Cristo es todo en todo (1)
William S. Plumer
La gran verdad primordial de la religión cristiana se centra en la persona, el carácter, la obra, el sufrimiento, los oficios y la gloria de Jesucristo. Estos conceptos son vitales en el cristianismo. Si conocemos la verdad o estamos errados en estos asuntos, así también estaremos fundamentalmente correctos o errados en lo principal. Tanto hoy como en el Día del Juicio1, la gran pregunta para determinar nuestro carácter y destino es la misma: “¿Que pensáis del Cristo?” (Mat. 22:42).
En este tema, la controversia ha existido por mucho tiempo… todos los amigos de Dios han creído estar de un lado y todos sus enemigos mayormente del otro; si no abiertamente, sí en secreto; si no oficialmente, sí en la práctica. Por mil ochocientos años, una gran parte de todas las herejías han estado relacionadas con la persona o la obra de Cristo. La infidelidad2 más amarga es contra Cristo, mientras que la reverencia y obediencia a Dios se alimenta de la verdad que es él. Muchos se burlan y muchos más lo rechazan, mientras que otros lo admiran y adoran. Algunos obedecen, otros exclaman: “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Luc. 19:14). En ninguna otra época ha existido más hostilidad contra Cristo que ahora.
¡Jesucristo es maravilloso, es glorioso! Restarnos importancia a nosotros mismos y a nuestra propia labor para ir a Cristo es tener vida eterna. La seguridad consiste en acudir a él y permanecer en él. Cuando su espíritu nos llena, la noche se aleja y amanece totalmente despejado. Sus nombres y títulos son tan importantes como significativos. Cada uno de ellos es un bálsamo derramado sobre nosotros. Sus labios son como panal de miel. Miel y leche hay debajo de su lengua, y el olor de sus vestidos como el olor del Líbano… por los suyos es bien amado (Cant. 4:11; 5:16).
Él es su defensor, el ángel del pacto, el autor y consumador de la fe. Es como el manzano entre los árboles del bosque; el Alfa y la Omega; el amado, el Pastor y Obispo de almas, el pan de vida, renuevo justo, el esposo, el resplandor de la gloria de Dios, y la fiel imagen de lo que él es. Él es un manojito de mirra.
Sus santos le reconocen como Creador, capitán, Consejero, pacto, piedra angular, refugio en la tempestad, señalado entre diez mil. Él es para ellos como el rocío, la puerta hacia el rebaño, mediador, estrella de la mañana, libertador, diadema, el deseado de las naciones, las categorías y generaciones de hombres piadosos.
Ante sus ojos, él es el elegido, Emmanuel, el Padre eterno y la vida eterna. Él es la fuente de agua viva para las almas sedientas, de gozo para las almas atribuladas, de vida para las almas moribundas. Es el cimiento sobre el cual su pueblo construye sus esperanzas en el cielo. Es el Padre de la eternidad, el árbol de ciprés bajo cuyas sombras se regocijan los santos, el Principio y el Fin, el primer fruto de la cosecha más grande jamás reunida, el primogénito entre muchos hermanos y el unigénito de entre los muertos.
Para sus escogidos, él es como el oro más fino, un guía, soberano, glorioso Señor, Dios, Dios verdadero, Dios sobre todo y bendito por siempre. Él es la cabeza de la Iglesia, salud, esperanza, esposo, herencia, morada de su pueblo. Es su poderoso Salvador. ¡Cabalga sobre los cielos por su nombre YAH! Es Jehová, herencia, juez y Rey de sus santos. Es su luz, vida, Señor, líder, legislador, Cordero Redentor, lirio del valle, León de la tribu de Judá.
Él es Jesucristo el Hombre, Señor, mediador, mensajero del pacto, ministro del verdadero santuario “que levantó el Señor, y no el hombre” (Heb. 8:2). Es el Dios todopoderoso de Isaías… la estrella resplandeciente de la mañana de Juan, y el Mesías de los profetas.
Él es el “unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). Es tanto la raíz como la descendencia de David. Es la Paz, el príncipe, el sacerdote, el profeta, el potentado, el purificador, la propiciación3 por nuestros pecados, el médico de nuestras almas, planta de renombre, el poder de Dios para salvación, la Pascua de los santos. Saeta bruñida en la aljaba de Dios.
Él es la Roca, el refugio, el soberano, el rescate, el purificador, el redentor, la justicia y resurrección de todos los que visten túnicas blancas. Es la rosa de Sarón. Él es de la semilla de la mujer, la semilla de Abraham, la semilla de David, la rama de Isaí, Hijo de Dios, el Hijo del Hombre, el escudo, la fortaleza, la seguridad, Siloh (verdadero rey), el sacrificio, el santuario, la salvación, la santificación y el Sol de justicia para todo creyente.
Él es el ser santo que nació de María (Luc. 1:35). Él es la verdad, el tesoro, el maestro, el templo, el árbol de vida, el gran testador4 de su iglesia. Él es el camino, la fuente de salvación, la Palabra de Dios, la sabiduría de Dios, el testigo fiel. Es [llamado] Admirable (Isa. 9:6).
Él es una sola persona; sus naturalezas son dos. Es tanto humano como divino, finito e infinito, creado y no creado. Ha existido desde antes que Abraham, aunque no nació sino hasta años después que este patriarca durmiera con sus antepasados. Él estuvo muerto; mas he aquí vive por los siglos de los siglos (Apoc. 1:18).
En la tierra no tuvo donde recostar su cabeza; aun así dispone de todos los diademas. Por él, los reyes gobiernan y los príncipes decretan justicia. Tiene el brazo de Dios y el corazón de un hermano. Ante él toda lengua confesará y toda rodilla se doblará: “por lo que padeció aprendió la obediencia” (Heb. 5:8). ¡Nadie ama como él, nadie se compadece como él, nadie salva como él!
No sorprende que una persona como es Jesús viva y reine en el corazón de su pueblo. No nos maravillemos que las vírgenes lo amen, los santos lo alaben, los mártires mueran por él y no se avergüencen de confesarlo. Los creyentes se aferran a él y no lo dejan ir. El ceño fruncido sacude el marco de la naturaleza universal, su sonrisa da vida, su presencia convierte mazmorras en palacios, su sangre limpia el pecado, su justicia es la túnica blanca de los redimidos.
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1 Vea FGB, Day of Judgment, (Día del Juicio), a su disposición en CHAPEL LIBRARY.
2 infidelidad – no creer las verdades del cristianismo.
3 propiciación – ofrenda por el pecado que quita la ira; un aplacamiento.
4 testador – alguien que hace un testamento o pacto
Tomado de The Rock of Our Salvation (La roca de nuestra salvación), Sprinkle Publications