Ninguna escapatoria de la tensión
Albert N. Martin
No hay escapatoria de la tensión y el conflicto al vivir la vida cristiana. No digo que la vida cristiana es todo tensión y todo conflicto. El tipo de enseñanza que intento denunciar como falaz es como se indica a continuación: En una conferencia un orador toma un texto, fuera de contexto, al que adjunta o desde el que extrae un shibolet: quizá hable acerca de que “Cristo vive su vida a través de nosotros”, o “la vida salvadora de Cristo”, o “la vida permanente”. Entonces el predicador, habiendo expuesto su teoría de la vida cristiana, hace una apelación como ésta: “¿Estás cansado de la presión de luchar con el pecado que permanece en ti? ¿Estás cansado de luchar en oración? ¿Estás cansado de tener que batallar con pensamientos impuros y pensamientos de envidia, orgullo y celos? ¿Estás cansado de este conflicto incesante?”
¿Cuál es la respuesta? Todo verdadero cristiano se sienta allí, casi boquiabierto, diciendo: “ Oh Dios, tú sabes que estoy cansado, que daría cualquier cosa por tener un día, simplemente un de día, en que no tuviera que batallar con la torpeza de corazón, la distracción de la mente y las seducciones del pecado que vienen a mí desde fuera y desde dentro”. Entonces el orador continúa diciendo: “Si estás cansado de la tensión, fatigado del conflicto; si sólo das ciertos pasos, entonces Cristo vivirá su vida a través de ti de tal manera que serás liberado de esa tensión y de ese conflicto. Estarás tan lleno del Espíritu, tan entusiasmado con el Espíritu que la tensión y el conflicto, en todos los sentidos, serán una cosa del pasado en tanto en cuanto mantengas la postura de la vida permanente. El momento en que sientas tensión y conflicto, es porque te has apartado de esa vida y vuelto a tus viejos caminos”. Ahora bien, esto no es una caricatura. Se describe página tras página de libro tras libro. ¡Cuidado con tales libros! Si los tomas en serio, podrían conducirte a un mundo irreal o a un mundo de escepticismo.
¿Qué pruebas ofrezco de la Palabra de Dios misma para mi propuesta?
(1) La realidad del pecado que mora en nosotros con sus acciones poderosas e incesantes en contra nuestra. Pensemos en lo que Pablo nos dice: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis” (Gá. 5:17). Pablo no procede a decir que hay una manera de ser total y plena-mente liberados de esa conciencia de tensión y conflicto. Sí nos dice que no necesitamos estar dominados por la carne: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. Pero en ninguna parte dice que se niegue el ser consciente de las codicias de la carne; y donde el deseo de la carne es contra el Espíritu, hay conflicto.
Me aferro firmemente a la interpretación probada por el tiempo de Romanos 7:14–25, y sé que es la descripción del conflicto diario y angustioso de un hombre regenerado. “Queriendo yo hacer el bien” –y es precisamente en el punto donde haría lo bueno– “veo otra ley en los miembros de mi cuerpo”. Cuanto más espiritual sea la actividad en que contemplas ocuparte, tanto más poderosas serán las actuaciones del pecado remanente contra ella. Regresas a casa al final de un día ocupado, y dices: “Bien, ¡tomaré simplemente el periódico The Times y me enteraré de unas pocas noticias”! ¿Sientes alguna vez una poderosa oleada del pecado que mora en ti cuando te propones hacer esto? ¡Yo nunca la he senti-do! Pero regresa a casa después de un día ocupado, y di a ti mismo: “Tuve sólo unos pocos minutos con la Palabra esta mañana; pienso que me sentaré y leeré mi Biblia durante media hora”. ¿Qué sucede? De pronto, un letargo acude a tu mente y dices: “No me di cuenta que de que estaba tan cansado”. Una torpeza invade tu mente y te sientes tan completamente carnal que piensas que deshonraría a Dios al leer su Palabra en ese estado mental. ¿Cuál es la causa de eso? Es el pecado que mora en ti.
Cuando tomas el teléfono para hablar con uno de tus amigos, puede que estés cansado, pero después de hablar cinco minutos, ¡tu mente está alerta y tu lengua fluye a razón de un kilómetro por segundo! Pero decide ir a pasar cinco minutos en oración, y ¿qué sucede? Tu mente está torpe y distraída, ¡y tu lengua se siente tan gruesa e inerte como un pedazo de carne que cuelga en la carnicería!
Dios dice que el pecado que mora en ti será tu pesado compañero hasta el día que cruces el río y entres en la ciudad celestial. Esa es la razón por la que no hay liberación de la tensión y el conflicto en la vida cristiana.
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Tomado de Cómo vivir la vida cristiana por Albert N. Martin. Disponible en: Cristianismo Histórico.