El Pastor de nuestras almas
Eugenio Piñero
«El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. Él restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento. Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días» (Salmo 23:1-6).
El Salmo 23 usa como metáfora principal la figura del pastor para describir el cuidado fiel, amoroso, contínuo y providencial que Dios le prodiga a cada uno de Sus hijos. Jehová es el Pastor, y Sus hijos son Sus ovejas. Como Pastor, Él las salva, sustenta, guía, corrige y restaura; les da seguridad, consuelo y prosperidad.
Ahora bien, es importante señalar que estas bendiciones y privilegios son otorgados solamente a aquellos que conocen al Señor como su Pastor. El salmista conocía a Dios como su propio Pastor. Por esta razón dijo: «El Señor es mi Pastor». —«Él, por Su gracia, me busco cuando yo estaba perdido y descarriado; me encontró, lavó mis heridas y me salvo de mis pecados. ¡Transformó mi vida y me convirtió en una de Sus ovejas!».
La experiencia del salmista es la misma de cada hombre y mujer que el Señor salva. Esta salvación produce un cambio radical. Antes, ellos andaban descarriados como ovejas sin pastor, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de sus almas. Mediante el arrepentimiento hacia Dios y la fe en Jesucristo, han vuelto al Gran Pastor. «Testificando solemnemente, tanto a judíos como a griegos, del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo» (Hech. 20:21). El salmista conocía al Pastor, y sabía que Él le conocía; por tanto, podía decir: «Él Señor es mi Pastor».
Como otro señaló: «Es necesario subrayar estas verdades desde el principio, porque este Salmo realmente no tiene nada que ver contigo, a menos que conozcas al Pastor como tu Salvador y Señor de tu vida». La idea fundamental que el Salmo 23 presenta, es la plena confianza que el salmista tiene, de que Dios, su Pastor, le pastorea de tal manera que él no carecerá de ningún bien que él realmente necesite durante su peregrinación en este mundo. «Jehová es mi Pastor», por lo tanto, «nada me faltará». El conocimiento de que Dios, en una manera real, continua, personal e íntima, era su Pastor, produjo en él gozo, paz, tranquilidad, seguridad, esperanza y felicidad. Esto es lo que experimenta el verdadero creyente que confía en Dios. Él aprende a entregarse a Su fiel cuidado y a descansar en Él.
En efecto, el cuidado pastoral de Dios en este Salmo es un incentivo poderoso para la confianza en Su favor perpetuo. Por esta razón, el salmista declara: «Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días».
1) El contenido del Salmo 23
En la primera parte, se afirma la relación filial y pastoral que existe entre el salmista (David) y Dios (v. 1). En la segunda parte, se explica la naturaleza de esta relación (vv. 2-5). Y en la tercera parte, se expresa la segura y profunda convicción que el salmista tiene, basada en esta relación con Dios (v. 6).
El salmista está convencido del pastoreo fiel y misericordioso de Dios sobre él. Reconozco que en este Salmo hay por lo menos dos metáforas que revelan la relación que el Señor sostiene con Sus verdaderos hijos. Está la metáfora tomada de las escenas de la vida pastoral, y la metáfora del anfitrión en el versículo 5; pero esta última figura no opaca, en ningún modo, la figura del Pastor. Al contrario, la fortalece y arroja mayor luz sobre el cuidado que el Señor ejerce sobre Sus ovejas.
Sobre el contenido del Salmo 23, Juan Calvino tenía razón cuando dijo:
«El Salmo se escribió para expresar los sentimientos del salmista, y a la misma vez para servir como un vehículo que expresaría también los sentimientos de cada creyente y del pueblo de Dios, para cuyo uso estaba destinado».
2) Los efectos beneficiosos del Salmo 23
Alguien describe a este Salmo como «un canto de confianza que no tiene igual». Es imposible estimar su efecto sobre el hombre a través de los siglos. El dolor, la tristeza y la duda, han sido expulsados por esta fuerte afirmación de la fe, que aparece al principio. Paz, contentamiento y confianza, han sido las bendiciones sobre aquellos que han venido a compartir la sublime confianza del salmista. Mientras que el lenguaje es simple y su significado es claro, nadie ha sido capaz de agotar el mensaje poético de este Salmo ni de mejorar su serena belleza.
El doctor Henry Ward Beechaer (1813-1887) compara al Salmo 23 con un peregrino. Él dijo:
«Este peregrino que Dios ha enviado para que cante su lírica… ha aliviado más dolores y pesares que toda la filosofía del mundo; ha fortalecido a una noble hueste de pobres y desvalidos, e infundido ánimo al ejército de los desalentados; ha reconfortado a las viudas en su desconsuelo; ha tranquilizado a los huérfanos en la soledad; ha derramado el bálsamo de consuelo en el corazón de los enfermos; y ha levantado el ánimo de los injustamente encarcelados. Soldados moribundos se han sosegado al escuchar sus palabras; tenebrosas salas de hospitales se han iluminado con sus versos; ha entrado en las cárceles y ha roto las cadenas de muchos prisioneros, haciéndoles volar en las alas de la imaginación, de nuevo a sus hogares, cantando una canción alegre, como el ángel hizo con Pedro. Ha hecho que el esclavo cristiano que agonizaba bajo el látigo, se sintiera más libre que su dueño que lo azotaba. Ha consolado a muchos próximos a partir hacia su hogar celestial en su tristeza, no de tener que partir, sino de tener que dejar aquí a sus seres amados y no poder llevarlos con ellos a la patria celestial».
El Salmo 23 ha llenado nuestros corazones de gozo, paz, esperanza, consuelo y seguridad. En él podemos sentir profundamente el poder eficaz y santificador de la Palabra de Dios en nuestros corazones. Mediante su aplicación correcta, podemos conocer, en nuestra propia experiencia, el efecto poderoso de lo que significan las palabras del profeta Isaías:
«Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié» (Is. 55:11).
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Este artículo continuará…
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