La mortificación: su significado
Arthur W. Pink
“Porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; mas si por el espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8:13).
La doctrina que es conforme a la piedad (1 Ti. 6:3), define sin rodeos, la naturaleza de la doctrina divina, dando a entender que su designio o finalidad es inculcar una actitud mental y una conducta correcta en la vida consagrada a Dios. Es pura y purificadora. Los objetos revelados por fe, no son sólo ideas abstractas aceptadas como la verdad, ni conceptos sublimes elevados para ser admirados; deben tener un efecto poderoso en nuestro vivir diario. No hay en las Escrituras ninguna doctrina revelada sólo para brindar un conocimiento meramente especulativo, sino para ejercer una influencia poderosa sobre la conducta. El propósito de Dios para todo lo que nos ha revelado, es purificar nuestros afectos y transformar nuestra personalidad. La doctrina de la gracia nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos de la carne, y vivir en este mundo sobria, justa y piadosamente (Tit. 2:11- 12). La mayor parte de la doctrina que Cristo enseñaba (Jn. 7:16), no consistía en una explicación de misterios, sino más bien, en corregir las lascivias de los hombres y reformar sus vidas. Todo en las Escrituras tiene el propósito de promover la santidad.
Si es absurdo afirmar que no importa lo que el hombre cree, siempre que su conducta sea correcta, lo es igualmente pensar que si lo que cree es correcto, poco importan sus acciones. “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Ti. 5:8) porque evidencia ausencia de afecto natural. De hecho, es posible negar la fe por la conducta, al igual que por las palabras. Ser negligentes en cumplir nuestro deber es un repudio implícito de la verdad como lo es renunciar abiertamente a ella; porque el evangelio, al igual que la Ley, requiere que los hijos honren a sus padres. Notemos cómo esa lista de sujetos reprensibles mencionados en 1 Timoteo 1:9-10, son opositores de la “sana doctrina” – contrarios a su naturaleza conducente a lo saludable y a tendencias espirituales, es decir, aquella conducta que las normas de Dios ordenan. Observemos también cómo el espíritu de codicia o amor al dinero se define como extraviarse “de la fe” (1 Ti. 6:10), es una especie de herejía, de apartarse de la doctrina que es conforme a la piedad– de lo cual, el caso de Judas es un ejemplo terrible. Por ende, la mortificación es claramente una de las doctrinas prácticas de las Sagradas Escrituras, como esperamos demostrar exhaustivamente a continuación…
En esta ocasión, daremos una explicación muy breve de lo que significa “mortificar”1 … Primero, por aparecer aquí en aposición2 a “vivir según la carne”, su sentido negativo es bastante evidente. “Vivir según la carne” es estar totalmente controlados interiormente por el pecado, estar completamente bajo el dominio de nuestras corrupciones innatas. Por lo tanto, mortificación consiste en una conducta que es justo lo opuesto. Significa: No ceder a las demandas de nuestra vieja naturaleza, sino más bien someterlas. No sirvamos, no amemos nuestras lascivias, en cambio, matémoslas de hambre: “No proveáis para los deseos de la carne” (Ro. 13:14). Los deseos y apetitos naturales del cuerpo físico tienen que ser disciplinados para que sean nuestros siervos y no nuestros amos. Nuestra responsabilidad es moderarlos, regularlos y subordinarlos a las dimensiones más elevadas de nuestro ser. Los deseos del cuerpo de pecado tienen que ser rechazados prontamente y rebatidos con severidad.
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1. “Les daré esta descripción sencilla de [mortificación]: Es una disposición del alma regenerada, derivada de la eficacia y virtud de la muerte de Cristo, por las que se debilita la fuerza del pecado y su dominio es destruido, perdiendo completamente su poder regidor o dominio sobre el hombre”. —Christopher Love
2. Aposición – Lado a lado; uno al lado de otro.
Tomado de una serie en Studies in the Scriptures (Estudios en las Escrituras).
A.W. Pink (1886-1952): Pastor y maestro itinerante de la Biblia, autor de Studies in the Scriptures y numerosos libros incluyendo su muy conocido The Sovereignty of God (La Soberanía de Dios), nacido en Nottingham, Inglaterra.
Cortesía de Chapel Library