Dios es Espíritu (2)
Daniel Chamberlin
Algunos cuestionarán: “Si Dios es Espíritu, ¿qué ocurre con las partes mencionadas en las Escrituras como Su corazón, Sus brazos, Sus manos, Sus ojos, Sus orejas, Su rostro, etc.?”. Como respuesta considera varios puntos.
Primero, Dios es condescendiente con nuestra debilidad en Sus descripciones de Sí mismo. Solo podemos concebir a Dios en los términos con los que nosotros, como hombres, estamos familiarizados.
Segundo, esas partes del cuerpo expresan las operaciones visibles de Dios y no Su naturaleza invisible. Hay cierta correspondencia en la operación divina y el órgano que asociamos con una operación similar en nuestro propio cuerpo. Por ejemplo, Sus ojos se refieren a Su omnisciencia; Su brazo alude a Su poder.
Tercero, solo las partes y actividades más nobles del hombre se emplean en la descripción de Dios. Los órganos relacionados con obtener y comunicar conocimiento, así como manifestar el poder, se usan con referencia a Dios, pero nunca los sentidos más bajos que solo pertenecen a los actos corpóreos.
Cuarto, las descripciones del Antiguo Testamento y las apariciones de Dios sirvieron para presagiar la encarnación de Dios Hijo.
Quinto, debemos pensar en las partes del cuerpo según la metáfora y no de acuerdo con la letra. De otro modo nos veríamos obligados a pensar en Dios como en un pájaro, ya que leemos sobre Sus alas. Las Escrituras usan muchas de estas metáforas.
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