¿Un llamado extraordinario o escritural?
Eugenio Piñero
Cuando consideramos el llamado que Eliseo recibió al oficio profético (1 Reyes 19:19), debemos considerar un principio fundamental y bíblico de interpretación que nos guardará de los errores que algunos cometen cuando consideran el llamado de Dios a algún oficio o posición en la iglesia. También nos librará de llegar a conclusiones y aplicaciones incorrectas que han afectado el testimonio del Evangelio y ha hecho un gran daño al pueblo de Dios.
A la luz de lo que otro siervo de Dios enseñó sobre este tema*, se puede explicar este principio mediante tres declaraciones. La primera: hay cosas peculiares en el llamado a un oficio extraordinario que solo se aplican a ese llamado. La segunda: hay cosas peculiares que distinguen un llamado a un oficio extraordinario, de otro llamado extraordinario. En tercer lugar: hay ciertos elementos del llamado de Eliseo que debemos aplicar en cada época y circunstancia.
En primer lugar: hay cosas peculiares en el llamado a un oficio extraordinario, como el oficio profético, que solo se aplican a ese llamado. Por esta razón, no debemos esperar que esas cosas que atañen a ese llamado extraordinario sean las mismas cosas que Dios use para llamar hoy a un individuo a un oficio ordinario como lo es el oficio de pastor en la iglesia. Si tratamos el pasaje que habla sobre el llamado de Eliseo a un oficio extraordinario y lo aplicamos en cada aspecto al llamado que Dios extiende a aquel que Él llama al oficio de pastor o diácono, no estaremos aplicando correctamente las Escrituras.
Un llamado extraordinario como lo es el llamado al oficio de profeta requiere cosas que son distintivamente peculiares a ese llamado extraordinario. Pero el llamado al oficio de pastor o diácono en la iglesia no requiere que apliquemos las cosas distintivamente peculiares de un llamado a un oficio extraordinario. En otras palabras, el llamado ordinario al oficio santo y solemne del ministerio en la iglesia no requiere que aparezca un profeta y eche su manto sobre un individuo o realice algo extraordinario. Lo que el llamado al oficio de pastor requiere es que aquel que aspira a este oficio llene los requisitos bíblicos para este oficio en la iglesia. “Palabra fiel es esta: Si alguno aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer. Un obispo debe ser, pues, irreprochable…” (1 Timoteo 3:1-2a).
Para saber si Dios está llamando a un hombre al oficio de pastor o diácono, lo que la iglesia tiene que hacer es aplicar al aspirante lo que la Biblia enseña sobre estos requisitos para estos oficios. ¿Llena el hombre los requisitos para el oficio pastoral o diaconal? ¿Ha preparado Dios a este hombre con las gracias, los dones y las capacidades espirituales que la Biblia requiere para este oficio y para servir a una iglesia en particular? No debemos tratar a un llamado ordinario como si fuera un llamado a un oficio extraordinario. Esperar que Dios obre de cierta manera hoy porque esa fue la manera que Él obró en el pasado, según los acontecimientos narrados en el libro de los Hechos o porque Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos, parece ser una fe robusta y un celo ferviente, pero esa fe y celo carecen de conocimiento. Pasan por alto el progreso de la revelación bíblica (Hebreos 1:1; Judas 3:17).
Además, no hay necesidad de un llamado extraordinario para un oficio ordinario en la iglesia, porque tal oficio extraordinario no es un oficio permanente en la iglesia. Por ejemplo, el don apostólitco fue un don extraordinario temporal. Tal oficio cumplió su función y cesó. Es decir, no tenemos apóstoles vivos en la iglesia con la autoridad, el llamado y la función que tuvieron los 12 apóstoles y Pablo. Este don, como tal, cesó. No hay necesidad de un llamado extraordinario, con manifestaciones extraordinarias, porque el oficio apostólico cesó de existir en la iglesia. Al comienzo de la iglesia, fue necesario atestiguar el llamado y el mensaje apostólico con señales, prodigios y milagros (Hebreos 2:1-4; 2 Corintios 12:11-12). Pero ya que tal testimonio fue confirmado por tales cosas, no necesitamos esas señales extraordinarias para verificar su llamado y mensaje.
Por otra parte, lo que las Escrituras revelan sobre el reconocimiento y ordenación del pastor o diácono es suficiente para guiarnos en el proceso de reconocer y ordenar a tales hombres para esos oficios en la iglesia. Esperar que ocurran milagros o cosas extraordinarias para conocer la voluntad de Dios en lo que respecta a un oficio ordinario en la iglesia es tentar a Dios, negar la suficiencia de las Escrituras y rechazar la guía completa que Dios ha provisto para guiar a Su iglesia en este asunto.
Hay cosas peculiares en el llamado a un oficio extraordinario que solo se aplican a este llamado extraordinario. En segundo lugar, hay cosas peculiares que distinguen un llamado extraordinario de otro llamado extraordinario. Hubieron cosas peculiares que caracterizaron el llamado de un hombre a un oficio extraordinario que no caracterizaron el llamado de otro hombre a ese oficio extraordinario. No hubieron dos profetas prominentes que Dios llamó de la misma forma. Isaías fue llamado por medio de una visión celestial. Vio al Señor sentado sobre un trono alto y sublime (Isaías 6:1), pero cuando Dios llamó a Eliseo, él no recibió la visión que Isaías recibió. Eliseo fue cubierto con el manto de Elías. Ezequiel tuvo visiones de seres vivientes y de ruedas (Ezequiel 1-2). Moisés fue llamado cuando vio una zarza y ardía, pero que no consumía (Éxodo 3:1-6). Hay cosas peculiares en el llamado a un oficio especial que solamente se aplican a ese llamado especial. Hay cosas peculiares que distinguen a un llamado extraordinario de otro llamado extraordinario.
En tercer lugar, hay ciertos elementos del llamado de Eliseo que representan el trato de Dios con Su pueblo en cada época o circunstancia. Este principio nos permite derribar mucha enseñanza, represión, corrección e instrucción del llamado a Eliseo para nosotros. Es decir, hay ciertas cosas en el llamado de Eliseo que son útiles para enseñarnos, reprender y corregirnos, para que podamos conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas hoy. “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).
No debemos esperar señales ni prodigios para poder conocer la voluntad de Dios sobre aquel que debemos reconocer como don de Cristo para Su iglesia. Lo que tenemos que investigar es si este hombre llena los requisitos bíblicos. Esta investigación debe realizarse con constante oración para que el Señor, mediante el Espíritu Santo, dé la iluminación y la sabiduría para aplicar correctamente lo que la Biblia enseña sobre el oficio pastoral en 1 Timoteo 3:1-7, Tito 1:5-9, Hechos 20:1-28 y 1 Pedro 5:1-4.
* Mi mentor, el Pastor Albert N. Martin, me enseñó la Palabra de Dios con su ejemplo, vida y ministerio por más de 50 años. Sus sermones sobre Eliseo me han servido como guía y fuente principal de consulta en mis sermones y artículos sobre este personaje bíblico.
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