¿Qué son los malos deseos y cómo actúan?
Ryan M. McGraw
Todo pecado empieza con un mal deseo, y todo mal deseo comienza en el corazón y actúa hacia afuera. Por eso Santiago escribe:
Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie. Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte (Stg 1:13-15).
Este pasaje nos enseña varias ideas clave acerca de la naturaleza, el origen y el progreso de las pasiones o malos deseos. En primer lugar, los malos deseos son culpa nuestra. No podemos culpar al Señor por ellos. Esto refleja la verdad de que Dios «no es, ni puede ser, el autor o aprobador del pecado»3. No podemos decir que no nos queda más remedio que continuar pecando porque el Creador «nos hizo así». Los hombres a menudo ponen esta excusa en relación con la lujuria al actuar como si codiciar a las mujeres en sus corazones fuera inevitable y como si no pudieran hacer nada al respecto más que eliminar las tentaciones externas.
Debemos preguntarnos, sin embargo, si vivir de esta manera es realmente el propósito de Dios. No hemos de confundir unos deseos intensos de pecar con una necesidad natural. Thomas Manton señaló: «Nuestras acciones no pueden llevarse a término sin nuestro consentimiento, y debemos asumir la culpa»4… Debemos asumir nuestro pecado y reconocer que solo nosotros somos los culpables.
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3 Confesión de Fe de Westminster, V.IV.
4 MANTON, Thomas. A Practical Commentary, or an Exposition with Notes, on the Epistle of James (Comentario práctico a la Epístola de Santiago, o una exposición con notas). Londres: [s. n.], 1652, p. 92.
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El libro ¿Cómo puedo vencer la lujuria? está disponible en Cristianismo Histórico: