El compañerismo entre Elías y Eliseo
Eugenio Piñero
Eliseo siguió a Elías como compañero. Este compañerismo se destacó por la intimidad familiar entre ellos. La palabra “familiar”, en el sentido que aquí se usa, significa relativo a la familia. Eliseo vió a Elías como su padre espiritual. Su afecto, aprecio y admiración por el profeta se puede ver en la manera que Eliseo llamó a Elías cuando un carro de fuego y unos caballos de fuego separaron a Eliseo de Elías. Al ver a Elías subir al cielo en un torbellino, exclamó, “Padre mío, padre mío”. “Y aconteció que mientras ellos iban andando y hablando, he aquí, apareció un carro de fuego y caballos de fuego que separó a los dos. Y Elías subió al cielo en un torbellino. Lo vio Eliseo y clamó: ‘Padre mío, padre mío’” (2 Reyes 2:11-12a). Esta expresión es el lenguaje de un hijo a quien de repente le quitan a su padre para siempre. Manifiesta un gran dolor y tristeza por lo que ha sucedido.
Vemos la manera en que la relación íntima y amistosa de Elías fue una influencia en la vida de Eliseo, cuando Elías dijo: “Elías entonces le dijo: ‘Eliseo, te ruego que te quedes aquí, porque el Señor me ha enviado a Jericó’. Pero él dijo: ‘Vive el Señor y vive tu alma, que no me apartaré de ti’” (2 Reyes 2:4). Las palabras de Eliseo a Elías expresan un juramento. Eliseo le dijo, “Yo juro que no me apartaré de ti”. En otras palabras, “Yo voy a permanecer a tu lado y no me moveré del mismo. Yo no te dejaré hasta que Dios te lleve y no pueda seguirte más”.
Cuando Dios llevó a Elías al cielo, Eliseo manifestó el dolor profundo que sentía, rasgando sus vestidos por la partida de su amado padre y maestro (versículo 12). Para Eliseo, Elías era su padre espiritual. Eliseo le amó como se ama a un padre. Había entre ellos un lazo íntimo de confianza y amor profundo. Este amor no permitió rivalidad entre ellos. Aunque Elías sabía que Eliseo sería su sucesor, él no estaba celoso. Aceptó con gozo y sumisión la voluntad de Dios. Saúl no reaccionó de esta manera. Cuando percibió que David sería su sucesor, sintió envidia y miró a David con recelo y sospecha. Cuando tuvo la oportunidad, intentó clavar a David en la pared con su lanza para matarlo (1 Samuel 18:11).
Elías no se sintió amenazado por Eliseo, ni inseguro, sino contento y agradecido. La gracia de Dios guardó a estos hombres de la rivalidad, la envidia y los celos. En lo que respecta a Eliseo, él no intentó socavar a Elías, ni llamó la atención a sí mismo para eclipsar al profeta, para mostrar que estaba listo para substituírle. Ni actuó como Absalón que robó el corazón de los hombres de Israel y los indispuso en contra de su padre, David. Absalón se enojaba cuando veía a su padre sentado en su trono. Él quería el trono, la autoridad, el poder y toda la atención del pueblo. Su envidia le llevó a la conspiración y a la rebelión.
En cambio, la relación entre Elías y Eliseo estaba libre de esas corrupciones y de ese comportamiento. Su relación fue santificada por el Espíritu de Dios. Esta se destacó por la lealtad, el amor, la buena voluntad, el afecto, el respeto y la confianza. Era una relación libre de rivalidad, celos y sospecha. Esta es la relación que el mundo hispano necesita ver entre los siervos de Dios.
Ahora, esta relación no neutralizó sus personalidades. ¡Elías continuó siendo Elías! Eliseo tenía su propia personalidad. Elías no obligó a Eliseo a adoptar sus idiosincrasias o su personalidad, ni sus gustos o preferencias personales, ni a seguir sus pecados. Aunque había una amistad profunda, íntima, afectuosa entre ellos, Elías era Elías; Eliseo era Eliseo. Cada cual tenía su propia identidad y personalidad. Ninguno de los dos se esforzó por que el uno adoptara la personalidad o identidad del otro. Eliseo siguió a Elías como un siervo, discípulo y compañero. Esta fue la relación que hubo entre estos hombres de Dios.
Por otra parte, nuestros líderes espirituales no son perfectos. Eso no debería detenernos de aprender de ellos lo que es bueno. Cuando veamos la manifestación de su corrupción remanente, debemos ser pacientes, mansos y dispuestos a perdonar. ¿Qué hizo Eliseo cuando perdió la paciencia cuando vio una reacción pecaminosa en Elías, su mentor? ¿Acaso le dijo, “Nunca más volveré a limpiar tus sandalias”? Aunque no se lo dijo, tal vez en su ira contra Elías, lo pensó. Aquí encontramos algo que Elías no podía hacer por Eliseo. Elías no podía limpiar la conciencia culpable de Eliseo por haberse airado pecaminosamente contra su mentor y compañero. Elías no podía limpiar el pecado de irritación e impaciencia que sintió Eliseo en su rol como siervo. Si Eliseo no prestó atención a las lecciones que Elías le dio como discípulo, Elías no podía perdonar a Eliseo por el pecado de su pereza mental y desinterés espiritual en lo que respecta a Dios. Y si Eliseo en algún momento sintió resentimiento, celo y envidia hacia su mentor, Elías no podía limpiar, transformar o santificar el corazón de Eliseo.
Habían muchas necesidades que Elías no podía suplir para Eliseo, necesidades que solo el Señor Jesucristo podía suplir. Entonces, Eliseo debía recordar el significado de su nombre: el Señor es mi Salvador, mi salvación. Él es Aquel que se encarnaría para venir al mundo para hacer el sacrificio que limpiaría la conciencia, lavaría el corazón y transformaría el alma. Mediante Su encarnación, Su cruz, Su muerte y Su resurrección, el Señor Jesucristo suplió para Eliseo y para cada pecador arrepentido todo lo necesario para su justificación, perdón, limpieza, santificación y vida eterna.
Damos gracias al Señor por los modelos del pasado y del presente de los cuales podemos aprender. Sin embargo, los mayores modelos y los mejores maestros no pueden quitar el pecado, ni limpiar nuestros corazones. Esa obra ha sido designada exclusivamente al Señor Jesucristo. “Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).
*Estoy agradecido por la ayuda que he recibido de los sermones del Pastor Albert N. Martin sobre este personaje bíblico. Me han servido como guía y fuente principal de consulta.
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