Recordamos con gratitud la vida y ministerio del Pastor Frank Barker
Recordamos con gratitud la vida y ministerio del Pastor Frank Barker
Francisco Guzmán
El Señor Jesucristo me dio el privilegio de conocer al pastor Barker siendo aun un hombre joven y recién iniciada la obra de plantar a la Iglesia Bíblica de la Trinidad por el año 1989.
Mi primer contacto con él fue en las conferencias pastorales celebradas en la República Dominicana con el auspicio de las iglesias de Trinity Baptist Church e Iglesia Bautista Reformada de North Bergen.
Su testimonio de hombre de Dios entre nosotros en República Dominicana…
Al mirar hacia atrás, puedo ver que Dios en su decreto eterno y sabio plan soberano trajo al pastor Barker y al pastor Piñero, su compañero de ministerio, hasta nosotros cuando las tinieblas del error, la ignorancia y las herejías apagaban la tenue luz del Evangelio que empezaba a brillar en nuestros corazones y nuestros países.
Como el sol que llega en las mañanas para alumbrarlo todo, el pastor Barker llegó en la mañana de nuestras vidas espirituales y de nuestros ministerios pastorales, con la brillante y resplandeciente luz de las doctrinas reformadas brillando en su vida, y por la gracia de Dios, nos alumbró el entendimiento y guio por sendas de justicia para abrazar la reforma bíblica cabal en nuestras vidas, familias e iglesias.
¿Qué me atrajo de su personalidad, espiritualidad y ministerio como pastor y maestro del Señor Jesucristo? ¿Por qué puse mis ojos sobre él para aprender de sus enseñanzas, imitar su ministerio y seguir su ejemplo de vida? ¿Por qué hice de él mi mentor?
Desde que lo escuche predicar y conocí personalmente, no tarde mucho en reconocer que era un don de Cristo para ministrar mi alma, por esos tiempos y como siempre, hambrienta y sedienta de la verdad. Su sencillez, tranquilidad, paciencia, humildad y carácter afable eran un poderoso imán que me atraían, como Cristo atraía a María, para estar a sus pies y aprender todo lo que el Espíritu Santo tenía que ministrarme por medio de él.
Doy infinitas gracias al Señor porque me permitió por muchos años beber de esa fuente bendita de amor entrañable por el Señor Jesucristo y su novia, la Iglesia, que manaba de su corazón. Durante 20 años estuvo viniendo junto al diacono Chuck Barker (Emmanuel Baptist Church) y otros siervos del Señor, para celebrar la conferencia diaconal que celebramos cada año en nuestra iglesia y para ministrar en el día del Señor en nuestra iglesia.
Alabamos al Señor por la generación de hombres, diáconos y pastores que ayudó a formar en nuestras iglesias para que le sirvieran al Señor con corazones de siervos, como lo fue el suyo, porque su corazón rebosaba de sabiduría de lo alto para enseñar, aconsejar, corregir y redargüir con la ternura de una madre y la firmeza de un capitán.
Me admiraba su corazón rebosante de generosidad y empatía con los pobres y menesterosos. Usaba su corazón y sus bienes como una ventana abierta para que los pobres y menesterosos pudieran conocer la inmensidad del amor de Dios en la solución de sus necesidades materiales. Era un verdadero pastor.
El Señor Jesucristo estaba encarnado en su vida piadosa por medio del Espíritu Santo y se esforzaba porque su vida fuera una copia en miniatura de la vida de Cristo en la tierra. Por eso, amaba tanto la obra de Dios en República Dominicana, Haití y el mundo en general. No escatimaba esfuerzos ni sacrificios para lograr el avance del Reino de Dios entre nosotros.
Cuando predicaba en las conferencias y en nuestra iglesia, su corazón era una bóveda repleta de lingotes que se abría para repartir el oro de las doctrinas del Evangelio con liberalidad.
Ni el cáncer lo detuvo para predicar y trabajar en la obra. La última reunión en que participé con él fue en la oficina de Emmanuel Baptist Church, donde se determinó enviar a Andrés Castillo como misionero en Juticalpa, Honduras.
Su fe, amor, sabiduría y comunión intima con el Señor Jesucristo eran el motor que le movía a hacer la obra del Señor con pasión, unción, urgencia y autoridad de lo alto.
Alabo al Señor porque usó su vida, sacrificándolo todo, incluyendo a su esposa, quien en uno de sus viajes acompañándole a la obra en República Dominicana, se fracturó un hueso.
Alabo su amor por Cristo que le movió a usar sus bienes y dones para dejar izada entre nosotros la bandera de la patria celestial. Su vida Dios la usó como hasta para hacer ondear la bandera de la redención por gracia, que hoy se eleva flamante en nuestras vidas, ministerios e iglesias bautistas reformadas, movida con la fresca y suave brisa de la Sola Escritura, Solo Cristo, Solo Fe, Solo Gracia, solo a Dios la gloria.
¿Qué me enseñó pastor Barker como mentor?
Como mentor de Cristo para mi vida me enseñó que como pastor debo conocer por su nombre a las ovejas de Cristo y que debo asegurarme de que ellas me conocen a mí, porque solo así tendré el camino de sus corazones abiertos para involucrarme en sus vidas, para supervisarles, alimentarles, guiarles y protegerles en su camino al cielo.
Como mentor, me enseñó que los pastores deben pastorear a sus ovejas mediante su ejemplo de fe y obediencia al Señor Jesucristo. Que debo luchar contra los lobos rapaces, los falsos maestros y demás charlatanes que arruinan las ovejas y sus rebaños, equipando a las ovejas mediante el discipulado sistemático que brinda el estudio de la Confesión de Fe de Londres de 1689 para asegurar el conocimiento de la verdad y el crecimiento, madurez y bienestar eterno y temporal de las ovejas.
Por el gran celo por las almas perdidas que ardía en su corazón, me enseñó a amar, orar y a buscar la salvación de las almas perdidas. Llegó a predicar en unos 12 bautismos que celebramos en nuestra iglesia en el contexto de la conferencia de diáconos, lo hacíamos para que participara de ellos, porque, ¡cuánto se regocijaba de ver a Cristo añadiendo los que habrían de ser salvos a su iglesia!
Cuando el pastor llegó a nuestras vidas no teníamos un edificio propio donde congregarnos y nos animaba a adquirir un lugar propio donde pudiéramos darle abrigo y cuidado a las ovejas del Señor, lo cual gracias a Dios pudimos obtener.
Nos enseñó de la trascendente importancia del día de reposo cristiano para ser observado por la Iglesia del Señor, porque no había ninguna diferencia entre “ningún día de reposo y ningún Dios en nuestras vidas”.
También nos enseñó sobre la importancia y pertinencia de adherirnos al principio regulativo de la adoración a Dios, para así asegurarnos de que nuestra adoración sea fiel a la voluntad de Dios, “en espíritu y verdad”, solo para la gloria de Dios, la edificación de los santos y la salvación de los pecadores, porque Dios aborrece tanto la adoración sin corazón como también la adoración idolátrica, me decía con frecuencia.
Con cariño y amor siempre me recordaba en sus viejas a ministrar en nuestra iglesia, que debemos pastorear a la luz del hecho de que como pastores, nos presentaremos delante del Señor Jesucristo para darle cuenta de cada oveja del rebaño que puso bajo su cuidado.
En nuestro país tenemos un grupo de pastores y líderes fieles que, como rama de una vid, bebieron de la rica sabía de la teología reformada que impartía a los pámpanos que fuimos injertados en su ministerio como pastor, mentor y discipulador. Entre ellos tenemos a los pastores Rafael Dante Paz, Argelis Félix, Rubén Darío Gómez, José Almonte, Guillermo Watts, Enriquillo Ramos, Rafael Diaz, Alexis Báez, Diógenes Ayala, Luis Gálvez, Juan Martínez, Miguel Andrés Abreu entre otros.
Su partida física de este mundo ha dejado un amplio y profundo vacío en mi corazón porque su amistad y mentoría me brindaban inspiración, motivación y un buen ejemplo para marcar la diferencia entre el fracaso y el éxito ministerial.
Solo le pido al Señor que me ayude a terminar mi carrera en la que él me instruyó con éxito, para que con Pablo y él pueda también decir a otros: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” 1 Corintios 11:1.
En el amor de Cristo,
Francisco Guzmán