Ryan M. McGraw
La lujuria es la perversión del deseo sexual. Debemos matarla para cumplir los planes de Dios en relación con la sexualidad humana.
En la actualidad, las tentaciones a la lujuria son cada vez más abundantes. La proliferación de la pornografía en internet, por ejemplo, se ha vuelto tan común que ha empezado a insensibilizar los sentidos de las personas con respecto a la gravedad de la lujuria en el corazón. Aunque muchos solteros creen que el matrimonio es la respuesta a la lujuria, no se dan cuenta de que llevar al matrimonio sus deseos sexuales distorsionados destruirá el matrimonio mucho antes de sanar esa lujuria.
No reconocer lo que es la lujuria, ni mortificarla en el corazón, ha dejado tras de sí un sinfín de matrimonios, ministerios e iglesias destrozados. Hoy muchos confunden lujuria con deseo sexual, y el resultado es que creen que mortificar la lujuria en el corazón no es ni posible ni deseable.
Además, muchos no entienden que el deseo sexual es un don que Dios nos ha dado en la creación y que lo glorifica a Él, mientras que la lujuria es la distorsión de ese deseo natural. La lujuria es, en esencia, egocéntrica, como todos los pecados. Es lo opuesto a negarnos a nosotros mismos, a amar al Dios trino y a nuestro prójimo.
Podemos vencer la lujuria por medio de la unión con Cristo cuando el Espíritu nos hace Él a través de los medios que Dios nos ha dado. La lujuria es una forma de meditación dirigida hacia objetos equivocados y por motivos equivocados. Algunos de los principales medios bíblicos para vencer la lujuria son la meditación, la fe y la oración. La victoria sobre la lujuria debe estar cimentada en meditar sobre las pertinentes verdades de la Escritura.
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El libro ¿Cómo puedo vencer la lujuria? está disponible en Cristianismo Histórico: