El Guardián de nuestras almas
Eugenio Piñero
He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel (Salmo 121:4).
El tema predominante en este Salmo es: Dios es nuestro eterno Guardador. Vivimos constantemente bajo su vigilancia y protección. El texto dice, “No se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel”.
El término “guardar” en el texto hebreo (shamar) aparece seis veces en este Salmo. Se usa dos veces en los versículos 3 y 4, una vez en el versículo 5 y dos veces en los versículos 7 y 8.
El primer versículo del Salmo 121 afirma que el Creador personalmente protege a Israel, Su pueblo redimido. La segunda y tercera estrofas de este Salmo describen las maneras en que Jehová, el Dios del pacto, cuida y protege a cada uno de nosotros. Dios, como un guardián atento que no duerme, es como una sombra que nos cubre y protege de los efectos dañinos del sol y la luna.
“Dios es nuestro vigilante alerta. Cuando alguien le preguntó al general griego, Alejandro el Grande, cómo él podía dormir tan profundamente, cuando estaba rodeado de tantos peligros personales, el respondió, ‘Parmenio, mi fiel guardián, vigila’. Entonces, ¡cuántos más tranquilos debemos dormir cuando Dios, que no se adormece ni duerme, nos vigila!” (J.M. Boice).
“El Creador del universo es el Guardián de Israel. El Guardián de toda la nación es el Guardián de cada individuo… Él no duerme por cansancio.. Él los guarda por los peligros de la noche, como de los peligros del día. Él guarda sus almas. Él los guarda en todos los cambios e intercambios de su vida exterior. Y sus salidas y sus entradas. Él los guarda a través de todo el lapso de tiempo de ahora y para siempre” (C.J. Barber).
Él es tu sombra a tu mano derecha (5-6). Lo que esto significa es que ninguna cosa de día ni de noche pueden hacernos daño si Dios nos guarda. Dios es el que nos guarda de toda calamidad. Dios es siempre nuestro Protector.
La última estrofa dice, “Dios nos guardará de todo mal”. Guarda nuestras vidas. Guarda nuestra salida y entrada. Esta afirma directa y claramente, sin el uso de un lenguaje figurativo, que Dios es nuestro Protector en todo momento, en toda circunstancia y en todo lugar, no importa cuál sea nuestro estado de ánimo.
“Dios es el único que puede guardar el alma y la guarda del dominio del pecado, de la infección del error, del hundimiento a la desesperanza, de la hinchazón del orgullo, del mundo, de la carne y del diablo. Y la guarda perserverándola para cosas importantes y más santas; la guarda en el amor de Dios; la guarda para el Reino eterno y glorioso. ¿Qué puede causar daño a un alma que es guardada de ese modo por el Señor?” (C.H. Spurgeon).
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