El mal uso de la tecnología
Harvey Martínez
Pero a este miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra (Isaías 66:2b).
¿Por qué es que hay muchos que no tiemblan ante la palabra de Dios?
1-Porque carecen de humildad y de un corazón contrito
El orgullo nos hace vernos por encima de la palabra de Dios. El orgullo no deja que nos veamos lo insignificantes e insuficientes que somos como criaturas limitadas y morales que somos. Y sobre todo el orgullo natural nuestro nos hace querer ser nuestros propios amos y nuestra propia norma de conducta. Y en nuestro texto el Señor nos dice que el que tiembla ante su palabra es el humilde y el que tiene un espíritu contrito.
Además, el humilde es el que se ve tan pecador como Dios lo ve y el que se duele cuando peca. Sí, es verdad que vivimos en una sociedad para la cual es pecado es algo normal y hasta divertido, mientras no se le haga daño a nadie.
Pero el de un corazón humilde y contrito de corazón ve el pecado como el peor mal que pueda cometerse, no según el mal que le haga a la sociedad, sino por lo que es en sí—un acto de desobediencia cometido contra el Dios que es infinitamente santo y un acto de desafío y rebeldía contra aquel que tiene nuestras vidas en sus manos.
El humilde y de corazón contrito tiembla ante la palabra porque ve su pecado a la luz del calvario. Es en lo que ocurrió en el calvario que entendemos con mayor claridad lo mucho que Dios odia el pecado porque cuando su hijo pagó por nuestras maldades El arremetió contra El derramando su ira sobre El sin mitigación. El Señor Jesús no sintió menos el ardor de la ira de su Padre por ser el Hijo. La Escritura dice que Dios “no escatimó ni a su propio Hijo sino que lo entregó”.
Sí, por eso es que muchos no tiemblan ante la palabra de Dios como debieran: Porque al carecer de un corazón humilde y contrito no ven a Dios como el ser más glorioso ni ven su pecado como el mayor mal.
Pero hay otra razón por la que muchos no tiemblan ante la palabra como debieran (e incluso hasta cristianos)
2-Porque no hemos sabido usar sabiamente la tecnología que tenemos.
Después del pecado, no hay nada que haya causado tantos cambios en los seres humanos y en este mundo como la revolución digital. Ha cambiado la manera en la que nos comunicamos, los medios que usamos para escuchar música y ver televisión, nuestra manera de comprar, nuestro acceso a la información pública, etc.
Y todo esto que mencioné, y más, lo podemos hacer desde la comodidad de nuestros hogares tan sólo usando nuestro celular.
Y como cristianos, nosotros tenemos que ser fieles a Dios aún en medio de todos estos cambios y avances—así como tuvieron que serlo nuestros hermanos en siglos pasados cuando ellos también experimentaron los cambios de sus épocas.
Y una de las áreas en la que la tecnología ha estado ejerciendo una influencia muy fuerte es en nuestra manera de obtener y procesar información. Los creyentes que usamos el internet, sea en una computadora o en nuestros celulares, definitivamente tenemos que cuidarnos no sea que se convierta en un obstáculo en nuestras vidas cristianas. Estos medios, por más útiles que sean, han estado contribuyendo a la pereza mental en algunos creyentes.
El internet nos ha acostumbrado a leer titulares, a pasar de un artículo a otro, o de una noticia a otra, o de un video a otro, con tan sólo hacerle clic a un enlace y luego al otro, etc.
Generalmente el internet no es para una persona sentarse a meditar en algo profundo y extenso, sino para saltar de sitio en sitio mientras uno va tomando un poco de esto y un poco de lo otro, hasta que se nos pueden pasar las horas sin darnos ni cuenta.
Ahora hermanos, seamos sinceros, ¿creen ustedes que personas acostumbradas a leer de esa manera tan visual, dinámica, superficial y rápida van a tener el mismo ánimo mental para reflexionar a fondo en lo que dice un pasaje de las Escrituras y para sentarse a estudiar teología?
Una mente acostumbrada a surfear por el internet, ¿aguantará por más de 15 minutos sumergido en las profundidades de la Palabra de Dios? Personas como muchos de nosotros, acostumbradas a leer mensajes de texto y comentarios breves en las redes sociales, y a ver videoclips, ¿estaremos preparados para sentarnos a contemplar la majestad de Dios en su santa Palabra?
Hermanos, estamos viviendo en tiempos muy peligrosos para nuestro progreso espiritual. Las computadoras, los celulares y la música están ejerciendo una influencia preocupante en nuestras vidas.
Claro, se puede decir que antes teníamos todas estas cosas porque existían las máquinas de escribir, los teléfonos fijos y los walk-mans. Pero los avances de la tecnología han hecho posible que ahora todos estos artefactos nos acompañen dondequiera que vamos y les estamos dedicando demasiado tiempo.
Creo que un siervo de Dios tiene razón cuando dijo: “En vez de nosotros usar la tecnología, la tecnología nos está usando a nosotros. Nos hemos hecho adictos a la información trivial, a un entretenimiento constante, a noticias instantáneas…algunos no soportarían verse sin acceso al internet”.
Y a los pastores nos preocupa esto. Nos preocupa el que nuestras ovejas (especialmente las generaciones más jóvenes) estén tan y tan sumergidas en todos estos medios que ya se conformen con lo superficial y lo trivial, aún en cuanto a la enseñanza bíblica. Nos preocupa el que la predicación de la Palabra no esté haciendo en ellos el efecto que antes hacía por sus mentes estar tan habituadas a salta de enlace en enlace, de foto en foto. Y mucho peor cuando a esto le añadimos nuestra fascinación con los videos que está haciendo cada vez más difícil el que la gente quiera comprar libros para profundizar en la enseñanza bíblica.
¿Tú no crees que gente así se va a encontrar los sermones demasiado largos y aburridos? Pero no necesariamente porque desprecien su contenido, sino porque les es muy tedioso tener que sentarse a escuchar a un pastor de 45 minutos a 1 hora, cuando un videoclip los entretiene de entre 4-5 minutos.
Hermanos, nosotros no vamos a temblar ante la palabra de Dios como debemos dedicándole tan sólo de 10-15 minutos al día mientras nos pasamos horas en el internet. No vamos a ser impactados por la palabra de Dios a menos que aprendamos a leer en dependencia del Espíritu Santo y reflexionando mientras vamos leyendo. Haciéndole a lo que leemos preguntas como: ¿Qué me está diciendo el Señor a mí por medio de este pasaje? ¿Qué me enseña El aquí sobre su carácter, sobre mis pecados, sobre mis deberes?
Cuando en (Heb. 12:1) se nos llama a correr la carrera cristiana, se los llama a hacer algo que nos permitirá correr como debemos. Bueno, esto mismo vamos a tener que hacer si queremos temblar ante la palabra de Dios. Allí dice: “…despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve…”
¿Estamos dedicando mucho tiempo al internet y al celular y poco tiempo a cultivar nuestras almas con la palabra de Dios? Despojémonos de ese peso ejerciendo disciplina y limitando nuestro uso del internet y sacando más tiempo para estudiar la palabra.
¿Hace tiempo que no leemos un buen libro cristiano que nos edifique por todas las distracciones que tenemos? Despojémonos de ese peso poniendo a un lado las distracciones y estableciendo un tiempo diario que le dediquemos a leer libros bíblicos que nos edifiquen y nos ayuden a crecer.
Una de las razones por las que en vez de nosotros usar la tecnología ésta nos está usando a nosotros es porque no estamos ejerciendo dominio propio y abnegación. El SJC nos dice claramente: “El que quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.
Nadie va a poder temblar ante la palabra de Dios manteniéndose lejos de la palabra o leyéndola breve y superficialmente, como leemos los resultados de una búsqueda en Google. No, hermanos, volvamos a la palabra de Dios. La hemos estado descuidando. Cultivemos el hábito de escuchar sermones predicados por hombres que nos van a enseñar con profundidad y aplicación de esa palabra al corazón. El Señor nos dice: “Ejercítate para la piedad”.
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