El temor de Dios
Albert N. Martin
Hay distintas marcas de la bendición de Dios en un ministerio. Mucha gente se convierte, se da nueva seguridad a los creyentes cristianos y el temor del Señor está presente en aquel lugar. Esta es la respuesta cristiana básica al Evangelio predicado y vivido por los seguidores del Señor Jesús desde el principio mismo. Oigan este estribillo del libro de los Hechos: “Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron” (Hch 5:5); “Y vino gran temor sobre toda la iglesia” (Hch 5:11). “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo” (Hch 9:31). “Y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús” (Hch 19:17). De esta manera, la Iglesia del Nuevo Testamento en su momento más vibrante y creíble vivió su vida “en temor todo el tiempo de [su] peregrinación” (1 Ped 1:17).
El solemne distintivo de un mundo que ha rechazado a Cristo es: “No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Ro 3:18), mientras que la voz del cielo se dirige al mundo, clamando: “Temed a Dios, y dadle gloria” (Ap 14:7). El temor de Dios no es una opción para unos pocos cristianos especiales. Es fundamental para todos los que dicen que Dios es su Dios —una marca completamente esencial de la verdadera religión—. Un extraño al temor de Dios es un extraño al Dios vivo mismo. Esta gracia debe caracterizar toda verdadera adoración cristiana bajo la bendición de Dios.
..El temor de Dios, que es el alma de la piedad, es un temor que consiste en sobrecogimiento, reverencia y honor, y todas estas cosas en una profunda medida de su ejercicio. Es la reacción de nuestras mentes y almas a la visión de Dios en Su majestad y santidad. Como John Murray dijo de manera tan precisa al tratar de definir el temor de Dios: “El sentimiento dominante de la majestad y santidad de Dios y la profunda reverencia que esta aprensión produce constituyen la esencia del temor de Dios”.8John Brown da esta definición del temor de Dios en su exposición de 1 Pedro 2:17:
Tenemos que temerlo: es decir, hemos de abrigar un sentido reverencial de su grandeza y excelencia infinitas, que se corresponde a la revelación que Él ha hecho de estas cosas en Su Palabra y en Sus obras, produciendo en nosotros una convicción de que su favor es la mayor de todas las bendiciones, y su desaprobación el mayor de los males, y que se manifiesta en el hecho que nos lleva en la práctica a buscar su favor como el principal bien que podemos gozar, y a evitar su desaprobación como el más tremendo mal que tuviéramos que soportar. Este es el temor que el hombre cristiano ha de estimar y manifestar hacia Dios.9
La influencia práctica del temor de Dios se ve claramente cuando el apóstol Pablo, al describir el estado en el que se encuentran todos los hombres por naturaleza, da una descripción fundamental y definitiva del estado del hombre inconverso en Romanos 3:18: “No hay temor de Dios delante de sus ojos”. Querido lector, ¿vives una vida de completa indiferencia hacia las demandas de la santa Ley de Dios y a los ofrecimientos del Evangelio de Su amado Hijo? ¿Sabes por qué vives de esta manera? Es porque no vives la vida con el temor de Dios delante de tus ojos. Ves la vida como nada más que una continua oportunidad para buscar aquello que te gusta. Lo que tus pasiones te dictan, eso haces. Lo que tus deseos y apetitos ansían, eso buscas. El temor de Dios —ese sentimiento dominante de Su majestad y santidad, y la profunda reverencia que ella produce— no es nada para ti. Ninguna parte de este temor habita en ti. Si este es tu caso, amigo mío, quiera Dios por Su Espíritu enseñarte el temor del Señor antes de que sea demasiado tarde (Sal 34:11; Pr 2.1-5).
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8Murray, Principles of Conduct, 237.
9John Brown, Expository Discourses on First Peter(Evansville, Ind.: The Sovereign Grace Book Club, 1958), 2:115.
Tomado de El temor olvidado por Albert N. Martin. Disponible en: Cristianismo Histórico.
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