo, ni sus seguidores (Jn. 8:42-45), sino para los verdaderos hijos de Dios (2 Cor. 1:20). Porque Pablo era un verdadero hijo de Dios, recibió el consuelo que Dios da a Sus hijos mediante el Señor Jesucristo.
«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra. Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. De hecho, dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos» (2 Corintios 1:3-4a, 5, 9).
Los consuelos del Salmo 23 son para aquellos que, como Pablo, confían en Dios.
Por otra parte, hay personas que a pesar de negar la Deidad de Cristo o del Pastor del Salmo 23, aman este Salmo. Les encanta repetirlo para consolarse a sí mismos. Su ignorancia acerca del significado y aplicación correcta de este Salmo, no les permite ver que su incredulidad sobre la Deidad de Cristo no permite que ellos reciban el verdadero consuelo que este Salmo imparte al alma de aquel que cree en Cristo como el Hijo de Dios: verdadero Dios, verdadero hombre; completamente hombre, sin dejar de ser en todo sentido Dios, la segunda Persona de la Trinidad (Jn 1:1-3, 14).
Pablo, refiriéndose al Señor Jesucristo, dijo:
«El cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre» (Filipenses 2:6-11).
Jesucristo tomó la forma de Siervo para salvarnos y, como Dios/Hombre, Él pastorea a Sus ovejas.
La ignorancia del significado del Salmo 23 y su aplicación incorrecta lleva a otros a usarlo de una manera irrespetuosa y absurda, como aquel que dijo: «Porque el Señor es mi banquero, nada me faltará». Al contrario, todo aquel que piensa de esa manera, todo le faltará. Su alma miserable está completamente desprovista de todo bien espiritual. Permanecerá desprovisto y desamparado si continúa pensando de esa manera.
Por otra parte, algunos psicólogos —al ver el valor terapéutico que el Salmo tiene sobre algunas personas— lo usan como un calmante o paliativo. Ellos animan a sus pacientes a leerlo varias veces para que su lectura tranquilice, consuele y anime su corazón. Alguien dijo que aún algunos ateos lo leen por su efecto tranquilizador. Otros aman a este Salmo simplemente por su belleza literaria. Sin embargo, el uso incorrecto de este Salmo muestra la ignorancia de muchos sobre el verdadero significado y propósito del Salmo 23.
Sobre este punto, alguien declaró:
«Muchos millones de personas han tomado ligeramente las palabras de este Salmo en sus labios, como si fueran suyas, mientras que desconocen de forma experimental lo que significa conocer al Salvador Omnipotente, de quien se habla en los versículos de este Salmo. Sin conocer en su experiencia propia la salvación de Cristo y Su pastoreo, han tomado para sí, mediante su repetición continua, joyas que no le pertenecen. Obtienen alivio y consuelo que no tienen derecho a recibir, porque ignoran para quienes fue escrito y su verdadero significado. De esta manera, estas personas tranquilizan o adormecen sus conciencias. Piensan que todo está bien entre ellos y Dios. Su tranquilidad y consuelo sin fundamento no les permite ver la verdadera condición y necesidad espiritual de sus almas, el peligro en que se encuentran cuando piensan que el Señor es su Pastor, cuando realmente no lo es, ni ellas son sus ovejas. Solamente las ovejas de Cristo son las que pueden decir con confianza, “Jehová es mi Pastor, y nada me faltará”. La verdad aún más preocupante encerrada en esta declaración es que si Jehová no es mi Pastor, todo me falta».
Mi amigo, si tú no te has arrepentido de tus pecados, si no has vuelto por la fe al Pastor y el Guardián de las almas, Él no es tu Pastor; y si Jehová, Jesús, no es tu Pastor, tú no tendrás la paz y la seguridad verdadera que tu alma necesita; si Él no es tu Pastor, carecerás del consuelo, la restauración espiritual, la guía moral, la protección, la bendición y la vida eterna que Cristo, el Buen Pastor, da a Sus ovejas.
El Salmo 23 enseña al incrédulo —o al alma impenitente— verdades muy preocupantes. Desprovisto de todo lo que otorga la salvación y el cuidado de Jesús, como el Gran Pastor de ovejas, tú, mi amigo, estás perdido, y no tienes ningún otro destino que el infierno: lugar de tormentos eternos para aquellos que no se arrepientan. Jesús, el Pastor, no es Pastor de cabritas, sino de ovejas.
Fue por las ovejas que Él dio Su vida (Jn. 10:11, 14-15). Jehová es Pastor solamente de ovejas; es decir, Él es el Pastor de aquellos que abandonan toda confianza en sí mismos y —por la fe— lo reciben como Salvador y Señor de sus vidas. Estas ovejas oyen la voz del Buen Pastor y le siguen.
Mi amigo, si hoy oyes la voz del Pastor que te llama —mediante el evangelio al arrepentimiento y a la fe— no endurezcas tu corazón. Por tanto, hoy es el día de la salvación.
«Y como colaboradores con Él, también os exhortamos a no recibir la gracia de Dios en vano; pues Él dice: En el tiempo propicio te escuché, y en el día de salvación te socorrí… he aquí, ahora es el día de salvación» (2 Corintios 6:1-2).
Jesús dice:
«Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el que es un asalariado y no un pastor, que no es el dueño de las ovejas, ve venir al lobo, y abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. El huye porque solo trabaja por el pago y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen» (Juan 10:11-14).
Las ovejas perdidas que no prestan atención al mensaje de Cristo, serán arrebatadas y dispersadas por el lobo. Las que persisten en su incredulidad e impenitencia terminarán con el Diablo (el lobo) en el fuego eterno, el infierno.
«Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer, tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recibisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis”. Entonces ellos también responderán, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o como forastero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?” Él entonces les responderá, diciendo: “En verdad os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de los más pequeños de estos, tampoco a mí lo hicisteis”. Y estos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna» (Mateo 25:41-46).
El Salmo 23 no da consuelo a ningún incrédulo, ni al impío que no teme a Dios; al contrario, le enseña verdades que inquietarán su alma. Se sentirá perdido; no tendrá consuelo, ni esperanza. Mi amigo, ¿qué esperas? Vuelve al único y verdadero Pastor y Guardián de las almas: el Señor Jesucristo. Él ha dicho en Juan 6:37 y 40:
«Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera… Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final».
La primera razón para considerar el Salmo 23 es por el peligro de la ignorancia de su significado.
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Continuará…
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