El orgullo y su efecto
George Lawson
Si has sido necio en ensalzarte, o si has tramado el mal, pon la mano sobre tu boca (Proverbios 30:32).
El orgullo es muy malo cuando queda reducido a los pensamientos, pero es aún peor cuando se hincha y se desborda por los labios. Si alguna idea orgullosa o injuriosa viniera a nuestras mentes, deberíamos reprimirla y eliminarla de inmediato. Revelarla por medio de las palabras es publicar nuestro pecado como Sodoma (cf. Is. 3:9), es ser indulgentes con esas pasiones que deberíamos mortificar y añadir iniquidad a la iniquidad (cf. Sal. 69:27). Además, si no ponemos la mano sobre nuestra boca, despertaremos el orgullo de los demás hombres y encenderemos un furor y una contienda que no serán fáciles de aplacar; y, así, nos haremos responsables no tan solo de nuestro propio pecado, que ya es bastante grave de por sí, sino también de aquellas iniquidades que incitemos a los demás a cometer por medio de las tentaciones que tendemos en su camino.
Extracto de “Comentario a Proverbios” por George Lawson. Reservados todos los derechos. Este libro está disponible en Cristianismo Histórico.