Pensamientos sobre la crisis en el Capitolio
D. Scott Meadows
1. Señor, ¡ten misericordia! Lo primero y lo más importante que podemos hacer es orar. En 1 Timoteo 2:1-2 leemos: “Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad”. Un gobierno estable y la paz social son útiles para este fin. En Jeremías 29:7 se nos insta: “Y buscad el bienestar de la ciudad adonde os he desterrado, y rogad al Señor por ella; porque en su bienestar tendréis bienestar”. Que los cristianos estadounidenses tomen esto a pecho, mientras oramos por nuestro país.
2. No confíen en político ni gobierno humano alguno, incluidos los de los Estados Unidos, más que su confianza en el Señor. En Salmos 118:8-9 leemos: “Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el hombre. Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en príncipes”. Los ídolos siempre le fallan a sus adoradores. Todos los países de este mundo están, como tales, condenados. Todos los elegidos de Dios, de todas las naciones, serán salvados.
3. Entiendan que la corrupción, sea espiritual, moral o política, junto con el desorden social y la violencia física no son sino meros ejemplos de que los pecadores piensan y se comportan mal. Existe bastante culpa entre todos. Nuestra única esperanza es el Señor Jesucristo. Los que creen en el evangelio y siguen a Cristo con fidelidad siempre demuestran ser bendiciones para sus vecinos y su prójimo. Seamos esos buenos ejemplos.
4. Oren para que estos acontecimientos alarmantes inducirán a muchos a humillarse y buscar al Señor. Y hagamos lo que podamos para difundir el evangelio cerca y lejos. Que el Señor nos dé mucho amor por Él y por nuestro prójimo, con valor para vivir y hablar de su parte.
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