En tu mano están mis años
Octavius Winslow
Amados, Dios nos ha situado en una escuela en la que nos enseña a rendir a sus pies nuestro propio razonamiento, que es ciego, y abandonar nuestra propia sabiduría y dirección para apoyarnos en Él como un niño que confía en su padre. Dios esconde el camino por el cual nos conduce tanto por su bondad hacia nosotros como por el celo con el que estima su propia gloria. Su promesa para con nosotros es la siguiente: “Conduciré a los ciegos por un camino que no conocen, por sendas que no conocen los guiaré; cambiaré delante de ellos las tinieblas en luz y lo escabroso en llanura. Estas cosas haré, y no las dejaré sin hacer” (Isaías 42:16). Querido hijo de Dios, tus aflicciones, tus pruebas, tus cruces, tus pérdidas, tus pesares, todo lo que ocurre en tu vida, absolutamente todo, está en las manos de tu Padre. Nada puede llegar a tu vida que Él no haya mandado. Doblega tu corazón, entrega tu alma turbada a su voluntad soberana, cede ante su influencia justa. Con el mismo espíritu sumiso de tu Salvador sufriente, emplea su lenguaje: “¡No se haga mi voluntad, sino la tuya! Mis tiempos de tristeza y de dolor están en tus manos” (Lucas 22:42).
Los tiempos de sufrimiento, de oscuridad espiritual y de conflicto están en sus manos. Son experiencias que frecuentemente sufren los verdaderos santos de Dios: muchas son las contiendas a las que tienen que enfrentarse en duro combate, los dardos encendidos, la herida grave, la derrota momentánea en la vida cristiana… Aun así, todo está en las manos del Señor. No hay sombra, ni angustia mental, ni dardo ardiente que se introduzca en nuestras vidas sin el permiso de Dios y para el cual Él no haya hecho provisión. El Señor tiene las almas redimidas y santificadas de su pueblo entera y exclusivamente en su cuidado. Todo lo que les concierne para toda la eternidad está exclusivamente en su mano. Ha suplido para todas las necesidades del creyente con la plenitud infinita de Jesús, con la provisión inagotable del pacto1, con las grandes y preciosas promesas de su Palabra. ¡Cuán preciosa es tu alma para Aquel que cargó con todos sus pecados, quien la redimió completamente de la maldición de la Ley, quien se esforzó, enfrentando la ignominia y el sufrimiento, y la redimió con preciosa sangre. Además, protege su reino de justicia, gozo y paz en ti por medio del Espíritu Santo que te acompaña. ¡Oh! Esfuérzate por entender que, sin importar cuáles sean los pensamientos que te atormentan, a pesar de tu conflicto espiritual, tus dudas y temores, todos tus tiempos de desaliento espiritual están en las manos del Señor.
En sus manos hay provisión para todas tus necesidades espirituales. “Todos tus santos están en tu mano” (cf. Deuteronomio 33:3). Aquel a quien has confiado tu alma redimida ha prometido otorgarle seguridad eterna. Tiene esto que decir sobre sus ovejas: “Y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre” (Juan 10:28-29). Tuyo es el privilegio de exclamar como Pablo, con la misma fe y seguridad humilde: “Yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día” (2 Timoteo 1:12).
¡Oh! Es imposible que se pierda quien ha sido comprado con la sangre de Cristo, ¡primero perecería Cristo! Ningún miembro de su cuerpo será separado de él, sin importar cuán insignificante pueda ser. No se destruirá ningún templo del Espíritu Santo, sin importar su imperfección o fragilidad. No hay alma en la que se haya restaurado la imagen divina, a quien se le haya impartido la naturaleza divina y que tenga el nombre de Jesús impreso en su corazón, que se vea implicada en la destrucción eterna de los malvados que sucederá al fin. Solo perecerá lo que es terrenal y mundano. No se perderá ni siquiera un grano de aquella fe que es tan preciada, no se apagará ni una chispa de la luz divina, ¡ni un solo latido de la vida espiritual!
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1. Pacto: se refiere al pacto de gracia.
Copyright © 2019 traducción al español por la Iglesia Bautista Reformada.
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Artículo en inglés cortesía de Chapel Library.