La función peculiar de Eliseo
Eugenio Piñero
La función peculiar de Eliseo en la historia redentora es revelada en 1 Reyes 19:15-18. Después de Dios restaurar a Elías le dio una nueva comisión: “Elías, ve, y regresa por tu camino. Ungir a Hazael por rey sobre Aram, unge a Jehú por rey sobre Israel y unge a Eliseo por profeta en tu lugar”. El propósito para ungir a Eliseo como profeta fue cuidar, guardar, edificar, animar, guiar, santificar y conservar al remanente escogido por gracia en Israel. Dios hace referencia a este grupo de personas en 1 Reyes 19:18: “Pero dejaré siete mil en Israel, todas las rodillas que no se han doblado ante Baal y toda boca que no lo ha besado”. Esta declaración implica que el número de personas que no se doblaron delante de Baal era mayor que el que aparece en el versículo 18. A este número debemos añadir la madre de Eliseo, la viuda de uno de los profetas (1 Reyes 4:1), las esposas y los hijos piadosos de los 7,000 hombres de Israel que no adoraron a Baal. Todo esto representa un mayor número de personas piadosas que formaban el remanente piadoso en Israel, pero si tomamos a los 7,000 como una cifra simbólica, entonces el número del remanente fiel fue mucho más grande.
Aunque la influencia de la religión pagana o el culto a Baal se dejaba sentir desde el palacio real hasta la choza más sencilla en Israel, aún así Dios, como parte del cumplimiento de la promesa hecha en Génesis 3:15 y la elección de Su gracia (Romanos 11:5) había reservado un remanente piadoso en Israel. Ahora, para lograr este fin le plugo a Dios usar medios. ¡Así lo ha hecho a través de las edades! Esto es lo que Él hace y hará hasta el regreso de Cristo. Entre estos medios está la proclamación de Su Palabra. Por este medio Dios continuará añadiendo personas a este remanente piadoso (Romanos 10:14-15). Por medio de la proclamación de la Palabra, Dios santificará, fortalecerá, animará y protegerá Su rebaño. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27).
Otro medio que Dios usó para lograr Su propósito redentor fue la vida y el ministerio profético y pastoral de Eliseo. El ministerio de Elías no había terminado. Él tenía que ungir a varios hombres; entre ellos estaba Eliseo. Elías ve y unge a Eliseo para el oficio profético. Tienes que educar, formar y preparar a Eliseo para que él con la doble porción de Mi Espíritu pastoree y conserve a Mi pueblo como instrumentos en Sus manos para Él llamar, cuidar, guardar, pastorear y conservar a Su pueblo. Según el testimonio de las Escrituras y Su obra providencial, Dios no ha cambiado este método. Él prometió dar pastores a Su pueblo que lo pastoreen con conocimiento e inteligencia. El cumplimiento de esta profecía acontecerá luego de la ascensión y exaltación del Mesías.
“«Volved, hijos infieles» —declara el Señor—, «porque yo soy vuestro dueño, y os tomaré, uno de cada ciudad y dos de cada familia, y os llevaré a Sión». Entonces os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con conocimiento y con inteligencia. Y sucederá que en aquellos días, cuando os multipliquéis y crezcáis en la tierra —declara el Señor— no se dirá más: «Arca del pacto del Señor»; no les vendrá a la mente ni la recordarán, no la echarán de menos ni será hecha de nuevo. En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: «Trono del Señor»; y todas las naciones acudirán a ella, a Jerusalén, a causa del nombre del Señor; y no andarán más tras la terquedad de su malvado corazón” (Jeremías 3:14-17).
Según Efesios 4:8-13, el Cristo exaltado da dones a Su Iglesia. Entre estos dones está el oficio permanente de pastor. Cristo llama y capacita a los pastores de Su Iglesia por medio de Su Espíritu Santo y Palabra. “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con su propia sangre” (Hechos 20:28). Una iglesia se formó sin pastores en Antioquia, pero cuando la iglesia en Jerusalén se enteró enviaron a Bernabé, un hombre de Dios, a atenderla. Después Bernabé buscó a Pablo y ambos siervos de Dios se entregaron a enseñar, dirigir y pastorear a esta iglesia joven que creció y maduró mediante su ministerio.
Luego se convirtió en el puerto de embarque desde donde Pablo y Bernabé fueron enviados a evangelizar al mundo gentil y a establecer iglesias en las cuales se designaron pastores. “Después que les designaron ancianos en cada iglesia, habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído” (Hechos 14:23).
La importancia y necesidad del ministerio pastoral en cada iglesia local, según las Santas Escrituras, se ve en las instrucciones de Pablo a Tito. “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen” (Tito 1:5-9).
Es verdad que una iglesia local puede formarse sin pastores, pero esta no puede sobrevivir, ni alcanzar madurez espiritual, ni ser conservada, ni ser propiamente protegida, sin ellos. “A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo. Y con este fin también trabajo, esforzándome según su poder que obra poderosamente en mí” (Colosenses 1:28-29). Una iglesia sin pastores tiene una gran deficiencia que debe ser corregida. Esta deficiencia se corrige por el reconocimiento bíblico de hombres calificados para este oficio. Tito tenía que reconocer hombres para el oficio pastoral que llenaran estos requisitos. Pablo le dijo a Tito, “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos (pastores) en cada ciudad, así como yo te mandé el que fuere irreprensible” (Tito 1:5).
El Señor Jesucristo mandó a Sus discípulos a orar por estos dones. “Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: ‘La mies es mucha, pero los obreros pocos. Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies’” (Mateo 9:36-38). Mediante estos dones, Cristo ha escogido pastorear, guardar y perseverar a Su Iglesia. Aquel cristiano o Iglesia que desprecie ese don desprecia a Cristo. Desprecia la sabiduría y la provisión del Mesías exaltado. Tal cristiano o Iglesia no alcanzará madurez espiritual.
Hermano, hermana, Iglesia, no ignores, rechaces o desprecies el don de Cristo para pastorear y velar tu alma y conducirte a la madurez espiritual. Recuerda que el Diablo busca separar a las ovejas de Cristo del rebaño de los pastores bíblicos. Tu verdadera relación con Cristo se manifiesta no por el amor que tú profeces por Él, sino por tu obediencia al Señor Jesucristol. No te engañes. Si tú ignoras, denigras, calumnias, vives alejado de tus pastores, hablas mal de ellos o pasas por alto su consejo bíblico… tú desprecias a Cristo. Cristo no ha prometido dar pastores perfectos a Su Iglesia, sino irreprensibles, como esto se define y describe en 1 Timoteo 3:1-7, Tito 1:5-9 y 2 Pedro 5:2-3.
Recibe este don con gratitud y oración, no para condenarlo, censurarlo, denigrarlo, calumniarlo y difamarlo, sino para apoyar a su ministerio, guía, orientación y pastoreo bíblico. ¡Estímalos! ¡Ámalos! “Pero os rogamos hermanos, que reconozcáis a los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen en el Señor y os instruyen” (1 Tesalonicenses 5:12). Sigue su buen ejemplo. “Acordaos de vuestros guías que os hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imitad su fe.” (Hebreos 13:7). Recuerda que Dios honra a aquellos que le honran (1 Samuel 2:30). No estar de acuerdo con sus juicios, criterios y preferencias no te da el derecho a difamar y a hablar mal de ellos, para justificar tu conducta.
Recuerda que los hombres juzgan según sus apariencias, pero Dios juzga al corazón para dar el propósito a cada cual conforme a sus obras. Gracias a Dios por los dones que el Señor Jesucristo da a Su Iglesia. “Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7b). “Y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña las mentes y los corazones, y os daré a cada uno según vuestras obras” (Apocalipsis 2:23b).
Por tanto, examina tu corazón y tus obras. Si no te has comportado como Dios exige de ti en relación a tus pastores, arrepiéntete, vomita tu pecado, (confiesa) y pide perdón al Señor para que tu pecado sea perdonado y puedas con un buen espíritu recibir de Cristo por medio de tus pastores todo aquello que Él quiere darte para que puedas madurar espiritualmente, vivir en santidad y glorificar al Señor Jesucristo.
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