¿Estar a la moda o ser una iglesia? Esa es la cuestión.
Albert Mohler
En estos días, Twitter es la red social donde ocurren lo que se considera como discusiones importantes. Recientemente un intercambio entre dos actores famosos que se llevó a cabo en Twitter ha provocado una gran controversia.
El diálogo ocurrió entre las estrellas de Hollywood, Ellen Page y Chris Pratt. Page escribió: “Si eres un actor famoso y formas parte de una organización que odia un determinado grupo de personas, no te sorprendas si alguien se pregunta por qué no se ha tratado este asunto. El oponerse a la comunidad LGBTQ es impropio. No existen dos partidos. El daño que esto ha causado es severo. Punto final. Les mando amor a todos”. En el tuiteo, Page criticó a Pratt específicamente por ser miembro de una iglesia que supuestamente se opone a la comunidad LGBTQ. Se trata de Zoe Church, que está vinculada con el movimiento de Hillsong. No cabe duda de que Pratt no era el único blanco de las críticas de Page sino que también se expresó directamente en contra de cualquier organización o iglesia que sostiene algún punto de vista que se relacione en cualquier manera con una ética sexual bíblica.
Pratt le respondió a Page: “Recientemente se ha insinuado que yo pertenezco a una iglesia que odia a un determinado grupo de personas y que se conoce por su oposición a la comunidad LGBTQ. Nada más lejos de la realidad. Yo asisto a una iglesia que le abre sus puertas a todo el mundo. A pesar de lo que la Biblia dice sobre mi divorcio, la comunidad de mi iglesia estuvo conmigo a través de todo el camino sin juzgarme nunca; solo me acompañaban en mi camino con toda gracia. El amor y apoyo que me ofrecieron significó una gran ayuda para mí. He observado cómo han hecho esto mismo a favor de otras personas en un sinnúmero de ocasiones, sin tomar en cuenta su orientación sexual, raza o sexo. Aunque considero que mi fe es importante, no hay iglesia que define quién soy ni que pueda definir mi vida; además, no soy portavoz de ninguna iglesia ni grupo de personas. Mis valores determinan quién soy. Necesitamos menos odio en este mundo, no el añadir más. Yo soy un hombre que está convencido que todo el mundo tiene el derecho de amar a quién quiera sin ser juzgado por su prójimo”.
Esa última expresión es un resumen de la ortodoxia secular moderna: “Todo el mundo tiene el derecho de amar a quién quiera sin ser juzgado por su prójimo”.
El argumento que Pratt emplea para “defender” a su iglesia también representa una eclesiología de lo más endeble: una idea de la iglesia que nada tiene que ver con las Escrituras. Él afirma que “no hay iglesia que define quién soy ni que pueda definir mi vida”. Según la Biblia, la realidad es que la iglesia ciertamente nos define. Mientras Pratt afirma que la iglesia no lo define, las Escrituras nos enseñan que la iglesia fue fundada por Cristo y es la familia del Dios vivo que ha sido comprada por la sangre de Cristo y que está bajo pacto por causa del evangelio. Esa es la visión de la iglesia bíblica. Desde luego que tal iglesia define las vidas de sus miembros ya que estos están unidos en obediencia a Cristo.
Sin embargo, Pratt también menciona que su iglesia abre sus puertas a “todo el mundo” y que de ninguna forma sostiene una agenda que se oponga a la comunidad LGBTQ. ¿Qué debemos pensar? ¿Enseña su iglesia o no la pecaminosidad de la homosexualidad, así como afirmó Page? ¿Defiende el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, o no lo hace? Para responder estas preguntas, tendríamos que regresar al año 1983.
Este fue el año en el que se estableció la iglesia carismática Hillsong en Nueva Gales del Sur, Australia. Fue fundada por Brian Houston y su esposa Bobbie y creció hasta alcanzar un nivel mundial de influencia; sobre todo se conocía por su música. Las personas alrededor del mundo cantan al son de la música de Hillsong y su estilo de adoración se puede encontrar mundialmente. Una organización que comenzó como una iglesia carismática en Australia en la actualidad asegura que a sus servicios semanales en Australia, Londres, Nueva York y Los Ángeles asisten unas 100,000 personas. En el 2014, Michael Paulson del New York Times publicó un artículo en el que trataba de presentar e interpretar a Hillsong para un público secular en Manhattan. El titular del artículo era el siguiente: “Una mega iglesia con ritmo atrae a un rebaño de jóvenes”.
El artículo describía a Carl Lentz, el pastor de la iglesia Hillsong en Nueva York. En el artículo se citan a otros líderes religiosos que criticaron a la iglesia por su teología endeble. Citaron mis palabras: “Es un movimiento de prosperidad diseñado para los mileniales en el que el poliéster y los vínculos con la clase media de Oral Roberts han sido reemplazados por pantalones vaqueros rasgados y música rock sofisticada”. A continuación acusé a Hillsong de minimizar el evangelio y presentar una espiritualidad imprecisa.
A través de los últimos cinco años, la enseñanza de aquella iglesia se ha vuelto aún más incomprensible. No ha dejado de minimizar las verdades del evangelio y se rinde ante las olas del secularismo que van en aumento. Entonces, ¿a qué se refería Ellen Page cuando en su tuiteo acusó a la iglesia de promover enseñanzas en contra del movimiento LGBTQ? En el 2015, Brian Houston, el fundador de Hillsong, afirmó: “No apoyamos el estilo de vida gay. Por esta razón, no aceptamos a sabiendas que personas que son activamente gay ocupen posiciones de liderazgo, sean estas renumeradas o no”. A continuación, afirmó que Hillsong les daba la bienvenida a las personas gay en la iglesia, pero que no podían ocupar posiciones de liderazgo.
Luego, en el 2017, a medida que los asuntos de la comunidad LGBTQ se desbordaban en la cultura en general, Carl Lentz, líder en la congregación en Nueva York, dejó escapar varias oportunidades para expresar claramente cuál es su perspectiva sobre la homosexualidad. En una entrevista con CNN, sus palabras esquivaban el tema: “No nos incumbe el decirle a alguien cómo debe vivir. Cada sigue su propio trayecto”. Esta declaración equivale a nada menos que una abdicación del cristianismo bíblico. Lentz describió a la iglesia como un cuerpo sin la autoridad ni la responsabilidad de llamar a sus miembros al discipulado cristiano. Jesús ordenó a sus discípulos a que establecieran una iglesia de seguidores obedientes: hijos e hijas del Dios vivo que dedicarían sus vidas para el avance de la gloria de Cristo y su reino.
El ser discípulos de Cristo impone demandas objetivas sobre nuestra conducta, virtud y moralidad. Dios reveló sus mandamientos a su pueblo en la Santa Escritura y llama a sus hijos a vivir en obediencia a sus mandamientos y estatutos. Además, así como escribió el apóstol Juan: “Porque este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos” (1 Juan 5:3).
Allí donde hay una iglesia, hay una comunidad de creyentes que se esfuerzan por obedecer a Dios en santidad. Por otro lado, una iglesia que no les dice a las personas cómo vivir en obediencia a Cristo en realidad no es iglesia.
Cuando estas supuestas iglesias minimizan la autoridad de la Escritura y abandonan los compromisos teológicos fundamentales, cederán de forma lenta, pero segura, ante las presiones de la modernidad.
Hillsong trata de representar un nuevo cristianismo inofensivo y que está “a la moda”, pero su enseñanza y el mensaje que imparte sobre los asuntos LGBTQ serán ofensivos para quien los examina cuidadosamente. Hillsong le guiña el ojo a la revolución sexual y no instruye a sus miembros sobre la enseñanza bíblica.
Hay algo mucho más importante detrás de la controversia entre Ellen Page, Chris Pratt y la iglesia Hillsong. La sustancia del asunto no tiene que ver con Page, Pratt o Hillsong sino conmigo, contigo y con nuestras iglesias. Dentro de poco cada iglesia será juzgada en los tribunales supremos de la modernidad. La tormenta secular no nos dejará un lugar en el que ampararnos. Hillsong ha dado su respuesta: prefiere estar a la moda que tener convicciones. Esta preferencia por estar a la par con la cultura da paso a la confusión teológica —una confusión que promueven deliberadamente—.
La controversia que ha surgido desde Los Ángeles sacudió nuevamente a los que quieren una iglesia que sea cristiana y que también esté a la moda. Esa posibilidad se desvaneció hace mucho tiempo, cuando la cultura decidió que, indudablemente, el cristianismo bíblico no estaba de moda. Entonces, ¿cuál será? Esa es la cuestión.
Copyright © 2019 traducción al español por la Iglesia Bautista Reformada.
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