El gran plan de Dios para la redención
David Martyn Lloyd-Jones
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor…” (Efesios 1:3-5).
El gran plan de Dios es sugerido en el versículo 3. En la eternidad, hubo un gran concilio entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El versículo que le sigue nos indica cuándo tuvo lugar: “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor…” (Ef. 1:4-5). ¿Comprendemos que nuestra salvación fue ideada antes de que el mundo fuera ideado o creado? Es la comprensión de este hecho lo que impulsa al hombre a ponerse en punta de pies y alabar a Dios a viva voz: “¡Nos escogió en él antes de la fundación del mundo!”.
Las tres Personas benditas en el concilio eternal se preocupaban por nosotros desde antes de la creación del mundo —Padre, Hijo y Espíritu Santo—. Las tres Personas se reunieron en conferencia (hablo con reverencia, en términos bíblicos) y la planearon. Descartemos, de una vez por todas, la idea de que la salvación fue una ocurrencia de último momento en la mente de Dios. No fue un pensamiento que se le ocurrió después de que el hombre cayera en pecado; fue planeada “antes de la fundación del mundo”. El Apóstol nos dice que la obra fue dividida entre las tres Personas, cada una comprometiéndose a cumplir tareas particulares. Esto es lo que llevó a los teólogos de la antigüedad a hablar de la “economía trinitaria”, [esto es] las tres Personas de la bendita Trinidad dividieron la obra: El Padre planeó, el Hijo la puso en práctica y el Espíritu Santo la aplica.
Esto resulta muy claro en este capítulo. Los versículos 4 al 61 nos dicen la parte del Padre; los versículos 7 al 122, la parte del Hijo y en los versículos 13 y 143 la parte del Espíritu Santo; y notemos que, en cada caso, la descripción concluye con la frase “para alabanza de su gloria” o palabras similares. El concilio divino consideró todo “antes de la fundación del mundo”, dividió la obra y la planeó de esa manera. El Padre tiene su propósito; el Hijo dice voluntariamente que él lo llevaría a cabo, y vino y lo hizo; el Espíritu Santo dijo que estaba listo para aplicarla.
Pero antes de pasar a otro tema, tengo que agregar esto: Lo que realmente sucedió en ese concilio fue que Dios elaboró un gran pacto llamado el pacto de gracia o el pacto de redención4. ¿Por qué lo hizo así? Permítanme responder con otra pregunta. ¿Por qué dice el Apóstol: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”? Hay los que dicen que la respuesta es que [Pablo] quiere que sepamos la clase de Padre que es Dios. Coincido con eso —Dios en su bondad— y a fin de que sepamos qué clase de Padre es, dice: “Soy Dios y el Padre del Señor Jesucristo”. El Hijo es como el Padre, pero aun eso no lo expresa todo; hay mucho más que eso en esta afirmación.
Esta nueva descripción de Dios es una de las declaraciones más importantes en el Nuevo Testamento. Volviendo al Antiguo Testamento, encontramos a Dios descrito como “el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob” (Éx. 3:6, 15). Dios también se refiere a sí mismo como “el Dios de Israel” (Éx. 24:10; 34:23), en cambio, ahora tenemos al “Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Esto es para enseñarnos que todas las bendiciones que recibimos son en y por medio del Señor Jesucristo y como parte de ese pacto hecho entre las tres Personas benditas antes de la fundación del mundo.
Incluso, las bendiciones que recibieron los santos del Antiguo Testamento fueron a través del Señor Jesucristo. Antes de la fundación del mundo, Dios vio lo que le sucedería al hombre. Vio la Caída y el pecado del hombre y la necesidad de resolver este grave problema, y fue allí que se trazó el plan y se tomó un acuerdo entre el Padre y el Hijo. El Padre dio un pueblo al Hijo y el Hijo, por su propia voluntad, se hizo responsable por ellos ante Dios. Pactó hacer ciertas cosas por ellos y Dios el Padre, por su lado, convino en hacer otras cosas. Dios el Padre dijo que concedería perdón, reconciliación, restauración, nueva vida y una nueva naturaleza a todos los que pertenecieran a su Hijo. La condición era que el Hijo viniera al mundo y asumiera la naturaleza humana y el pecado de la humanidad para sufrir su castigo, tomar su lugar, representarla y sufrir por ella. Éste era el pacto, éste era el acuerdo y fue tomado “antes de la fundación del mundo”. Dios pudo informarle de eso en el Jardín del Edén cuando le dijo que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente (Gn. 3:15). Esto fue programado antes de la creación y Dios comenzó a anunciarlo, aun allí.
Posteriormente, se tomaron ciertas medidas suplementarias. Se hizo un pacto con Noé, con Abraham, con Moisés. Estos no fueron parte del pacto original hecho con el Hijo. Estos acuerdos fueron temporales, pero todos estos convenios suplementarios complementan el pacto original. Todos los tipos, y ofrendas y sacrificios ceremoniales señalaban a Cristo: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo” (Gá. 3:24) y su gran ofrenda. La Ley dada a Moisés no anula el pacto hecho con Abraham, [el cual], a su vez, señala de vuelta al gran pacto hecho con el Hijo mismo en la eternidad.
Por lo tanto, comenzamos a ver por qué Pablo dice: “El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Dios, antes del comienzo del tiempo y antes de que el mundo fuera creado, vio nuestro problema e hizo este acuerdo con su propio Hijo. Ha hecho un juramento, lo ha firmado, ha prometido cumplir un pacto, se ha comprometido a cumplirlo. Todo está en Cristo. Él es nuestro Representante, es nuestro Mediador5, es nuestro Garante6; toda bendición viene en y a través de él. ¿Quién puede comprender lo que todo esto significó para el Padre, lo que esto significó para el Hijo y lo que significó para el Espíritu Santo? No obstante, ese es el evangelio ¡y sólo cuando empezamos a comprender algo de estas cosas, comenzamos a alabar a Dios!
Pensemos en el asunto de esta manera: Aquí estamos usted y yo, gusanos miserables en este mundo, gusanos miserables y arrogantes con nuestro orgullo y nuestra ignorancia espantosa. No merecemos más que ser borrados de la faz de la tierra. Pero lo que sucede es que antes de la fundación del mundo, este Dios bendito, estas tres Personas benditas, se enfocaron en nosotros, discurrieron acerca de nuestra situación, consideraron lo que nos sucedería y la consecuencia fue que estas tres personas —Dios— a quien el hombre nunca ha visto, se humillaron para tenernos en cuenta y elaboraron el gran plan de redención para que podamos ser perdonados y redimidos. El Hijo dijo: “Dejaré esta gloria por un tiempo, estaré en el vientre de una mujer, naceré como un infante, seré pobre, sufriré insultos en el mundo, incluso dejaré que me claven a una cruz y que me escupan en la cara”. De su propia voluntad se ofreció para hacer todo eso por nosotros y, en este preciso momento, esta Segunda Persona Bendita en la Trinidad está sentada a la diestra de Dios para representarnos a usted y a mí. Vino al mundo, murió por nosotros, resucitó y ascendió al cielo; y todo esto fue planeado “antes… del mundo” por usted y por mí.
¿Dice usted todavía que no le interesa la teología? ¿Dice todavía que no tiene tiempo para interesarse en la doctrina? Nunca comenzará usted a alabar a Dios ni a rendirle culto y adorarle, mientras no comience a comprender algo de lo que él ha hecho por usted. ¡“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”!
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Tomado de God’s Ultimate Purpose: An Exposition of Ephesians 1 (El propósito definitivo de Dios: Una exposición de Efesios 1) (Edinburgh; Carlisle, PA: Banner of Truth Trust, 1978, pp. 53-56. Usado con permiso; www.banneroftruth.org.
David Martyn Lloyd-Jones (1899-1981): Predicador expositivo y autor galés; nacido en Cardiff, Gales, Reino Unido.
1. “4 Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”.
2. “7 En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. 11En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo”.
3. “13En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”.
4. Existen diversas opiniones entre los que creen en el propósito eterno de Dios para la salvación por medio de la Persona y la obra de Jesucristo. Algunos creen que el plan de Dios para salvación se expresa en dos pactos: (1) Un Pacto de Redención que él hizo en la eternidad entre los miembros de la Deidad, que constituye la base para el otro pacto: (2) Un Pacto de Gracia hecho en la historia entre Dios y sus escogidos (por ejemplo: John Owen, Thomas Goodwin, Charles Hodge, R. L. Dabney, David Martyn Lloyd-Jones, Nehemiah Coxe, R. B. C. Howell, etc.). Entre los que creen en un Pacto de Redención, algunos creen que fue acordado entre el Padre y el Hijo, mientras otros incluyen a todos los miembros de la Trinidad. Por otro lado, otros creen que el plan de Dios para salvación se expresa únicamente en un solo Pacto de Gracia que incluye un aspecto eterno entre los miembros de la Trinidad y un aspecto histórico entre Dios y sus escogidos (por ejemplo: Edmund Calamy, Thomas Boston, John Brown de Haddington, John Gill, Hugh Martin, Benjamin Keach, etc.). Aun así, todos coinciden que el plan eterno de Dios se revela en la historia a través de los pactos históricos de Dios y culmina en la Persona y la obra de Jesucristo. Charles Hodge sugiere: “No hay diferencia doctrinal entre los que prefieren una sola declaración y los que prefieren dos; entre los que incluyen toda la información de las Escrituras relacionada con el tema bajo un pacto entre Dios y Cristo como el representante de su pueblo, y aquellos que lo separan en dos”.
5. Mediador – Uno que interviene entre partes para lograr una reconciliación: Intermediario.
6. Garante – Alguien que se compromete formalmente a hacerse cargo de las deudas u obligaciones de otro.